No. 108 / Abril 2018
III
Para Fernand Verhesen
fuego sobre la noche
y desaprendes los acordes de las sendas
la inocencia de las palabras
la arrogancia
tanto como el miedo
que estrangula la luz
cimbreante
que se eleva hacia el calor
ardiente
cuando el vacío cesa
traza el vuelo de un pájaro para romper
a tus pies los signos fértiles
de los desacuerdos
y del azar
ahí donde se inventa el silencio
del eco va
y vuelve la copla de los mendigos
la piel se acopla a las estaciones
aquí
la vida se despreocupa de las velas
se traga de noche
en la oscuridad de los sentidos
VII
Todo está ahí en la indiferencia
todos los ángulos desconocidos
la incertidumbre de los vientos de las nieves
todos tus naufragios invisibles
y tus bosques y tus invernadas
todo está ahí
en la alternancia del ojo
desde entonces nada se mueve
como el cuerpo se teje en la sangre
de los hielos que te muelen afuera
en el deshielo de su desaparición
una tras otra largas nubes de soledad
ceguera e incertidumbre
en la cima de la noche
al despertar impronunciable del despertar
VIII
Todo está detenido de un trazo
entre los días
Línea de ruptura
las pruebas perdidas
Sus refugios se aproximan
al roce
del mundo
Apenas en el lindero de las palabras
Acechar el día perdido de noche
Recrear los gestos insumisos
Rehacer hasta el agotamiento
El estrépito de los días pasados
Rehacer el viaje
de los dioses sentados
Rechazar sus miradas torpes
Gesticulando en este vértigo opaco
Que presiente el sueño de los tordos
Y acaso tendrán
algo de los bordos
Que conquista el silencio de las aguas
Que los clamores solares reavivan
Muy cerca de los ciclos lunares