También cuando se cree que el día pasó como un ala de golondrina, como un puñado de polvo que arrojamos y que no es posible recoger y la descripción el relato no hallan sustento ni oídos, hay siempre una palabra, una palabrita que decir aunque sea para decir que no hay nada que decir.
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No tengo simiente que esparcir en el mundo, no puedo inundar los meaderos ni los colchones. Mi avara simiente de mujer es demasiado poco para un agravio. ¿Qué puedo dejar en las calles, en las casas, en los vientres infecundos? Palabras, esas sí, a montones, pero ya no se me parecen, han olvidado la furia y la maldición, se han vuelto señoritas, tal vez de baja laya pero señoritas al fin.. Leer poema completo
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