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portada-porgraciadehombr.jpg Por gracia de hombre Verónica Zondek,
Santiago de Chile, LOM, 2008

 

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Progreso

Lo sé sin traición ni documento
Esta es mi casa y ya no es.
Hierven los recuerdos de escalón en escalón
y altísimos hasta el piso 15 se pierden en la nada del cielo
gris ahora y no azul del no, ya recuerdo.
Tres peldaños con pisadas y barro en la entrada
una herradura quejumbrosa en un clavo de la puerta
y un aura que defiende el hálito familiar.
Sí, un piso cuadriculado en la cocina
un pulcro tablero y una Clorinda para el buen aseo
un pan que presto se amasa en la memoria
un horno que cuece la torta del barro infantil.
Sí, recuerdo la sombra alternada de los postigos
y el eterno recuento de líneas en desvelo
y las voces celestiales
y también las otras
esas
las que amonestan
las que invaden mi cabeza en reposo pretendido
y obligan la lectura a la luz de una linterna
para que Dios mediante no cunda el pánico.
Sí, una quejumbrosa escalera recibe mis zapatos colegiales
y destapa y ondea esa independencia de pelo en pecho.
Sí, una entonces bravucona y vociferante
una hinchada en llanto y risa y nervios de principiante
una colgada como todos en el ojo del tiempo propio.
Tantos y tantos días errantes en el desierto del hogar
concentrada en el decir aparte de los mayores
llenando el vacío que a ratos hincha
para luego hilvanar una historia en demasía propia
inteligible, por supuesto, en un otrora tan cuerdo
y ese armario con sorpresas en el pasillo
no otra cosa que un mar antañoso con su completo oleaje
encerrado bajo una y siete llaves de cancerbero
silencio y secreto pocas veces entreabierto
baúl de piratas y cueva de duende maldito
deseando la dolencia para violarle el sello
y las albas paredes de adobe
desnudas y sin cáscara en medio de las tembladeras
y los libros que derrumban sobre la cabeza
y la invasión de maestros componedores
y el polvo y el desorden y el silencio arrinconado
y la tremenda molestia del ajetreo.

Vanidad.
Vanidad de la materia que acoge el recuerdo
cual cofre silente entregado a la retroexcavadora.

Progreso
frío y bello como el hielo azul de los glaciares
que pudiendo apenas y con la venia de dónde la carretera
tampoco sabe ni pregunta
y toma la sartén por el mando y entierra bajo el trueno del hacer
el bellísimo pensar y encadenado al fuego
que una vez ya nos fue arrebatado.

 



Boqueo

Aire
aire para vivir
dijo
y dio palmadas
e inhaló mierda
y sollozó
lamió su primer vagido
y luego otro
y otro más
hasta que la vida le movió el piso de los ojos
los pies
las uñas y
bailó
bailó boqueando por aire
hasta que ay -
yay-yay
la Violeta no quiso más
vino y se negó
al aire y se negó
porque sin cariño
dijo
no hay aire que valga
y
un agujero en su cuerpo se plantó
un querer queriendo se hizo
quiso
no más respirar en la vida
y el águila abandonole el alma
hasta posar sus dos garras en el aire
aire de cielo rojo y plateado
avión de carne y hueso
arrebujado en celeste vaina
con su gracia Violeta entre las alas
y luego ay -
yay-yay
el suspiro
la negación del aire
aire
aire con veneno para respirar
y el sueño en jaula de oro
y el firmamento azulado tan sólo a veces
pero es más
es peor
porque gris el aire nutre hospitales
invade niños que ni llorar pueden
puro Chile en el tinglado
boqueando como peces botados por la ola
congrios calcinados sobre la playa caliente
público ávido y tibio en las butacas
ávido en el teatro
resuello de trompetas
de trombones/flautas/saxos/traversas
sentado, mullido en el aplauso entusiasta
atento
platea alta y baja
igualado por el oxígeno tan democrático
sorben
sorben un aire expulsado hasta sus tan rosadas orejas
ay -
suspiran ternuras
recuerdos
emociones temblorosas
y el gas gotea
gotea de oreja en nariz
de nariz en pulmón
hasta que atroz y tronante
un silencio invade la grieta
y en pleno Moscú
en el invernal y hermoso del Kremlin
boquean
boquean otra vez los cuerpos
bregan
bregan por restos de aire
vida
mi vida amada
mi amada vida
porque aún no acabo de mascar la marraqueta
e irme
y desertar no quiero
bajarme no del tren no puedo
mas el aire se tiñe con intereses
y el yo no vale
no sirve
es número más o número menos
y cuántos
cuántos hay que son tú
que son yo
y esos otros tan ellos
tan humanos
tan despojo de sí mismos
aullantes en la cámara de gas
desnudos
vergonzados
desnudos
desnudos y vivos
patalean
se apisonan unos a otros
boquean
boquean elegidos los congrios
blancos/negros/colorados
unos sobre otros en pilas
abajo de los viejos sin aire
los niños encima sin aire
sin aire las mujeres más arriba
y sobre
sobre toda la humana carroña anfibia
esos
los más fuertes, musculosos y en salud
boquean
boquean sin aire
buscan
gritan
susurran por aire
aire
aire
aire que ya no veo
qué
qué
que me muero
dónde
dónde si no respiro entre el humo
no huelo
no huelo el desecho que somos
la basura hasta el cogote no siento
aire había
aire de peces había
aire de aves
aire para ser de carne
dónde
dónde para bailar
para enamorar dónde
y el clamor de las manitas
el clamor por el espejo
por un último respiro en la imagen
por saber la muerte cierta
antes
antes de
antes de
abandonar.

 



De lo humano

Reina en solo la muerte azul.
Una araña viste a la mano con guante fino.

La mirada perfora más allá del tirano faraón
y/o a sus esclavas petulantes ya casi y cubiertas de oro
o al verre
a las siervas mugrientas de la Potosí plateada
o peor
en las negruras de la entraña carbonífera
o/y también
en la danza de los diamantes, zafiros y rubíes
y a la mujer ceniza en las santas hogueras eclesiásticas
y a las martirizadas con ratas de cloaca en Villa Grimaldi
o a los hombres asados al rojo en parrilla macabra
y/o enterrados hasta la testa para banquete de hormigas vietnamitas
y en los estira somieres alongados hasta la quebrazón
y en los fuegos alados que arrasan muchedumbres
y en los explosivos que desperdigan miembros en territorios de nadie
y en el indeleble cromosoma que distorsiona generaciones.
¡Ay!, me doy contra la pared
y es que me da por pensar en cuándo
en cómo
en cómo da una vida para contemplar bellezas de ala trizada
o gotas que se desmiembran en colores en un cielo cubierto de nubes
o para mirar pausados y en embeleso el ensimismamiento azul de una mosca
o el verde de una lombriz que anuncia el ciclo
o el rojo de una sangre menstrual
o/y el beso voraz de dos bocas
y también el temblor de un abrazo
y el ardor de una breve partida
o el jugo de un trozo de sandía
o/y el dulce sonido de la cuerda de un bajo
y el llanto primoroso de un niño nuevo.

Sea así me digo
y nos toque algo bello por gracia del hombre
y basten matahambres para ser satisfechos
en los límites de este territorio.


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