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portada-un-pajarillo.jpg Un pajarillo canta
Ricardo Yáñez (ilustraciones de Carlos Pellicer López), FCE, Anturios (Poesía para Mirar en Voz Alta), México, 2006

Por Luis Téllez-Tejeda
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Hay un momento muy importante para los niños que empiezan a hablar: definir conceptos, significar las palabras. Las relaciones que ellos establecen para darles sentido a aquéllas de pronto se tornan absurdas para los adultos, pero si prestáramos un poco de atención encontraríamos mecanismos muy similares a los que utiliza la poesía para nombrar el universo y construir alternativas a la realidad.

Paradójicamente, el mercado editorial de casi todo el mundo ofrece muy pocas posibilidades para que los niños desarrollen su pensamiento a partir de la poesía. De pronto los poemas para niños se limitan a retahílas de nulo rigor poético que, en un afán de sustituir las divertidas nanas y rimas de las abuelas, enternecen de más con holanes rosas y pequeñitos periquitos.

Muchos son los poetas de la tradición hispánica que han explorado sus recuerdos de infancia para jugar y ofrecer a los niños creaciones ex profeso para ellos: García Lorca, Tablada, Martí y Nicolás Guillén, por mencionar sólo a cuatro de los que han logrado, como en toda su obra, trascender las referencias del lugar común.

Pero a los niños no sólo les llama la atención lo creado especialmente para ellos. Humanos al fin, son capaces de conmoverse, asombrarse, burlarse, asustarse con lo que el arte tiene para observar, escuchar y, por supuesto, leer. También, por supuesto, comprenden desde su experiencia, que es la del juego, los contenidos del arte. Por eso es importante que lean y, sobre todo, escuchen poesía, así, sin adjetivos ―claro, aquellas rimitas melosas no entran en el sustantivo.

En últimas fechas varias editoriales han apostado a publicar selecciones de poesía del más variado origen en ediciones asequibles para niños y adolescentes. El Fondo de Cultura Económica ha lanzado su colección Poesía para Mirar en Voz Alta destinada a un público sumamente joven.

Es en dicha colección en la que aparece Un pajarillo canta, de Ricardo Yañez. Los textos no resultan una novedad para quienes han seguido la obra del autor, la forma de presentarlos vaya que lo es: versos sueltos o pequeñas estrofas impresos en cada doble página, comulgando paisajes, figuras y líneas de intenso color.

Los versos, que fueron seleccionados de poemas de Ni lo que digo, Dejar de ser, Si la llama, Estrella oída y Vado, son la puerta de entrada al juego con la palabra y con el significado. Los adultos que leemos Un pajarillo canta no podemos quedar impávidos ante una selección en la que predominan el misterio, el humor y la sencillez de lo esencial: 

Escribe tu nombre en el aire
Ahora bórralo
Me estás diciendo adiós

Es necesario comentar el acierto en la elección de los fragmentos, pues ahí radica la posibilidad de que el libro explote en los lectores para los que idealmente se imprimió. Hay que considerar que la capacidad de atención de los niños, por la etapa de desarrollo en la que se encuentran, es poca, por ello es difícil que alcancen a escuchar o leer un poema largo completo, sigan el ritmo e interpreten el significado al mismo tiempo.

Así, este libro toma en cuenta estas dificultades de los niños para ofrecerles el impacto y sonoridad de versos que por sí solos logran volverse pequeños poemas que no dejan tranquilo al lector, muy al contrario, generan pensamiento, juego y más palabras: 

La sonrisa sonríe de su dueño

o:

¿Qué es lo que escucha

al fondo del estanque
latir la trucha?

El lector puede adentrarse en un mundo en el que la naturaleza y las palabras se van convirtiendo en un solo universo, tal como sucede en la realidad, al menos para el niño que no alcanza a distinguir los límites entre una y otras:
 

Reía como quien todo lo sabe.
Vivía como una flor.


El formato de libro álbum da otra dimensión a los textos pues los hace comulgar con las ilustraciones que, gráficamente, cobran gran importancia ante el lector.

Realizadas por Carlos Pellicer López en una de sus múltiples reinvenciones con recortes de papel de colores opacos, las ilustraciones potencian el sentido de las palabras, llaman la atención y suscitan curiosidad. Respetuoso del niño y de su inteligencia, el ilustrador no dibuja lo que las palabras dicen, no facilita el trabajo de interpretación ni evidencia los secretos de las palabras.

Un pajarillo canta es la conjunción de dos artistas para generar una obra nueva, editorialmente pensada para niños, quizá de preescolar, pero grata para cualquier lector sensible a recordar aquel momento cuando comenzó a llenar de significado a las palabras.


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