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azar-preludio.jpgAzar / Preludio y Fuga
Mariela Lupi, Editorial Limón, Neuquén, 2003

Por Claudia Elizabeth Sastre

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La primera parte de este libro, Azar, está compuesta en prosa poética. El hecho de que la poeta haya prescindido del verso y haya apoyado toda la estructura de su texto en la prosa denota, sin lugar a dudas, una gran confianza en la poeticidad de sus textos narrativos, de momento, que relatan una historia, pero no por eso menos poéticos.

Una fuerte experimentación marca la obra de las poetas neuquinas, como signo de madurez, pero también de una cercanía estética, del tono y la temática, con respecto a la línea trazada por Alejandra Pizarnik. No queda fuera de este fenómeno la importante corriente inmigratoria sufrida por el gran Neuquén a partir del boom petrolero, causante del fenómeno de cercanía estética con los referentes de la literatura canónica argentina.

Es Mariela Lupi, como dijimos, una seguidora de Pizarnik y dentro de su tradición se inserta el imaginario femenino de una mujer que consulta a la suerte, que entrega su vida al azar de una carta, en la que no faltan la imágenes del tejido, el jardín, los gitanos y todos los elementos que habitan el espacio poético de la tradición femenina y feminista; elementos que deben articularse para soportar la palabra anclada en el universo Pizarnik y ser, no obstante, otra cosa. De esa operación, Mariela Lupi sale indemne; uno no diría que Lupi es meramente una imitadora. De voz potente, bien parada estéticamente, se puede permitir la influencia sin contaminación: como resultado para Azar.

Preludio y fuga no obstante estar escrito en prosa también, se apoya mucho más en la sonoridad, aún prescindiendo del verso. Nada, ninguna de las decisiones poéticas que toma Mariela Lupi están libradas al azar, por mucho que nos confunda el titulo de su libro. La musicalidad de la segunda parte está signada por la imagen del violín, de ahí el título, tan musical.

Mariela, desde su madurez, es una autora que tiene al texto dominado, que elige a conciencia, que sabe qué busca reflejar en sus textos poblados de intertextualidad, de citas que recorren la superficie visible del libro y que también la perforan de forma transversal para originar, todo el tiempo, otro texto, otras dimensiones poéticas, otros campos de lectura: surcos semánticos para que el verso se haga, sin estar; para que se adivine o se intuya, incluso ese fondo musical donde el violín toma forma y rompe el aire con su gemido. Es así como el mundo cotidiano del ama de casa, de la mujer que lava la ropa y baña a sus hijos, vive como experiencia poética la cotidianeidad, su ser madre y ser mujer.

 


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