Festival Casa del Lago  POESIA EN VOZ ALTA (UNAM)
Por Verónica Zondek

Habiendo sido invitada a participar en este Festival, me parece relevante dar cuenta de él, su historia y su acontecer actual por interesarme la propuesta re-escenificada con la cual su director José Luis Paredes Pacho, ha vuelto  a cargarlo, imbuyéndolo así de alcances cada vez más altos y profundos.

Un poco de historia primero.  El edificio de Casa del Lago fue en sus inicios inaugurada en 1908 por el entonces Ministro de Hacienda a los pies de uno de los lagos del parque, con el fin de albergar al primer Automóvil Club de Ciudad de México.  En 1911 el Gobierno Maderista lo nacionaliza y pasa a formar parte de los bienes inmuebles del Estado. Después de dimes y diretes y de intentar vestirlo con ropajes varios, el inmueble es adquirido en 1929 por la Dirección de Estudios Biológicos de la Secretaría de Agricultura y Fomento. Debido a la falta de presupuesto del Instituto y gracias a que la Universidad adquiere su plena autonomía, esta casa pasa a ser el Instituto de Biología de la UNAM. En 1953, debido al deterioro del edificio, el Instituto de Biología se traslada a la Ciudad Universitaria y es entonces que se hace necesario encontrarle un nuevo sentido a esta Casa; so pena de perder su tenencia, es que se la transforma en el Centro Cultural externo de la UNAM. 

Juan José Arreola es el encargado en 1959 de realizar esta tarea (razón por la cual el Espacio lleva su nombre), inaugurando así el primer Centro Cultural extramuros de la UNAM en medio de las bellas arboledas y masas de agua del parque de Chapultepec.  Este Centro adquiere importancia de inmediato debido a la calidad de sus exposiciones y lecturas de poesía y también por supuesto, al interesante grupo de artistas que ahí se instala. Entre 1959 y 1960 surge un ciclo de teatro contemporáneo de vanguardia que lleva por nombre el de Poesía en Voz Alta que funciona en una pequeña e íntima sala interior del edificio. En este mismo espacio se llevan a cabo lecturas poéticas, teatro, música y se discute a viva voz. Grandes y relevantes figuras del teatro, la música y la literatura ocupan y marcan este lugar abierto a la experimentación y a la mezcla de géneros creativos.  Es este fenómeno y nombre el que José Luis Paredes Pacho retoma, a modo de homenaje y provocación, para nombrar el Festival al que asistí y que ya lleva en escena cuatro nutridos años. La intención de este Festival es dar cabida al mestizaje de géneros y públicos (la ubicación de la Casa en medio de un parque público y muy concurrido donde es posible ver a estudiantes, artistas y público en general hace que este lugar se preste para que juntos, escuchen y disfruten de las puestas en escena de los distintos artistas) estableciendo así, puentes y habladas que tensionan y abren los lenguajes artísticos a distintos registros. 

Retomando el hilo de la historia, el año 1961 Tomás Segovia se hace cargo de la dirección y promueve a un nuevo grupo de artistas que aumentan el prestigio del Centro.  En 1963 y bajo la dirección de Juan Vicente Melo, la vanguardia tanto de las artes escénicas como de la plástica, la música y la poesía, se alojan y viven en este espacio. A esto se suman cursos, seminarios y talleres, por lo que definitivamente Casa del lago pasa a ocupar un lugar destacado, definitivo y significativo, siempre en el ámbito  del arte que explora e investiga,  que “se las juega”; es arriesgado y provocativo. La propuesta entonces y hoy, es la de romper con el arte instalado, con ese que hace parte de la industria cultural espectacular y al cual se le abren las puertas porque genera ganancias y atrae públicos masivos. En 1968 y debido a que el Ejército toma la Ciudad Universitaria para controlar el movimiento estudiantil, el entonces Rector de la Casa de Estudios, Javier Barros Sierra, establece ahí a la Rectoría de la UNAM, convirtiendo así a Casa del Lago en el principal espacio para las discusiones estudiantiles.  Luego en 1970 se instauran variados talleres y en 1975 los Infrarealistas, un nuevo grupo de provocativos escritores entre los que se cuenta Bolaño,  participan de las sesiones, enfrentándose y desafiando a los más establecidos y antes vanguardistas y polémicos escritores de la generación de Otavio Paz.  Esto concierta nuevos aires y energías a un espacio que se dice abierto y se precia de ser abierto.

Hoy en día Casa del Lago constituye un activo y variado Centro Cultural que funciona todo el año.  Festival de Poesía en Voz Alta es una de sus muchas actividades. Dar cuenta de este Festival es también hablar de la intención de todas las otras actividades a las que convoca el Centro.  José Luis Paredes Pacho ha logrado hacer de este lugar un espacio abierto al diálogo intercultural, al diálogo entre las distintas disciplinas artísticas, entre los distintos públicos y  artistas, provocando y creando dinámicas preñadas de sorpresas y nuevos aportes. Poesía en Voz Alta es un festival de poesía, música, imagen, silencio y espectáculo donde se entremezclan distintas propuestas presentadas por los poetas.  Lo que le importa a J. L. P. Pacho es el diálogo, tanto entre generaciones como entre géneros  artísticos;  entre públicos como entre propuestas.  Y funciona.  Con mejores o peores resultados, pero siempre y eso es lo interesante, con artistas que se la juegan por una propuesta particular, de búsqueda y plasmación de un decir que hace lo imposible por llegar y tocar un poquito más allá.   Son voces que se alzan y buscan un lenguaje personal para poner “en voz alta” y sobre un escenario al aire libre bien provisto de todas las posibilidades técnicas, lo que en pocos espacios es posible. Con un grupo de técnicos afiatado y experto se le ofrece al artista una infraestructura que permite las más variadas proposiciones. Frente a un público esencialmente joven pero también de intelectuales, artistas y paseantes del parque, receptivo y atento a la vez, se van desplegando las distintas propuestas que llegan de los más variados países y etnias, incluyendo a México, y se permite así un diálogo enriquecedor y concentrado. Los mestizajes entre lenguas, entre pueblos, de públicos y propuestas, establecen puentes de insospechados resultados. Espacio de experimentación y afiatamiento. Espacio donde el arte popular puede ser arte contemporáneo; donde se arriesga y a veces, se llega.  Espacio que no asegura nada.  Pero es justamente en este punto donde se concentra su valor y maravilla.  Donde se forma un público ávido que está abierto a los vaivenes de nuevas y provocativas propuestas, de los distintos grupos o artistas que allí se exponen.