Héctor Pedro Blomberg, letrista y poeta
 

 

Por Jorge Fondebrider


musica-blomberg.jpgDe acuerdo con las enciclopedias, Héctor Pedro Blomberg (1889-1955) fue poeta, novelista, dramaturgo, guionista y periodista. Sus libros de poesía son La canción lejana (1912), Gaviotas perdidas (1921), Bajo la cruz del Sur (1922), Las islas de inquietud (1924), Canciones históricas (1936) y Cantos navales argentinos (1939). Sin embargo, es muy probable que hoy se lo recuerde más por los tangos, valses y canciones que escribió junto al guitarrista Enrique Maciel (1897-1962 para su amigo el cantante Ignacio Corsini (1891-1967), quien grabó "El adiós de Gabino Ezeiza" (milonga), "La mazorquera de Monserrat" (tango), "Violines gitanos" (tango), "Tirana unitaria" (tango), "La viajera perdida" (tango), "La que murió en París" (tango), "Siete lágrimas" (canción), "La guitarrera de San Nicolás" (vals), "No quiero ni verte" (vals), "Los jazmines de San Ignacio" (canción), "La canción de Amalia" (vals), "La china de la Mazorca" (canción), "Me lo dijo el corazón" (tango) y, sobre todo, el famosísimo vals La pulpera de Santa Lucía. Para quien la recuerde, ésta es su letra: “Era rubia y sus ojos celestes/ reflejaban la gloria del día/ y cantaba como una calandria/ la pulpera de Santa Lucía.// Era flor de la vieja parroquia./ ¿Quién fue el gaucho que no la quería?/ Los soldados de cuatro cuarteles/ suspiraban en la pulpería.// Le cantó el payador mazorquero/ con un dulce gemir de vihuelas/ en la reja que olía a jazmines,/ en el patio que olía a diamelas.// "Con el alma te quiero, pulpera,/ y algún día tendrás que ser mía,/ mientras llenan las noches del barrio/las guitarras de Santa Lucía".// La llevó un payador de Lavalle/ cuando el año cuarenta moría;/ ya no alumbran sus ojos celestes/ la parroquia de Santa Lucía.// No volvieron los trompas de Rosas/ a cantarle vidalas y cielos./ En la reja de la pulpería/ los jazmines lloraban de celos.// Y volvió el payador mazorquero/ a cantar en el patio vacío/ la doliente y postrer serenata/ que llevábase el viento del río:// ¿Dónde estás con tus ojos celestes,/ oh pulpera que no fuiste mía?"/ ¡Cómo lloran por ti las guitarras,/ las guitarras de Santa Lucía!”.


Héctor Pedro Blomberg, letrista y poeta

 

Música y poesía
por Jorge Fondebrider


musica-blomberg.jpgDe acuerdo con las enciclopedias, Héctor Pedro Blomberg (1889-1955) fue poeta, novelista, dramaturgo, guionista y periodista. Sus libros de poesía son La canción lejana (1912), Gaviotas perdidas (1921), Bajo la cruz del Sur (1922), Las islas de inquietud (1924), Canciones históricas (1936) y Cantos navales argentinos (1939). Sin embargo, es muy probable que hoy se lo recuerde más por los tangos, valses y canciones que escribió junto al guitarrista Enrique Maciel (1897-1962 para su amigo el cantante Ignacio Corsini (1891-1967), quien grabó "El adiós de Gabino Ezeiza" (milonga), "La mazorquera de Monserrat" (tango), "Violines gitanos" (tango), "Tirana unitaria" (tango), "La viajera perdida" (tango), "La que murió en París" (tango), "Siete lágrimas" (canción), "La guitarrera de San Nicolás" (vals), "No quiero ni verte" (vals), "Los jazmines de San Ignacio" (canción), "La canción de Amalia" (vals), "La china de la Mazorca" (canción), "Me lo dijo el corazón" (tango) y, sobre todo, el famosísimo vals La pulpera de Santa Lucía. Para quien la recuerde, ésta es su letra: “Era rubia y sus ojos celestes/ reflejaban la gloria del día/ y cantaba como una calandria/ la pulpera de Santa Lucía.// Era flor de la vieja parroquia./ ¿Quién fue el gaucho que no la quería?/ Los soldados de cuatro cuarteles/ suspiraban en la pulpería.// Le cantó el payador mazorquero/ con un dulce gemir de vihuelas/ en la reja que olía a jazmines,/ en el patio que olía a diamelas.// "Con el alma te quiero, pulpera,/ y algún día tendrás que ser mía,/ mientras llenan las noches del barrio/ las guitarras de Santa Lucía".// La llevó un payador de Lavalle/ cuando el año cuarenta moría;/ ya no alumbran sus ojos celestes/ la parroquia de Santa Lucía.// No volvieron los trompas de Rosas/ a cantarle vidalas y cielos./ En la reja de la pulpería/ los jazmines lloraban de celos.// Y volvió el payador mazorquero/ a cantar en el patio vacío/ la doliente y postrer serenata/ que llevábase el viento del río:// ¿Dónde estás con tus ojos celestes,/ oh pulpera que no fuiste mía?"/ ¡Cómo lloran por ti las guitarras,/ las guitarras de Santa Lucía!”.

