portada-fabio-morabito.jpg Fabio Morábito 

 En el año 2000, la serie Voz Viva de México editó una Antología del poeta, narrador y ensayista Fabio Morábito, italiano nacido en Alejandría pero afincado en México y en nuestra lengua desde hace cuatro décadas. En este número del Periódico de Poesía ofrecemos cuatro poemas de este autor ya imprescindible de nuestras letras.

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In Limine

Cuarteto de Pompeya

Para que se fuera la mosca

No quiero, pese a todo, 

 

 



 

{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/in-limine.mp3{/mmp3ex} IN LIMINE

Por el perdón del mar
nacen todas las playas
sin razón y sin orden,
una cada mil años,
una cada cien mares.

Yo nací en una playa
de África, mis padres
me llevaron al norte,
a una ciudad febril,
hoy vivo en las montañas,

me acostumbré a la altura
y no escribo en mi lengua,
en ciertos días del año
me dan mareos y vértigos,
me vuelve la llanura.

parto hacia el mar que puedo,
llevo libros que no
leo, que nunca abrí,
los pájaros escriben
historias más sutiles.

Mi mar es este mar,
inerme, muy temprano,
cede a la tierra armas,
juguetes, sus manojos
de algas, sus veleidades,

emigra como un circo,
deja todo en barbecho:
la basura marina
que las mujeres aman
como una antigua hermana.

Por él que da la espalda
a todo, estoy de frente
a todo con mis ojos,
por él que pierde filo,
gano origen, terreno,

jadeo mi abecedario
variado y solitario
y encuentro al fin mi lengua
desértica de nómada,
mi suelo verdadero.



 


{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/cuarteto-de-pompeya.mp3{/mmp3ex}CUARTETO DE POMPEYA*

*En Pompeya, entre otros cuerpos petrificados por las lavas
y cenizas de la erupción del Vesubio (año 79),
se conservan los de un hombre y una mujer en el acto amoroso.


I

Nos desnudamos tanto
hasta perder el sexo
debajo de la cama,

nos desnudamos tanto
que las moscas juraban
que habíamos muerto.

Te desnudé por dentro,
te desquicié tan hondo
que se extravió mi orgasmo.

Nos desnudamos tanto
que olíamos a quemado,
que cien veces la lava
volvió para escondernos.


II

Me hiciste tanto daño
con tu boca, tus dedos,
me hacías saltar tan alto

que yo era tu estandarte
aunque no hubiera viento.
Me desnudaste tanto

que pronuncié mi nombre
y me dolió la lengua,
los años me dolieron.


III

Te frotabas tan rápido
los senos que dos veces
caí en sus remolinos,

movías el culo lento,
en alto, para arrearme
a su negra emboscada,

su mediodía perenne.
Abrías tanto su historia,
gritaba su naufragio...

Nos desnudamos tanto
que no nos conocíamos,
que los dioses mandaron
la lava a reinventarnos.


IV

Te desmentí de cabo
a rabo devolviéndote
a tus primeros actos,

te escudriñé profundo
hasta escuchar la historia
amarga de tu cuerpo,

pues sólo el amor sabe
cómo llegar tan hondo
sin molestar la sangre.

Esa noche la lava
mudó el paisaje en piedra.
Tú y yo fuimos lo único
que se murió de veras.



 

{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/para-que-se-fuera-la-mosca.mp3{/mmp3ex}  


PARA QUE SE FUERA LA MOSCA
abrí los vidrios
y continué escribiendo.
Era una mosca chica,
no hacía ruido,
no me estorbaba en lo más mínimo,
pero tal vez empezaría
a zumbar.
Un aire frío,
suave,
entró en el cuarto;
no me estorbaba en lo más mínimo,
pero no se llevaba
con mis versos.
Cambié mis versos,
los hice menos melodiosos,
quité los puntos,
los materiales de sostén,
las costras adheridas.
Miré la mosca adolescente y gris,
sin experiencia;
no se movía del mismo punto,
tal vez buscaba entrar en la corriente
de las moscas,
buscaba a su manera unas palabras mágicas.
Rompí mis versos,
a fuerza de quitarles costras
habían quedado ajenos.
Fui a la ventana,
por un momento
todo lo vi como una mosca,
el aire impracticable,
el mundo impracticable,
la espera de un resquicio,
de una blandura
y del valor
para atreverse.
Fuimos el mismo adolescente gris,
el mismo que no vuela.
¿Qué versos que calaran hondo
no venían,
de esos que nadie escribe,
que están escritos ya,
que inventan al poeta que los dice?
Porque los versos no se inventan,
los versos vienen y se forman
en el instante justo de quietud
que se consigue,
cuando se está a la escucha
como nunca.

 

 

 



 

{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/no-quiero-pese-a-todo.mp3{/mmp3ex}

NO QUIERO, PESE A TODO,
muros gruesos,
tan gruesos que no oiga
el silencio de los otros,
hecho de algunas voces y ruidos
que se filtran por los muros,
avisos de la vida
que transcurre al lado,
abajo, arriba,
en contra mía;
quiero unos muros que me aíslen
levemente,
contar con el silencio
que los otros tienen,
saber que es frágil,
que sin hacer ruido es como
estamos juntos
y estamos en contacto.

No quiero nada grueso
que me impida oír
que hay otros que desean de mí
que no haga ruido
y que a través de las paredes
que nos unen y dividen
escuchan mi silencio y lo agradecen.
 


  


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