No. 108 / Abril 2018


Poesía en Tiempos de Guerra

Más poetas de trincheras y otros frentes. Poesía estadounidense en la Primera y Segunda Guerra Mundial
 


William Meredith
(1919-2007)

Nació en Nueva York y comenzó a escribir poesía cuando estudiaba en la Universidad de Princeton. Después de graduarse, trabajó como reportero en el New York Times, antes de unirse al ejército. En 1942 fue transferido a la Armada Naval de su país como piloto, sirvió en el Frente del Océano Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Al terminar la guerra, trabajó como profesor en Priceton, Connecticut y Hawaii. Además de sus diez poemarios, también escribió ensayos y traducciones.


 
Navy Field

Limped out of the hot sky a hurt plane,
Held off, held off, whirring pretty pigeon,
Hit then and scuttled to a crooked stop.
The stranger pilot who emerged—this was the seashore,
War came suddenly here—talked to the still mechanics
Who nodded gravely. Flak had done it, he said,
From an enemy ship attacked.
                        They wheeled it with love
Into the dark hangar’s mouth and tended it.
Coffee and cake for the pilot then who sat alone
In the restaurant, reading the numbered sheets
That tell about weather.
                        After, toward dusk,
Mended the stranger plane went back to the sky.
His curly-headed picture, and mother’s and medal’s pictures
Were all we knew of him after he rose again,
Those few electric jewels against the moth and whining sky.




Campo naval

Salió cojeando fuera del cielo ardiente un avión herido,
resistió, resistió, linda paloma zumbante,
golpeada y después se hundió en una parada retorcida.
El extraño piloto que emergió –en la costa,
la guerra vino de repente– habló a los mecánicos silenciosos
quienes asintieron con seriedad. Fuego antiaéreo, dijo,
un barco enemigo me atacó.
                 Lo empujaron con amor
hacia la oscura boca del hangar y lo tendieron.
Café y pastel para el piloto que se sentó solo
en el restaurante, leyendo boletines
que hablaban del clima.
                 Después, al anochecer
ya compuesto el extraño avión regresó al cielo.
La foto de sus rizos, y las de su madre y sus medallas
fue todo lo que supimos de él después de haberse elevado nuevamente,
esas joyas eléctricas contra el cielo apolillado y lloroso.