voz-alejandro-aura.jpgAlejandro Aura

Alejandro Aura es ante todo un poeta, es decir alguien que nos dice, a su manera, con renovado asombro y voz propia, las mismas cosas de las que han hablado desde siempre los poetas: el amor, las ciudades, el gozo y la desdicha, las aventuras de la vida, la belleza, el desencanto. Es un poeta de verdad que escribe porque no tiene más remedio que hacerlo, porque si se quedara callado la existencia le sabría a menos, porque al decir lo que ve, lo que le pasa e imagina, siente que de veras está vivo.

Eduardo Vázquez Martín.


Leer y escuchar poemas...

 

voz-alejandro-aura.jpgLeer y escuchar...

    Vida súbita

    Las olas del mar

    Desayuno de trabajo

     Ninón Sevilla

     La mano abierta

 


 

{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/vida-subita.mp3{/mmp3ex} Vida súbita


Y de qué vivió, preguntan asombrados:
vivió de vida natural,
vivió de encantamiento, de un fuerte golpe,
de un pulmón que le salió magnífico.

Tenía horas y horas para volar, para bailar,
para morirse de la risa.
Daba cosa mirarlo tan contento
como si no esperara nada.

Tenía unos pies estupendos
con los que se paseó dos o tres veces
a todo lo ancho y lo largo

y le sobrevino la vida de repente
sin que supiéramos por qué,

nada más lo vimos alegrarse y alegrarse,
se infló como un globo de dicha
y apareció ante nuestra vista
de un modo radical, definitivo, eterno.



 


{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/las-olas-del-mar.mp3{/mmp3ex}Las olas del mar


No es el mar menor que esta ola
escapada del grupo en que venía,
tenía espuma, vuelo, asunto,
y se detuvo donde menos aprecio y duración
tendría.

¿A mis pies una ola?
¿Qué tengo yo que mi amistad procura?

Ya ni siquiera olor la identifica,
ya sólo es humedad agónica en la playa
que no ocupa recuerdo ni esperanza.

Bajo la arena ha de volver despacio
a su origen de fiestas y de peces

mientras pasan las otras
a burlarse tranquilas de mis ojos atónitos
que no entienden al mar.


 

{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/desayuno-de-trabajo.mp3{/mmp3ex}Desayuno de trabajo 

 

Éste que sale del baño no soy
el que entré en la regadera.

Era otro. Tenía un topacio en cada ojo.
Venía de ver la verdad escueta
y la trenzada hilatura de los sueños.

Era un yo mismo mucho más potente,
capaz de salir de sí, de su piyama

y ponerse en la tierra de los otros,
con la mirada interna del que sueña
extendida a la vista de todos,
a tomarse su jugo de naranja.

Estaba concentrado y seguro
en el aspecto, en el sudor,
en el espíritu redondo y sin espinas
y esta serenidad me daba luz
para andar sin tropiezo entre alegrías.

Ahora en cambio estoy desnudo,
rasurado, indefenso, con corbata,
con el chanel que pone en evidencia
mi indefensión total.

Cualquier poema que pudiera asomarse
durante este desayuno de trabajo

me tomaría en rehenes el músculo del corazón,
el tiempo laboral,
las promesas que hice,
los deseos,
el vuelo de los sueños,
y el otro,
el que fui de verdad antes del baño.


{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/ninon-sevilla.mp3{/mmp3ex}Ninón Sevilla

Querida Ninón Sevilla:
quiero decirte que después de todo no ha sido tan difícil vivir
como me parecía en aquellas tardes de domingo en el cine Lux;
claro que mi abuela no me enseñó a quererte
sino todo lo contrario
pero mi educación fue tan tonta que mejor sigo puesto en tus trajes de
    rumba
y en esa especie de turbante que le dio a mi vida, no sé por qué, la noción
    de la soledad.
Tarde o temprano se mueve el corazón por propio impulso
y va a dar derechito a su verdadero amor.
Porque nadie, Ninón, sabía moverse como tú; que lo digan mis ojos.
De nada me serviría ahora recordar los nombres de los nefastos galanes
que rodeaban las pistas en donde tú, en horas y horas de rodaje,
tejiste la tela de araña en donde cayó mi gusto para siempre;
ellos qué, ya se deben haber muerto, o secado,
y nadie puede seguir cogiendo más allá de la muerte, Ninón.

Ahora que ya todo es fácil
no veo por qué callar los alaridos de mis recuerdos;
yo no volveré a vivir, ni tú tampoco,
de manera que es bueno lo que digo.

Tú eres lo que permanece,
en tus caderas tan movibles está puesta toda la eternidad que yo pueda
    manejar;
el amor y el desamor a mi abuela,
el amor y el desamor a mi padre y a mi madre,
el amor y el desamor a mis mujeres
y el amor y el desamor a mis hijos
han estado marcados por la forma como tú movías las nalgas, Ninón,
    feliz de ser así,
y ajena por completo a esa marca de agua que imprimías en el alma
sin chiste de un niño flaquito de la colonia San Rafael.

Bebe tus lágrimas
Alejandro.




{mmp3ex}www.archivopdp.unam.mx/media/mano-abierta.mp3{/mmp3ex}La mano abierta

Si tuviera un riachuelo
te lo daba

si tuviera una cascada mansa
te la diera también

si tuviera un estanque
igual te lo daría

el día es un pasar
de sombras

y la noche
un griterío de brillos escondidos

No tengo nada
no tengo nada.
 

 

  


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