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la-costumbre.jpgLa costumbre heroicamente insana de hablar solo
Armando Alanis, Aldus-
Universidad Autónoma de Nuevo León,
México, 2007

Por Carlo Ricarte
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El título es cautivante, cautivante porque es un verso de López Velarde. Abro el libro. Me topo con la sorpresa de que Armando Alanís Pulido (Monterrey, 1969) tiene el honor de que su última publicación lleve un prólogo de Gonzalo Rojas fechado en Monterrey N.L., marzo 2007. En las pocas, pero festivas líneas, el poeta de la “reniñez” destaca las características esenciales de La costumbre heroicamente insana de hablar solo. Éstas son: la brevedad (en cercanía con el aforismo, la miniatura, o la instantánea) y una aparente liviandad,  “cierto deshacimiento del pathos tan frecuente en la lírica, lo que no menoscaba el encanto.” —escribe Rojas. Para el que aquí reseña (lleno de pathos) esa liviandad en algunas ocasiones resulta naiv, y en otras hasta cursi; de ahí que se menoscabe el encanto (“Somos sólo polvo, polvito, partícula del tiempo”), pero en otros momentos se recupera:

Por encima de la costumbre y del rito, tu voz; tu voz que sale
de ti; del interior de tu cuerpo y me ordena escucharte y yo
obedezco por el puro placer del sonido y sus asociaciones.

El libro se estructura en tres partes; aunque los títulos de los poemas de la segunda sección podrían funcionar como poemitas independientes, o bien como un sólo cubo yuxtapuesto. Al revisar el índice, en su abstracción, tuve la sensación de leer un poema ya leído:

 

Indecible
Tu agrio perfume
Sin precisa memoria
Encontré en tu mirada luciérnagas

 

Con "Versus (casi siempre)" inicia el libro, poema que aspira a ser largo en su brevedad. Se aspira al “siempre” en la miniatura, desde el “Casi siempre” se contraponen en versos de cuatro ínfimas líneas, motivos primordiales para la poesía: la palabra que menosprecia versus la palabra que basta, la mirada que cuida versus la mirada que tortura,

Casi siempre la voz construye
un relato, una casa
donde florecen evidencias
y el aliento se congrega.
                                   Casi siempre la voz destruye
                                   lo que ha nombrado una imagen, una imagen)
                                   y la memoria respira agitada
                                   sintiéndose presa.

“Casi siempre el cuerpo es el pretexto” se opone a “el cuerpo estorba”, la carta de amor ridícula a la que nos salva, la noche que muerde ante la noche que exalta, “la  memoria nos distrae” se enfrenta a “la memoria inspira”, “la luz obliga” a “la luz dispone”…
La miniatura se quiere dilatar hacia al largo aliento, pero no hay desarrollo de idea, hay acumulación de imágenes que a través del estribillo “Casi siempre”, dan la sensación de continuidad y de extensión donde no hay extensión. Los opuestos son el hilo, las ausencias el motor: yo vs. , conmigo vs. contigo, memoria vs. olvido,                 

                 “Casi siempre
                   Siempre.”

Historias que nunca serán llevadas a la pantalla es el segundo apartado del libro. Aquí se desarrolla la instantánea: historias que han sido llevadas a la poesía y son proyecciones que no se pueden proyectar. El poeta tal vez inconscientemente vuelve al recurso “versus” (casi siempre), oxímoron y paradoja son el betún de la construcción. Se habita el desalojo, se habla en silencio, se escribe en silencio, en soledad para el otro,   para ella, contigo, “la luz y la sombra en un zig-zag…”

El mérito de Alanís Pulido se lee en “Esqueleto tomando el sol"

La idea era la siguiente: Culminar. Pero mientras este feroz
infortunio acribilla mis nubes de adrenalina, te recuerdo y es lógico
que escoltado por el sol de Monterrey, mi esqueleto esté satisfecho,
contento, solitario, lleno de lugares comunes.

Con “lugares comunes” termina el poema, con “lugares comunes” se estructura La costumbre heroicamente insana de hablar solo, porque aquí se habla de lo que origina el amor: la poesía que repite lo universal.

El que habla busca el poema, a ella, la que todos hemos buscado: “Yo no sé, pero escribo entregándome a la embestida de las palabras”. Leyendo el libro a trasluz del verso anterior el conjunto toma valor y aún más, si se tiene en cuenta el siguiente momento de Versus (casi siempre):

Casi siempre el poeta es un héroe
que excava la luz, que escribe lo inaudible
y conversa apasionadamente
con la humana mecha que somos.

                               Casi   siempre   el   poeta   es   un don
nadie
                               que en un encuentro consigo mismo se
asfixia
                               que  sabe   que   lo  que dijo ya estaba
escrito
                                y muere acribillado por el silencio.

“Lleno de lugares comunes” se conversa, se calla, el silencio se propaga por lo expuesto y surge la pregunta: “¿Y si estas palabras estuvieran escritas en mi secreto cuaderno?” Con la liviandad  de la interrogación, del cuaderno secreto y del silencio que conquista el espacio, se llega al apartado final del libro:

"El crujido secreto del corazón y sus ornamentos". Son diez entradas numeradas, cercanas al aforismo por su fugacidad. Palabra y silencio son como “la luz y la sombra en un zig-zag…” Los temas son continuaciones o destellos de las mismas inquietudes: “tu recuerdo es anestesia”…, “es la hora de sostener con palabras lo abarcable de ti.”

Y como punto final, cae una piedra: “10. La coartada es escribir.”

He aquí el fundamento de la poesía y del trabajo de Alanís Pulido que inevitablemente “lleno de lugares comunes” excava la luz para escribir; es decir, hablar solo heroicamente.


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