Antología de la poesía mexicana de hoy
Mario Campaña, Bruguera, Barcelona, 2008

Aunque la publicación de antologías es siempre un hecho que la crítica recibe con tijera en mano, ya que permite ejercer el gusto de buscar lo faltante, me parece que es una de las actividades que realmente agradecemos los lectores. Esta clase de híbrido que implica el espectro de la crítica, la fiesta y la obra directa, además de ser una economía y una posición, es una colección, un muestrario: una caja de tesoros. Y conserva el juego de lo posible, característica de un poema o un libro de poemas. Por ello una ejerce la lúdica lectura de saltar por el tiempo y el espacio de los autores, o de ir poema tras poema, contra poema, entre poemas.

La mirada de quien la hizo, por supuesto, es la de alguien: un egoísta, un suertudo, un privilegiado. Quien antologa tiene la emoción y la fortuna del detective. Es intuitivo e inteligente además de que lo debe avalar una la larga trayectoria de lectura. Puede tener la palabra final sobre los autores y poemas que quedarán en el volumen: así pues, debe tener una subjetividad que denote brillantez.

Las antologías históricamente son del orden del florilegio y el ramillete. Sin embargo, con el tiempo ha sido necesario deslindarse de aquello de “lo mejor con respecto a”, ya que “lo mejor” se objeta en la respuesta de “¿lo mejor a ojos de quién?”. Al final, lo mejor es lo que el antologador prefiere, y preferimos el criterio del muestrario. Sin embargo, el libro sobre el que hablo se llama Antología y nos ofrece dos marcos más: el de México y el del hoy. Con el paso del tiempo este hoy se ceñirá al año de publicación; y en cuanto a México, Mario Campaña ha incluido a 24 escritores entre los cuales considera a varios que no nacieron en dicha geografía (González de León, Deniz, Serrano y Morábito) por lo que lo mexicano se vuelve una condición y no algo asignado, asertivamente.

A Campaña le preocupa el equilibrio (y no dejarse arrastrar por los criterios de la historia y la sociología). Encontramos el corpus de autores nacidos entre 1932 y 1974. La obra se acomoda cronológicamente; si bien hay una laguna temporal entre Tedi López Mills (1959) y Heriberto Yépez (1974) —poetas finales— la selección es ciertamente equilibrada ya que considera voces de hombres y mujeres fundamentales en la producción mexicana.

Otra muestra de equilibrio es que en el libro convergen autores del canon como Pacheco o Aridjis, con algunos poco conocidos como Martínez o Méndez. Entre poemas multicitados ("Alta traición", por ejemplo) encontramos elecciones originales. En el caso de Coral Bracho de quien siempre leemos "En esta oscura mezquita tibia" ahora tenemos "Niño mirando el tiempo" o "Selva a la distancia".

“Como en todas las literaturas, también en la mexicana puede ser legítimo hablar de un canon, pero las excepciones son de tal magnitud que bastan para infundir a la poesía mexicana una dinámica envidiable y desautoriza cualquier impresión reduccionista.” Atento a ello, acierta en la inclusión de poetas como Juan Martínez, jalisciense rechazado por las élites de la capital y quien llegó a ejercer de limpiacoches en Tijuana, incluido por vez primera en una selección de este tipo; y Cuahutémoc Méndez, nacido en Michoacán, fundador del movimiento  infrarrealista. Ambos autores con una sola publicación documentada por Campaña.

Uno de los criterios a los que apuesta M.C. es el de la obra madura: “obra que, partiendo de sus propios presupuestos estéticos, cualquiera que éstos fueren, haya cristalizado en una palabra y una voz singulares, capaces de hacerse oír por sí mismas”. Ciertamente, Campaña apuesta por el equilibrio y la madurez en poetas que constituyen un libro equilibrado y maduro, que aporta un interesante panorama de la producción poética mexicana. Libro que continúa con la labor de Bruguera que antes nos ofreció Casa de Luciérnagas: Antología de poetas latinoamericanas de hoy y de quienes esperamos el siguiente volumen sobre poesía argentina de hoy.