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portada-isla-dragon.jpg Ïsla del dragón  
Anaïs Abreu, edición artesanal independiente
 

Por Emiliano Álvarez
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Todos los dragones de nuestra vida son quizás princesas que
esperan de nosotros vernos bellos y animosos. Todas las cosas
aterradoras no son quizá más que cosas sin socorro que
esperan que nosotros las socorramos.

(R.M. Rilke, Cartas a un joven poeta)


De toda la fauna mitológica, el dragón es quizás el ser existente en un mayor número de culturas. Su cuerpo inexplicable, su fuerza, su maravilla atroz, su  belleza desafiante, han sido alabados y temidos en casi todo el mundo desde tiempos remotos. Quetzalcóatl es un dragón, como lo es el vencido por San Jorge, o por Beowulf o Sigfrid.

En Oriente, el dragón es un ser divino, símbolo de la sabiduría,  síntesis de los contrarios, creador del cielo y de la lluvia, guardián de los cuatro elementos.  A pesar de las diferencias, existe en su figura simbólica, algo que no cambia: "Todos los temas simbólicos y alegóricos relacionados con el dragón se condensan alrededor de un tema constante: el de la lucha […] Los papeles que el dragón toma en esta lucha son fundamentalmente dos: el del devorador y el del guardián" (Massimo Izzi, Diccionario ilustrado de los monstruos.). Así pues, el dragón es sinónimo de lucha y encarna dos fuerzas opuestas: la del orden y la de la destrucción.

La poesía me recuerda a los dragones, y viceversa: La poesía es otro monstruo presente en todo el mundo desde siempre. Es también esa lucha, eso que es a la vez reposo y amenaza, creatividad y destrucción.

ïsla del dragón es un libro que hace evidente esta similitud, no sólo por el título y el dibujo negro en su portada, sino también porque la lucha  es lo central en cada poema. Porque leerlo es enfrentarse con los dragones del mundo y los dragones que nos esperan siempre en los espejos. Porque es un libro que destruye, que arroja fuego de las fauces, que devora... Pero todo eso y más, para que una vez sufrido lo suficiente, desgarrado lo suficiente, arañado lo suficiente, uno pueda salir de nuevo a pisar el mundo, con garras nueva y mejores manos para construir mejor ya sea el hogar, o la vida, o la propia sed.

El dragón es también ese monstruo, que como la ballena de Jonás, engulle y vuelve a escupir a su presa después de haberla transfigurado. "Mapa para un nómada", uno de los poemas más representativos de ïsla del dragón y con el que concluye, nos recuerda esa travesía de la que no siempre se sale vivo, una travesía similar a la que el lector empieza avanzando como un nómada por el estómago de este libro que es un dragón hambriento: “hora conozco mejor mis lenguas/ siempre sedientas/ de andar por caminos ásperos/ casi muertos/ yo era nómada/  andaba en mis cuatro patas de animal”.

ïsla del dragón también es lucha, en tanto que las manos de esta joven poeta no sólo sirvieron para tomar la pluma o golpear las teclas: Anaïs Abreu pertenece al colectivo de Las Poetas del Megáfono, un grupo de mujeres comprometidas con hacer llegar a la poesía lo más lejos que se pueda. Así, ellas mismas son responsables de la impresión y encuadernación de toda una colección de libros que contienen sus poemas. Los libros se pueden conseguir todos los martes en el Café del Teatro (Tonalá 261, entre Aguascalientes y Tlaxcala, en la colonia Roma de la Ciudad de México) a las nueve de la noche, o en otras lecturas y actividades anunciadas en su página de internet:

http://www.poetasdelmegafono.blogspot.com

Así pues, este libro de rabia, de destellos de ternura, de música y de ritmo, de dolor, de melancolía, es como el dragón, un ser en lucha: en lucha con el mundo, con los medios de producción, con lo establecido. Un ser en lucha en el amor, en lo cotidiano, en lo trascendente. Uno es engullido y al terminar uno tiene la sensación de haber ayunado en el desierto. De ser otro, “parecido a lo que fue, pero con otra sed distinta y otra hambre”..

 


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