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Jairo Buitrago
(Bogotá, Colombia, 1970)

 

Gravedad

 

El ansía vuela con mal tiempo y se posa en una rama frágil
para volver a elevarse y tomar la luz del sol despreocupadamente.
Y así, uno a uno, se desploman los pájaros del cielo,
como una rendida lluvia tibia, abandonada a la sumisión.

Las mujeres saben más de este Dios y de las señales que deja tras el 
    cristal de la ventana;
repiten letanías, y ven confiadas cómo se alejan las nubes hacía el final
    de un camino, hacía este sumidero impenetrable.

Pero la gravedad no persistirá, no hará caer más criaturas al abismo.


 


 

Bañistas

 

Los bañistas apoyan sus espaldas en el muro
en tanto el agua con indiferencia golpetea sus pieles suavemente.
Abandonados a su mundo nuevo, leen o entrecierran sus ojos,
y más lejos una musiquilla casi inaudible bajo la superficie
impone su ritmo acompasado a una madre y su hijo.
Al volver a la habitación cerrarán la puerta,
ya no serán más bañistas, y se acostarán en silencio.
La vida sigue y los sonidos del balneario callarán para siempre
delicadamente, sin afán de vivir, en total quietud,
como un soplo al corazón.

 

 


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