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portada-animales-distintos.jpg Animales distintos  
Juan Carlos H. Vera (coordinador),
Ediciones Arlequín, Conaculta/Fonca, Sigma Servicios editoriales,
Ciudad de México,
2008 
 

Por Federico Patán
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Las antologías son un escaparate literario. En ellas expone el antologador cuáles son sus ideas respecto a un escritor, un grupo de escritores, una generación de autores, una corriente literaria y agreguen ustedes los etcéteras que piensen oportunos. Camina uno por cierta calle, se detiene atraído por lo expuesto en el escaparate y entra en diálogo con ello. Según palabras de Juan Carlos H. Vera, coordinador de ésta que hoy comentamos,  “las selecciones siempre serán egoístas, pues parten del gusto personal de quien selecciona”. Nos acercamos a ellas sabiendo esto, pero sabiendo también que tras ese gusto personal debe haber una inteligencia que explique la selección hecha, como inteligencia ha de darse en los desacuerdos que puedan surgir en el lector. Los desacuerdos son propicios al diálogo si se los maneja bien.

En Animales distintos, libro de título por demás curioso, no hay una sino cuatro  inteligencias: La del coordinador del volumen (que a la vez funge de antologador) y  las de los tres seleccionadores del material. De esta manera, el lector se enfrenta a cuatro criterios guiados por un mismo esquema y con los cuatro ha de entablar diálogo. Éste se inicia desde algo que distingue a esta antología de otras: reúne poemas de escritores pertenecientes a tres países: Argentina, España y México. Lo cual da pie a la primera pregunta: ¿por qué de esos países? El libro no concede una respuesta directa, pero sí permite deducirla de datos sueltos: Porque Ana Franco Ortuño se especializa en poesía argentina, Antonio Portela en española y Benjamín Barajas y Juan Carlos Vera en mexicana. Así de sencillo.

Tal unión habría dado tres antologías independientes forzadas a convivir en un solo volumen, en este caso de 600 páginas. Sin embargo, no ocurre tal por la sencilla razón de que se han agregado otros criterios unificadores: los poetas incluidos deberían haber nacido entre 1960 y 1969, haber publicado por lo menos un libro y, en opinión de los antologadores, tener un buen nivel literario. Las fechas de nacimiento establecen una buena base para que el lector haga ejercicios de comparación entre poetas pertenecientes a tres culturas, que es una de las riquezas mayores del volumen. Porque al leer los tres bloques dicho lector puede llegar a una serie de conclusiones enriquecedoras.

Parte de ellas surge de leer cada bloque de modo independiente: en los argentinos ¿qué temática abunda  más? ¿Prefieren las formas fijas o las abiertas? ¿Gustan de la experimentación? De ser así ¿por qué tipo de experimentación se inclinan? ¿Qué proporción se da entre poetas hombres y poetas mujeres? ¿Hay presencia de lo que suele llamarse prosa poética? ¿Abunda la intertextualidad? ¿Qué registros de habla se utilizan? Con esto, se consigue un buen panorama de lo que llamaré la generación argentina 61-69. Aplíquense los mismos criterios a la selección española y búsquense las respuestas correspondientes. Hágase lo mismo con la mexicana y se tendrán tres grupos de datos que, comparados entre sí, conformarán el panorama que se intentaba.

Aunque se obedecieron criterios de selección iguales, no se los obedeció de igual manera. Esto lo hace claro el prólogo que cada antologador ha antepuesto a su grupo de poetas. El de Ana Franco Ortuño es el más moderado de todos. Tras especificar brevemente lo que es para ella el origen de un poema, hace somera historia de la selección creada, establece las dificultades que en lo específico tuvo para crearla y apunta a lo que de común ve en el grupo elegido: “se conforma de autores que compartieron situaciones contextuales específicas” y agrega que lo interesante es ver cómo se reflejan éstas en cada escritor.

Antonio Portela, encargado de la sección española, específica en un mayor número de páginas los criterios que recibió como guía, para enseguida hacer concentrada historia del grupo de poetas elegido, cuya naturaleza literaria describe a partir de términos como “culturalismo”, “poesía de  la experiencia”, “poesía de la conciencia” y “realismo”. ¿Algo de común entre poetas así de diversamente calificados? Sí: en ellos “parece ser una constante la desacralización del poeta”. Otro punto de interés en este grupo es que hubo de dejarse fuera a  poetas ajenos a la lengua española. Es decir, a gallegos, vascos, catalanes.

En cuanto al prólogo de Vera y Barajas,  inicia con un breve marco histórico sobre la presencia de la poesía en el México reciente, se interesa en la mención de diversas antologías importantes y pasa entonces a dar coincidencias y diversidades perceptibles en la asamblea de poetas seleccionada. Tal vez lo más destacable sea que estos antologadores optan por escritores de presencia relativamente escasa, ya que consideran que otros no incluidos han sido ya bastante atendidos por la crítica. Es la de Vera y Barajas una apuesta en buen grado riesgosa, cuyo acierto se irá viendo según pase el tiempo. Para mi fue interesante encontrarme entre los elegidos a dos ex alumnos y a una colega del suplemento “Sábado”. Y digo interesante porque conocí sus pasos casi iniciales y puesto a leer lo incluido en la antología hallo en esto un índice para medir la capacidad de elección de los antologadores.

¿Quiere decir esto que me gustaron todos los poetas incluidos en la antología? No. Esta por crearse aquella capaz de satisfacer a todos los lectores en todo. Pero justo la aventura del descubrimiento o la confirmación hace atractiva cualquier reunión de este tipo. Se entabla diálogo con cada poeta. Vamos a ver ¿por qué no me gustas? ¿Por qué, aunque no me gustas, te considero talentoso? ¿Por qué, gustándome, te considero menor? ¿Por qué estás entre mis favoritos? Concuerdo totalmente con Franco Ortuño cuando afirma “que es mejor hacer una reunión que no hacerla” y que todo libro de este tipo es “una solución y un debate”.

Cuando Juan Carlos H. Vera puso en mis manos esta antología, lo primero que vino a mis ojos fue el título: Animales distintos. Harto curioso me pareció para una antología poética. Aquel título me atraía y  quise saber a qué se refería. Llegado a la página 191 del libro encontré la respuesta. El título procede de un poema de Pablo García Baena que sirve de epígrafe a la sección española. Dice “No sabemos bien –el Génesis no lo cuenta claro- cuándo Yavhé creó a los poetas. De lo que estamos seguros es de que son, somos, animales distintos”.

Y ahora, hago citas de algunos poetas que me dijeron mucho. No los mencionaré por nombre. He aquí la primera: “Uno tendría que poder morirse de vez en cuando”. La segunda: “Hay jornadas en que el mar es infinito/ y retornar a puerto es una hazaña”. La tercera: “La sombra de los árboles/ pertenece a las olas”. Una cuarta: “En primavera mueren  los lagartos,/ los enfermos de amor/ y ciertos árboles”. La última: “¿En qué momento de la infancia me hice viejo…?” Son destellos de gran poesía extraídos de esta antología. No son los únicos, y los doy meramente a título de ejemplo. Desde luego, cada lector habrá de sacar los suyos mediante su  lectura.


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