(arbitrarios contigo)*
Ilegales contigo Zamorita
afeitando antracita a tus surcos.
Facturamos a tu alias
(la malicia de tu raíz)
la pampa de la exaltación. Supermercado
en el laxo deleite del demontre
casta indulgente para jaleos gansteriles
embeleso panfletario por el credo
de la casta bruna. ** Desalojado Ahuizote
no hay débito para ti
no cobrarás caudillaje; negra ventura
corneja caída de la tarde.
* Podría titularse (campo magnético)
** Ahora penetra el rubor de aquel “supertuesday”
[Acápite, p. 20]
VI. Una casa en un parque
Una casa en un parque
Una casa llena en un parque lleno
Una casa es siempre un diamante
Unas colchonetas en la terraza
Un desierto en la antesala Un infierno
Florido Un punto expandido apenas
Un compás separado adentro
Adentro de la caseta donde el romance
Conyugal ha de barrerse
Mortal el astillero
Ha de barrer la casa
[Si la casa el vergel
Si el huerto lleno La terraza]
La antesala desierta La señal
La colchoneta desteñida
[Bordón, p. 31]
Cielo del perezos
se abatirá la constelación
un minuto más del perezoso en lo alto del oriente
le vendría bien un leñazo huraño a la santidad
frente a La Cantera
no cela el dormido ni su pira de bostezos
chamusca el examen del que lo reconoce en el domo
poseso cabecea tus ojos si estás a la mira
granos de sueños entre los cirros de sus adagios
un caballo de golpe curte la ingravidez del que entra
por el aro en alto
viruela de los arcanos de Yucué sin polución
sin paréntesis
ni pampa
[Dactilares, p. 51]
La Cacuma preparatoriana
Le cuento a Paco cuarenta y uno
mientras dice agüita y se toma la foto instantánea
que Perla, la cacuma preparatoriana,
se volvió campeona de natación cuando casó con el caifán.
Recuerda él, que a nuestra calilla tan querida
(–a nuestro dedo cordial– digo yo presumiendo)
sólo le faltaba esa cantonera.
Hoy carga mochila y vive en casa grande
la buena Perla, catán del cinturita.
¿No lo has visto regentear en Plaza Coscolinas?
Ahora su chuchufante es tu Andy. Piensa
con unas cucharadas a cuestas,
en esa cena larín que te arrebata,
clávate una estocada
y curte de plomo a ese tallito.
El Paco irreconocible, pues.
Ya veremos, –le escupo al coqueto,
Tus nereidas del parnaso, carecen de vergüenza.
Yo sólo soy coyote cumplidor de la obligación
con Adry. Deja que la caleta de liandras dé de qué hablar
y cayetano, la botella.
Así sea.
[Acertijos, pp. 60-61]
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