No. 108 / Abril 2018


Lenguas originarias


La poesía en lengua maya gira


Kalu Tatyisavi


Vuelvo a escribir sobre Wildernain Villegas (Yucatán, México, 1981) porque es el poeta en lengua maya; lo intenta, se esfuerza, ve la realidad más allá de sus pies, se regodea, esgrime con razón, busca una postura estética. Esto ya es algo. Cuando se habla de literatura sobre lenguas originarias mexicanas se debería escribir sobre lo que nos gusta, lamentablemente hay muy poco; existe eso sí, sentimentalismo, exhibicionismo, versos de cocina… Qué decir sobre la narrativa, es muy pobre.

En las carreras universitarias de letras se nos enseña primordialmente a analizar obras literarias, pero no a crear, ésta se “aprende” con la práctica, con los errores, con la necesidad interna, con la violencia externa acumulada, con el vagabundeo, entonces, el espacio de creación está en otra parte: fuera del cubículo y de la mayoría de los talleres de poesía. No hay espacio propio mas que el intento constante.

Retomo a Villegas quien publicó Girándula (Súusut sáasil), México, CONACULTA, 2012; un libro que me obsequió mi ñani David Arámburu hace algún tiempo. Es un libro de apenas cinco poemas de mediano aliento: "Girándula", "Monólogo en silencio", "Petición", "Viento" e "Incertidumbre"; es bilingüe maya-castellano.

Los poemas están escritos en primera persona del singular, este "yo" muchas veces es más confesional y suele ser lirismo cursi; pero en Villegas se pretende estar en otra parte. Siempre que hay sequías y la acumulación-tensión no alcanzan a decir, aparece el yo inmediato como camino fácil.

En casi todas las lenguas originarias, la escritura es experiencia inmediata, burda, cursilería, mercancía vendible al ignorante, se puede decir cualquier cosa y como en el fondo hay una lástima no se desea ver con profundidad. Aquí la culpa inmediata la tiene el que “escribe” pues percibe a un receptor sumiso. No es que no exista un yo cuando se da la voz al otro, se puede hacer con conciencia, desde el juego o la ironía, así se vuelve profundo, reflexivo, une lo antiguo con lo actual, pero al cuestionar busca otros espacios y voces.

Por ejemplo, quien piensa que los llamados tatamandones (sic) conservan el conocimiento por el solo hecho de ser anteriores y que ahora se debe seguir al pie de la letra lo que dicen, está en un grave error y no ha pasado por el camino de la reflexión, es inocente, solo repite lo que se le ha transmitido. En el fondo, aquella sociedad ancestral está cooptada por la historia colonial, y, lo peor, por la realidad oficial, gubernamental, digamos de la “voz y acciones autorizadas”, es decir, es como una realidad de las colectividades que ahora se asumen como “pueblos mágicos”; están inertes, respiran bajo el velo del continuum viendo solamente lo inmediato. El pasado existe en otra parte que no me pertenece, se prefiere ignorarlo porque suele ser cuestionador.  

No, la historia avanza, la hacemos avanzar a través de la práctica. Arreola, quien escribió una profunda literatura y que por cierto no tuvo “carrera” universitaria, dice: “Tal vez el origen de muchos males está en el hecho de que, desde un principio, delegamos en otros (tal vez en el consejo de ancianos) tareas que son de nuestra competencia”. En el fondo, siempre debe estar el yo pero como responsable de sus actos, de su presente y de su futuro.

Cuando no se proponen alternativas desde los hablantes de lenguas originarias y colectividades tenemos un neoindigenismo, neofolclorismo; es decir, existen telenovelas, cine… en maya. Tantos milenios de desarrollo cultural y no poder crear, tantos hablantes y no tener peso. Sin duda, habrá que remitirnos al neoliberalismo; es con los mayas donde podemos ver la tragedia de la llamada colonización salvaje; en realidad “fuera” de su tierra y de su lengua. Si bien sobrevive ésta, pero solo como pasado, no como ser, no como epistemología, y menos como crítica y propuesta. La lengua, la cultura y la historia maya se ha estudiado mucho, continuará descubriéndose, esperemos que ya no como historia sino como creación, como fuerza y colores reales sobre el palimpsesto, o quizá con la fuerza del cacao y la ceiba, vivas y necesarias; es decir, posibilidades de relación con lo inmediato y el medio ambiente sociales.

Con relación a la crítica y realidad social, viene a colación un estrato de una carta de Marx a Arnold Ruge: “Si la construcción del futuro y el resultado final de todos los tiempos no es asunto nuestro, es todavía más claro lo que debemos lograr en el presente: me refiero a la crítica despiadada de todo lo que existe, despiadada en el sentido de que la crítica no retrocede ante sus propios resultados ni teme entrar en conflicto con los poderes establecidos”. Entonces, queda desde sí mismo y, por supuesto, desde la colectividad. Es mejor el pensamiento de muchos que solo de uno.

