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portada-era-nuclear.jpg Poemas de la era nuclear
Óscar Hahn, Bartleby Editores, Madrid, 2008
 

Por Ana Franco Ortuño
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La era de Oscar Hahn es una era que nos resulta horrorosamente familiar. Sus referentes, los del tiempo nuclear a que ciñe su espacio, cruzan del siglo XX al XXI con la alucinada lucidez de quien actualmente mira la televisión. Entre un poema y otro de los que conforman la antología Poemas de la era nuclear (obra que abarca un período que va de 1961 a 2008) una se entera de los hechos de mayor relevancia en la historia: de Hitler a las Torres Gemelas, de El Exorcista al e-mail.

En la literalidad con que relata un periodo que hemos caracterizado, contrariamente a su obra, como “la era del vacío”, nada queda más lejos de la deconstrucción o El imperio de lo efímero.  Para Hahn, en un mundo tan lleno de espantosa vitalidad, es imposible abandonar el compromiso y los poemas se construyen desde la materialidad (la fuerza) que caracteriza al sustantivo. Lo crudo de su obra no escapa a ningún oído, a ningún ojo. No hay sutileza ni pretende diluirse en un discurso abierto, quizás con la paradójica intención de implicar una utopía como reverso de la moneda.

No encuentro tregua en esta lectura que denuncia a la manera del periodista, como crítico de su tiempo y poeta: “El aullido vibrante del cielo hizo parir las vírgenes, y nuestros rostros conocieron la caída de la sangre celeste y el fruto de la guerra.”

Hacia fuera, el mundo sigue siendo terrible y, contrario a lo que opina Domínguez en su prólogo, pienso que para Hahn, ni han pasado los tiempos de penuria, ni hay esperanza posible. El libro no se dirige hacia un mejor futuro; se dedica a retratar de forma descarnada los eventos que marcarían una Era Nuclear que todavía no muestra la fecha de caducidad. Hacia adentro, la voz, definitivamente masculina, transita por la mente y el sueño, o en los eventos del cotidiano citadino: Mira a una mujer en el elevador, toma un avión o el metro. Mientras tanto, piensa, a veces un poco alucinado, en el envejecimiento de la carne que fue bella.

No es esta la única relación evidente con el Siglo de oro español. Hahn actualiza magníficamente el soneto y el referente gongorino o se inventa un paralelo conversacional entre San Juan de la Cruz y Miles Davis, a quienes mete en el calabozo para que cada quien presencie su propia alucinación musical; el fantasma que le corresponde.

No alcanzan las enumeraciones anteriores para a una obra que recorre un periodo de creación tan amplio (más de 40 años). Leerlo se parece mucho a pasar una tarde frente a la televisión, afectado por algún tipo de horrible claridad. Se parece a mirar conscientemente, cada media hora, un nuevo horror: del especial histórico al programa policiaco o la breve aventura amorosa. Todo con un componente de rapidez y desequilibrio que nos lleva hasta la presencia, acaso metafísica, de lo inexplicable: “El mundo está lleno/ de vacíos que respiran/ que observan que palpitan”.

En el caso de "Hotel California", poema que se teje entre Asunción Silva y The Eagles (y en el que los mejores versos siguen siendo de Silva) noto un cambio en la perspectiva: las sombras largas que se juntan y los callejones, tan cinematográficos en su autor original, en Hahn se han vuelto lugares temáticos comunes, que responden a la necesidad actual de ver reformulado el dolor en la noticia.

El libro inicia con una referencia al Apocalipsis, obvia en un trabajo como éste. Como en toda tradición oracular, la obra acaso comparta la intención de que no sea necesario reescribir nunca más la barbarie. Sin embargo, en la queja es imposible ignorar el componente irónico y el humor negro.

En este sentido, uno de los poemas que me parece fundamental es el nuevo trabajo que presenta sobre el verso “O púrpura nevada o nieve roja”, no sólo, por supuesto, por el diálogo con la tradición ya mencionada sino por la magnífica reinterpretación del tema: la sangre en la nieve en vez de ser la belleza de la Galatea, es el rostro descarnado del soldado muerto que la novia mira pasar. El trabajo recurrente con el barroco lo lleva a dar un nuevo giro al juego del retruécano colorido y nos lleva, una vez más, a presenciar el horror.

Poemas de la Era Nuclear es un intertexto que hay que leer de distintas maneras: sí como libro, pero también fragmentariamente (en poemas aislados). De lo contrario, sería fácil quedarse con la idea del compromiso y no encontrar oculto al consumidor nihilista que se esconde, tímidamente, tras el televisor.


Leer poemas...

   


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