Julián Herbert


No conozco personalmente a Javier Sicilia pero la noticia me dejó devastado: como decía Whitman, quien lee un libro está tocando a un hombre. Instintivamente, me sentí jalado hacia mi hijo. No he podido separarme de él el resto del día.

Lo que la fallida guerra contra el narcotráfico nos arrebata día a día no son solo vidas humanas: es nuestro sentimiento de futuro. Los más notorios responsables de esta pérdida son, por supuesto, quienes se dedican a la delincuencia organizada. Pero sería inhumano afirmar que ellos son los únicos.

Compartimos, sobre todo, un trágico fracaso ciudadano: el de no haber estimado lo urgente que era presionar a nuestra clase política a favor de las candidaturas independientes. Uno tendría que ser muy ciego o muy cínico para no reconocer que ningún partido político mexicano se halla a la altura de las  circunstancias.







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