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Francisco Hernández
(San Andrés Tuxtla, Veracruz, 1946)


Imagine
a Miss Dickinson con la barba crecida,
derribando álamos con su hacha.
Imagine la planicie de su pecho
y piense en la fuerza de sus músculos
al destrozar la suavidad de un camisón de seda.
Imagínesela excitada, entre los brazos de otra mujer.
¿La amaría de la misma manera?
Piense en el reverendo o en el juez
que la transtornaron con sus besos.
Considere su virginidad conventual
y sus largas penitencias sin pene.
Acuérdese de sus siete poemas publicados, los únicos,
como si fueran los siete pecados capitales.
(Este poema forma parte de libro inédito Los vigilantes de Miss Dickinson).

 


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