Por eso, la poesía de Wildernain me parece justa: “No hablo con la boca, / sino con relámpagos / que despiertan a media noche / y tiemblan y retumban. // Está sonando mi voz / mas la aprisiona / la chispa que al silencio incendia.” Es oxímoron, la personificación de la fuerza de la naturaleza puesta en escena y donde interviene el otro para releer y pensar. Esto nos hace falta: más razón para descubrir cualquier estafa, trampas y embustes en otros ámbitos.

En otro poema dice: “El viento es niño descalzo, / busca la senda del amanecer, / la lengua que dialoga / con las lumbres de la flor, / mirada que aprisiona la tarde, / mano que busca en la oscuridad / el rostro de una niña.” Concentración e imagen que hurga; crepúsculo marino y fuerza infantil. Fugacidad y lo terrenal, fusión de lo abstracto con lo concreto.  

Que hable la lengua maya consigo misma, lo puede hacer, lo debe intentar con todas sus fuerzas, tiene aún el privilegio de hablarse en toda la península de Yucatán.

 

Ch’ench’enkil in t’aan chen tin juunal

Teene’ ma’ yéetel in chi’ kin t’aani’,
kin t’aan yéetel k’abo’ob,
ku xiíimbalo’ob tu t’o’ol bejil uj,
yáanal u k’áaxil le áak’abo’.

Kin t’aan yéetel in wooko’ob
ku ma’amachiko’ob le ki’imak óolilo’,
ku yakabeensiko’ob tomojchi’ob,
ku jáaxtiko’ob u káakabil lu’un
tu’ux ku yáalkab kukuláankilo’ob.

Tin woo’lale’ ku t’aano’ob
táantak áalkab ja’o’ob,
ku kajtalo’ob yáanal in wóot’el
tu ts’u’ in wíinkilal.

Ma’ yéetel in chi’ kin ta’aani’
kin t’aan yéetel le cháako’ob
ku yaajalo’ob chúuk áak’abo.

U juum in kaale’ taak u juum,
Ba’ale’ ma’ táan u cha’abal
Tumeen le k’áak’ ku t’abik le ch’ench’enkilo’.

 

Monólogo en silencio

No hablo con la boca,
sino con las manos
que caminan en la vereda hecha por la luna
bajo la noche de la selva.

Hablo con los pies
que palpan alegría,
ahuyentan augurios
y acarician la fertilidad del suelo
donde manan latido.

A través de mí
dialogan ríos profundos
que habitan bajo la piel,
en mis arterias.

No hablo con la boca,
sino con relámpagos
que despiertan a media noche
y tiemblan y retumban.

Está sonando mi voz
mas la aprisiona
la chispa que al silencio incendia.

 

K’áat

Yuum k’áax,
u payalchi’ a ch’íich’o’b ku yajsiken,
u t’o’olilo’ob k’áax
ku páa’tiko’ob in pe’echak’o¿ob,
ts’o’ok u k’ajóoyiko’ob le juum
kin p’atik te’e sojolo’.

Kin wokol ti’ teech
yé etel payalchi’ob,
beyxan yéetel jaláalo’ob pula’an uts ti’ob meen iik’

Yumm ka kanáantik k’aax,
ts’áaten a kili’ich siibal,
tumeem ti’ teech kin kuxtal
yéetel kin ts’éentik in baats’il.

Ma’ xáantal kin seten k’áatik teech,
c’es ba’alche’,
ch’a’a in wicho’ob beyxan in xikino’ob,
yéetel in k’abo’ob tuch’u
kukuláankil ku kajtal ich a suup’il.

 

Petición

Yuum k’áax,
Padre Selva,
la oración de tus aves me levanta.
Veredas adivinan mis pasos,
ya conocen la cadencia
que dejo en la hojarasca.

Entro en ti
con sortilegios
y fechas bendecidas por el viento.

Señor, concédenos tu gracia,
pues vivo de ti
y nutro a mi estirpe.

Te ruego no demores,
muestra la presa,
toma estos oídos,
apunta con mis manos
el latido de tu espesura.

 

Iik’

Le iik’o’ chan paal na’an u xanab,
táan u kaxtik u bejil sáastal,
u yaak’il chi’ ku tsikbal
yéetel u k’aak’ilo’ob nikte’,
paakat ku chukik chíinil k’iin,
k’a’abo’ob t’aan u kaxtiko’ob ich ejoche’enil
u táányich juntúul chan xch’úupal,

Lik’e’ chen iik, ku kajtal ti teen,
Ma’ taak u je’eleli’,
Ba’ale bin in cha’a u ts’ook u yiik’,
Ken t’ookok u yúumbal in kukuláankil.

 

Viento

El viento es niño descalzo,
busca la senda del amanecer,
la lengua que dialoga
con las lumbres de la flor,
mirada que aprisiona la tarde,
mano que busca en la oscuridad
el rostro de una niña.

El viento sólo es el viento,
se niega a descansar,
soltaré su última respiración
cuando se arranque el columpio de mis latidos.