Señora de Londres escogiendo limones

No, no todo limón es amarillo cuando
la mano de alguien lo toca y humaniza, pequeño dios
dando tumbos del cielo de un pensamiento manual y
exigente. A veces, cuando la sed no es grande,
uno del fondo se levanta a la altura de la mirada y entonces,
por mágica rotación de la suerte que en los astros se refleja,
encuentra otra luz en la mano que lo toma y deposita
en casa harto prosaica y de plástico. En la vida,
caminando hacia el futuro que el nunca sabrá donde queda,
el limón continuará estando entero
y su zumo continuará siendo zumo,
por la misma sabia razón por la que la historia de los hombres
es siempre mucho mayor que ellos.

Versos de amor pos-modernos(s)

1
Te amo
porque no soy otro:
es, así, una imposibilidad
que nos aproxima

2
Es posible
querer cogerte las manos
y estremecer
justo después de haberlas tocado:
que seamos tan mutuamente
incompletos

3
Y sonríes en mí
la imperfección del mundo:
vicios, gozos, pequeñas caídas:
pequeñamente
uno para el otro

4
Cabemos enteros
en el mundo, a veces
quedamos con lo pies
fuera de la cama:
somos pequeños,
somos tan grandes

5
Exagero lo que
no soy para que
gustes más de mi:
aumentar la probabilidad
de recibirte.

Las máquinas de fabricar lluvia

Hay personas que están muy ocupadas. Son las personas llenas de falta de tiempo. A veces me aparece una y luego marca, yo tengo poco tiempo o yo no tengo ningún tiempo. Yo pregunto luego, eso se pega… ellas miran afligidas hacia mí. La tentación de estas personas al momento siguiente es explicar, contar por qué es que no tienen tiempo. Y comienzan, yo esta mañana… y entonces yo digo, alto… cuidadito, no me pase sus dolencias. Y comienzo a desandar cerca de ellas. Y ellas vienen tras de mí y dicen así: podemos combinar cualquier cosa que haces el jueves. Respondo yo, nada. ¿Nada? Nada. Y he aquí que me pongo a andar como si empezase a llover. Yo detesto la lluvia.