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A los ochenta y cinco años
A los ochenta y cinco años se ha vuelto un niño. Se emociona por cualquier pequeño gesto por un retorno de los pensamientos a los amigos de otro tiempo a las horas felices, a los momentos más verdaderos, a los años más negros, por un recuerdo triste, por una alusión, por un silencio. Lo conmueve una buena película e incluso un anuncio acertado. Como un niño se pone melancólico si es desatendido. En el eterno alterno recorrido de la edad, círculo misterioso, en el hijo, y quizá en el nieto, sueña con la figura de su padre.
(Primavera de 1997)
Epitafio
Siempre estarás con nosotros en el tiempo cotidiana presencia nuestro guía vigilante nuestro ángel guardián.
(22.11.1997) Leer más poemas...
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