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No. 108 / Abril 2018

Miguel Ángel Curiel
(Korbach Valdeck, Alemania, 1966)


Respiran acacias amarillas en las calles del sol. Arena de coches y sueños de trenes azules en la niebla. Chocan los cielos y me erizo. Las ramas del otoño son los huesos de la luz, la sombra es fidedigna, no la temas, el arado un hueso de ballena. El puente de cristal es de fuego, los rostros se desmenuzan en la mirada de los parques de polvo al caer el día. El hígado del mundo es la luna en un río de color negro. El aire limpia las casas de penumbra, la raspa es el poema, lo que queda de la luz en la mano, una radiografía del sol. En un muro de escombros había esto “El Tao genera el uno, el uno genera el dos, el dos genera el tres, y el tres genera todas las cosas”. Un hombre ardía, sus manos y su pelo. Callad y escuchad la hierba.

 

Calcifica con saliva negra las fracturas del tu. No sé, y ese no saber es lo importante, el verdadero misterio del no saber. Se revela y se rebela la palabra desdoblada: eso que se rebela en uno y se desvela en el otro: diferentes luces para entrar en el negro a buscar la noche.

 

Flores de las ruinas, bochorno, día que se alienta en los paisajes distanciados, no tengo lengua solo lenguaje. Cola del viento, estela del día, imagen limpia, tras la estela negra el ángel, y yo lejos de él. Lo que te ve es lo que ves, lo que murmuras es lo que te habla. Nieva, atajo, yes-not, dos ojos quemados en la nieve. En la fábrica lunar huele a peces. El río seco de una estación de tren. Allí la última cosecha de chopos la arranca el sol negro.

(Arcadia)

 

Hablé con el mar, mecía una ciudad vacía que ardía. Los enfermos de sed con las ramas de su cuerpo, lo que se arrastra antes de volar.

 
Frío y luz, hay un pan no tocado, touche, ese pan lleva muchos años ahí. Hablas con las mujeres que duermen mal, todas conocen una carretera que va hacia el mar. ¿Quiénes sois los que estáis? Ato el viento al chopillo, se necesita un hombre que hable con el pie en el cepo de oro. ¿Quiénes sois los que llamáis al portón de cristal del bosque sin un lenguaje moral? Los nervios boscosos del pulmón, los pájaros del pulmón, las palabras que son sopladas por más que la savia caiga de los oídos.