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No. 107 / Marzo 2018

Lucía Rueda


Ennidados

I

Agua turbia desnuda el cuerpo de niña
y un reflejo
enfrente de ella, antes que combustione la niebla,
se inventa otro tiempo,
otra sonrisa
al viento con un vestido atroz que se ha deshilado,
se ha inventado unos padres melancólicos
tejidos por manos huérfanas
y hermanas de niebla
que vieron el nido plagiando la casa,
robando su apellido con el gorjeo de victoria.


II

Había entonces flores que apuntaban a la casa con sus dientes,
para que la casa abriera alguno de sus ojos
y se deslizaran fuera de ella
donde los nenúfares podían devorar su corazón.
Solo el nido les hacía consciente la respiración
y ellos hubieran quemado la casa
si al menos una chimenea no se atara al llanto.


II

La niña oculta en el baño cristalino
donaba su piel al mundo bajo la coladera.
Mundo de nombres cubiertos de líquenes brillantes,
mientras escuchaba las llamas de afuera
como si tocasen la puerta,
y quisieran regresarla a la lumbre.

Lanzó sus letras con la lengua afrodisiaca,
como una cuerda para descender al otro tiempo de figuras grises,
donde Caronte cambia cabellos por ojos
que no regresarán sino con una sombra solar.


III

La familia se trasladó al nido,
pájaros se alimentaron de su olor.
Ahora son aves con plumas esquirlas,
debatiéndose ante una mariposa olvidada,
escupida de la coladera por no devorar las flores Asfóldeas.
Se posa en los huesos,
derramando su figura inmóvil,
la familia transmutaba,
agitaba sus nuevas alas
para alejarse entre ellos.


IV

Solo la niña quedaba inundando la casa
de cáscaras rotas,
de vaivenes que rompían platos y la bienvenida oxidada.
Se iba desmoronando el nido y las mariposas ya atentaban,
dibujando el luto en los nombres adoptados.

Nadie se recordó en espejos
ni ante sus ojos que desmoronaban plumas
ante el hambre de tragarse
como si todo el tiempo lo hubieran esperado:
tenerse tan dentro para decir que familia es estar
en un cuarto de mimbres tejiendo nidos
que la niña imaginaba desde el baño
arrancándose las plumas
después de beber tantas flores cicutas
y exiliar una bilis de polen
en que el agua se aproxima hasta desinventarla.