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Conversación-lectura con Hugo Mujica (Buenos Aires 1942)
en Casa del Poeta, Octubre de 2008.

Por Ana Franco O.


Sólo lo desnudo está cumplido
H.M.

Luego de tres años de silencio, empezó a escribir poesía.

Por eso, el asunto del silencio es una referencia que se vuelve obligada en la vida de Hugo Mujica (quien pasó siete años en monasterios trapenses de Argentina, Estados Unidos y Francia) y que a todos nos sorprende, por lo que nos dirigimos, con facilidad, al tema.

Lo conocí en su departamento de Recoleta, en uno de los barrios más hermosos de Buenos Aires. Trabaja todo el día, rodeado de libros que cubren los altos muros. Leía a Heidegger (como lo hace con frecuencia). Fue muy amable, y serio. El espacio en que vive es impresionante (algunos cuadros, en el lugar exacto, formatos grandes de gusto excelente, por ejemplo; un único sillón al lado de la ventana; tapetes que conducen al escritorio, dos sillas frente a él, que está al centro). Sale por la noche, al teatro. Disfruta Buenos Aires.

Hugo Mujica acomoda sus versos con la precisión impecable de sus gestos. Con frecuencia los poemas se sitúan en la parte más baja de la página y fluyen desde ahí hacia la derecha, en escalones largos que se concatenan con el siguiente poema: breves, casi todos. En la limpieza hay la complejidad de una filosofía (sentencias, paradojas): “me arrojaron a la arena en un circo/ de gradas vacías/ me arrojaron a las fieras en una arena sin fieras/ me condenaron a muerte/ y me olvidaron atado al borde de la vida” (las minúsculas y la ausencia casi total de puntos nos hablan de un continuo).

Estuvo en México el pasado octubre y leyó en La Casa del Poeta frente a un mínimo auditorio (un accidente, de esos frecuentes en el mundo de lectores de poesía). Lo escuchamos leer poemas sueltos que traía impresos en papel y uno que otro, de sus libros. Hablaba de su padre, de la ciudad, de un perro despedazado en la nieve en el que se ve morir. Contrario a muchas obras, escucharlo es aparentemente sencillo (digo aparentemente porque el camino no es oscuro, y sin embargo, en la lectura sobre papel encontramos infinidad de planos). Su voz es envolvente. Hizo falta que siguiera (lo interrumpieron) y siguió.

mujica01.jpgEmpezamos la ronda de preguntas que se formó del grupo escaso pero muy agradable. Capturo aquí lo que en mis notas a partir de mi presencia esa tarde (fría ya) en la colonia Roma (seguramente y contrario a la poética de Mujica, mi recuerdo tiene mucho de inexacto):

H.M: La experiencia del silencio es la de aprender a escuchar. Demorarse en la palabra para apreciar lo que aún no dijeron. “Bajo cada lluvia podría ser yo quien yace, ahora lo sé, ahora que he muerto en otro”.

Pensando en su casa y en la precisión de sus versos, le pregunté que cómo volvería a amueblar el mundo o desde dónde. Reilgioso y heideggeriano me contestó que desde la voz (esperaba esa respuesta). El caos, dijo, es abrir la boca antes de nombrar; en el misticismo, sin embargo, se parte de la boca cerrada.

Transcribo un par de ideas fragmentarias, de otras intervenciones y sus respuestas:

 ¿En la búsqueda, la realización es el propio poema?

El poema es el encuentro; ni búsqueda, ni razón de ser.

La obra se cumple en sí misma, no es herramienta. El poema no se justifica a partir del anterior. El arte es el reino de la gratuidad: libre de la cadena utilitaria, es lo bello. El poema es el encuentro con algo.

¿Dónde está la chispa de la creación?

Lo que no estaba y de repente, fue. El acto creador no inicia en la voluntad; se recibe lo que no era. (De ahí que inicie su escritura poética luego de la larga estancia en el silencio).


No sabe porqué los perros aparecen frecuentemente en sus poemas; también los ciegos, aunque en ese caso quizás por su padre.

¿Dónde suceden el poema y el acto? No se sabe. Es sedimentación. Después uno inventa (no se tiene tanta conciencia como parece).

Trabajó en un asilo para ancianos y ahí le sorprendía el proceso de memoria cuando no se tiene ya mucho futuro; es entonces que surge el recuerdo de lo real: lo poético es así, se ilumina lo que no estaba.

Le preguntan por la mutación de sus versos en la parte inferior de la página. Viene de la plástica, dice, tiene que ver con lo visual. Prefiere no dar vuelta a la hoja: en Occidente, lo pesado tiene que estar abajo, en Oriente, en cambio, hay dos tercios vacíos y uno lleno: “soy lo que ya no espero”. Él necesita ese espacio de vibración de/para la palabra. La impresiona que la semilla del árbol haya sido arrancada por la luz.

Terminó la sesión y fuimos en busca de un lugar para cenar. Yo, que soy desorientada, lo llevé por un laberinto en cuatro cuadras hasta que dimos con un sitio. Me habló de su estancia en Nueva York (en los años setenta), de su vuelta a Buenos Aires, del hallazgo maravilloso que es su departamento. Cenó pasta y me dijo que lee a Tieck y a Lispector, entre otros.


Leer poemas...

 



Hugo Mujica
nació en Buenos Aires en 1942. Estuvo radicado en Estados Unidos. Durante siete años vivió en el Monasterio Trapense en el silencio y la meditación. Es sacerdote y autor de los libros de poemas "Brasa blanca", "Sonata de violonchelo y lilas", "Responsoriales", "Escrito en un reflejo", "Noche abierta", "Sed adentro" y "Casi en silencio", entre otros.

Publicó también los ensayos "Camino del nombre", "Origen y destino" y "Poéticas del vacío" y el libro de cuentos "Solemne y mesurado".

En 2008: "POESÍA COMPLETA -1983-2004". Ed. Seix Barral. 4a Ed; 2008. "BAJO TODA LA LLUVIA DEL MUNDO". Ed. Seix Barral. (Relatos); 2008. “POESIE SCELTE”. Raffaelli Editore. Rimini Italia. (Poesía); 2008. “WHAT THE EMBRACE EMBRACES”. Coimbra Editions. San Francisco U.S.A.(Poesía); 2008. “LA CASA Y OTROS ENSAYOS”. Vaso Roto Ediciones. Monterrey, México; 2008. “PESMI”. Ed. Kud. Ljubljana, Eslovenia. (Poesía).

 


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