Como se puede leer, el color local es fuerte. La acción se sitúa en la época que los federales (vale decir, los defensores del sistema federal) ya vencieron a los unitarios (o sea, a los liberales) y Juan Manuel de Rosas (1793-1877), el estanciero que, tras derrotar al general Juan Lavalle se apoderó del gobierno de la Provincia de Buenos Aires, ejerciendo un mando absoluto entre 1835 y 1852, preside la llamada Confederación Argentina. Su gobierno, al que muchos calificaron de dictadura, contó con la ayuda incondicional de la Mazorca, brazo armado de la Sociedad Popular Restauradora, compuesta por policías y serenos.

musica-blomberg-pulpera.jpgEn otro orden, las palabras que aparecen en el texto son del todo transparentes para cualquier argentino medianamente culto. La “pulpera” es la mujer que atendía la “pulpería”, que era el almacén campero de ramos generales donde, entre otras cosas, se vendía “pulpa”; vale decir, carne. El “payador” es aquel que improvisa cantando, acompañado de la guitarra. Por último, “Vidalas” y “cielos” son distintos géneros musicales por demás plañideros.

Llegados a este punto, está claro que, por más agradable que sea la canción, los datos que acabo de añadir permiten al oyente (o en este caso, al lector) comprender más plenamente de qué se está hablando. Por supuesto, esto no es un problema para los argentinos, que, por la mera frecuentación de las imágenes del período o incluso por el vago conocimiento que sobre éste brindan las escuelas, saben de qué se habla. De hecho, como dije más arriba, el texto de esta canción, que data de 1929, es uno de los más famosos del repertorio argentino. 

  “La poesía de Blomberg –señala la crítica Beatriz Sarlo– tiene dos vertientes fundamentales: la historia novelada y romántica del rosismo y la nostalgia del mar y de los puertos, de un mundo apartado, misterioso o siniestro: poesía de la evocación es por lo tanto la suya”. Es esta última vertiente la que, desplazada por la veta campera y por el repertorio tanguístico, sólo en los últimos tiempos, ha comenzado a ser considerada. Así, es probable que la importancia de Blomberg hoy se mida no tanto por la minuciosa reconstrucción histórica que hizo del tiempo de las luchas entre unitarios y federales –muy presente en sus canciones– como por el aspecto portuario –y acaso funambulesco– de sus mejores poemas, que, si se quiere, prefiguran una de las vertientes más fértiles de la poesía de Raúl González Tuñón. Sirva como ejemplo, Las dos irlandesas: “Aquí estoy con los chinos y las dos irlandesas/ que llegaron a bordo del Jamaica Marú;/ Maggie, la mayor, tiene ojos como turquesas/ y bebe gin en este viejo bar del Dock Sur.// Nancy, la menor de ellas, parece una gitana,/ pero nació en el barrio más pobre de Dublín;/ arde en sus ojos negros una pasión lejana/ y en su pálida frente hay una cicatriz.// De dónde las trajeron los chinos taciturnos/ Maggie me habló al oído: “los conocí en Shangai...”/ (En el bar se morían los murmullos nocturnos/ y en los labios musica-blomberg-manuelita.jpgde Nancy se apagaba un cantar...)// El Marú había partido con rumbo a Yokohama./ Maggie me amó en las noches siniestras del Dock Sur;/ Me hablaba de su vida errante, y una llama/ de pasión palpitaba en su mirada azul.// Nancy, junto a nosotros, cantaba dulcemente/ canciones misteriosas de la China y del mar./ (Quién las llevó de Irlanda al infierno de Oriente,/ y por qué las trajeron los chinos de Shangai).// Pero yo amaba a Nancy, la irlandesa morena;/ los chinos, silenciosos, miraban a las dos;/ las casuchas dormían bajo la luna llena/ y en los negros navíos temblaba un resplandor.// ¡Nancy! ¡Nancy! Una noche su canción quedó trunca;/ los chinos dormitaban borrachos de chandú.../ ¡Pobre Maggie! Esa noche bebió más gin que nunca/ y se arrojó a las aguas oscuras del Dock Sur”.

Poco importa aquí saber qué es el Dock Sur –aunque para los curiosos, tal vez valga la pena aclarar que El Doque, según suele nombrárselo, es una localidad del partido de Avellaneda, en la zona sur del Gran Buenos Aires, construida en la orilla sur del Riachuelo, uno de los límites de la ciudad– y mucho la pasión que se despliega en la historia de esas dos irlandeses, traídas desde Shanghai por dos chinos y que encontrarán su trágico fin en una zona marginal de una ciudad lejana.

¿Existe tanta distancia entre la letra del vals popular y el poema culto del poeta postmodernista? Probablemente, no. De hecho, ese oscuro poema, tantos años oculto en las amarillas páginas de uno de esos libros que ya nadie lee, hoy, gracias al oficio y la pasión de Juan “Tata” Cedrón, es un tango.


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