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No. 108 / Abril 2018

Belén Maya
(Ciudad de México, 1989)



Tlaltecihuátl.

Suele pasar que los desplantes y rechazos se vuelven cotidianos.

Que se empieza a navegar por la sombra de los ríos, cuidándonos de las piedras y los golpes bajos.

Suele pasar que los rechazados nos encontramos. Que los recodos dejan que nos sentemos para habitarnos en las palabras y el recuerdo.

Que de tanto en tanto nuestros dedos tocan el alma y nuestros besos envuelven arterias que bombean la sangre para continuar adelante.

Suele pasar que se vuelven insoportables las siempre vivas que se arraigan en medio de la sequía y el silencio. Que se abrazan con sus ramas y se sostienen a sí mismas al palpar la luz.

Todo eso es insoportable. Porque nos dijeron que se necesita de lo extraordinario para que tenga derecho a permanecer con el permiso de los que nos rodean.

Nuestro culto es no tener culto. Y nuestra protesta a las catedrales, es que todo lo encierran. Por eso es que cada cosa puede funcionar como un templo.

Hemos de sacar al sol los pedazos de barro que otros adoran. Hemos de poner a la luna todos esos conjuros que hablan del amor y la muerte.

Somos paso con recuerdo.

Nahualas.

Coyotas.

Güilas.

Gallinas.

¿Has visto como reviven las plantas?