Profesores de la Escuela Mexicana de Escritores
Arturo Córdova Just Arte de amar Quiero —golpe de estilete sobre la blanca sangre de una página— destilar letras con pasión: de vocales broten los tatuajes en la piel canina de mis calles. Con mis grafismos haga el sol su voluntad. Ilumine el relámpago mis nocturnas excavaciones en persecución de una imagen. Sea mi máquina —bestia hermosísima— quien declare inaugurados los juegos carnales de la tinta. Por mis papeles ronden los mercuriales pómulos de cualquier luna. El cadáver de mi sed, siglos sumergido quede por el agua equinoccial de los poemas. Exijo que en mis líneas el mar abra los ojos. Que segreguen mis glándulas la purísima leche del lenguaje. Animal de la palabra, pido a las aves me enseñen la gramática del trino, induzca mi pluma a las sublevaciones, aromatice la casa del lector la verde suavidad de este durazno, desciendan leones a beber en la feliz naturaleza de mis frases, conquisten mis dedos —en ocasiones de madera— los jeroglíficos que el oleaje clama. Así pues, voy a hundirme con la Venus del abecedario. Hágase, al fin, la alfabetización de nuestras almas. Para una civilización extinta en vías de desarrollo Humildes objetos de insatisfacción, compañeritas de agua dulce, barquitos de vela en los bajos fondos de crujientes camas. Cachorras de agresiva inermitud, cómo decirles, a modo de oportuno manifiesto, que me esquirla deshallarlas, sólo miro Jeans y salones de belleza, un episodio de TV, hímenes en el menú y cerebros intocados. ¿Dónde la materia gris de sus almas? Hoy me urge pensar en otras más hembras y futuras: alguna con el flujo de Beethoven en el río de su femoral, una muchacha con los pies en tierra. Ay, compañeritas, instintivos torrentes del punk y la electricidad, cómo decirles, que estoy harto de saberlas comunicantes del tedio, nalguitas al ritmo de acetatos, y a estas alturas de los crímenes, cuando hay reniego de los rolling, el maquillaje y las blusas entalladas, y es preciso sumergirse en otros tálamos, como por ejemplo, el de Rosa Luxemburgo.
Poeta, Ensayista y Profesor Universitario. Estudió Arte Dramático en la Escuela Nacional de Teatro- INBA. Vivió en París, Francia y en Ginebra, Suiza. Es Premio Nacional Historias de Lectura (2003). Es titular de la sección de libros del Noticiero Enfoque y Director de Difusión Cultural de UNITEC, campus Atizapán. Forma parte del Consejo Académico de la Escuela Mexicana de Escritores.
Obra publicada. Ensayo: Alfredo JUST (Generalitat Valenciana, España, 1995), Alfredo Just, entre Valencia y México (Universidad Politécnica de Valencia, España, 1998), Poesía: Los otros días (Ediciones Mester, 1982), Atarjeas (Editorial Villicaña, 1986), Efectos especiales (Editorial Villicaña, 1987), Retratos junto a la orca (Editorial Espejo, 1989), Piezas para piano (Editorial Verdehalago, 1990), Pandilla de nubes (UAM Azcapotzalco, volumen colectivo, 1990), Enigmas (Editorial Villicaña, 1990), Bitácora del poseído (Editorial Verdehalago, 1996), Al reverso de la herida (IPN, 1999) Historias de lectura II (Conaculta, volumen colectivo, 2006), Al acecho del relámpago (Editorial Aldus. 2008), Amotinados a las puertas del cielo (Editorial Cabos Sueltos. 2009). Fernando Fernández (Ciudad de México,1964) A la señorita Piedad Aguilar, al volver de un viaje Para darte las gracias, para hacerte saber que aprecio mucho que hayas puesto a resguardo algunas pertenencias mías mientras duró mi viaje, quise comprarte algún detalle —una planta, digamos, una azalia (“azalea” dice Charo, que es quien me recomienda regalarte una planta, ya que te gustan tanto). Pero en toda Escalona, a donde fui temprano para evitar el calorón de agosto, a uno y otro lado de Illescas, ni la sombra del vendedor que otrora (¡todavía este martes!) regaba de macetas la banqueta bajo este mismo sol, Piedad, un sol de agobio no digno de Madrid sino de Gobi. Con las manos vacías, de vuelta esta mañana, me entero de que quieres deshacerte de tanta planta, una de cada —por Charo es que me entero— ya que, dices, de todas tienes dos al menos. Y aunque conozco algún disgusto tuyo —las niñerías de tu hombre octogenario casi, sus bastedades y sus desfiguros, que no llama desde hace cuatro tardes y con quien, de otro modo, cada domingo vas al cine y después tomas algo junto al lago—, mentiría si te digo que no ignoro, tus gustos en perfumes o pañuelos o pedrerías. Por todo ello te envío en estas líneas, Piedad, como si fuera, digamos, otra cosa —una cosa que fuera más que letras—, una mascada, un jaspe o hasta una planta, sí, un manojo de azalias rozagantes, una planta si no tuvieras tantas. De ilusorias azalias, en este ramo escrito, y en sus ásperas hojas y sus tallos opacos, incapaces siquiera de beber de las linfas de un florero, de alegrar un balcón o una recámara, en ellos va mi gratitud —y no repares en si, siendo honestos, son sus dones exiguos. Cuando vuelvas al lago del brazo de tu hombre este domingo, de regreso del cine, no dejes de mirarte en las aguas azules; sonríe, sin más, sonríeles a las nubes y a las flores que mires. Será verano, y aún de día, y en la esquina de Illescas y Escalona venderán cualquier cosa todavía en vez de plantas; será este sol de agobio todo menos que incierto —aquel que, impropio en Gobi, ha resultado propio de Madrid, ¡que no es desierto! Azalea dile tú o dile azalia, no importa cómo llames aquello que sin trazas de donaire te pido que recibas, Piedad, como si fueran gracias.
Este poema forma parte del libro Palinodia del rojo, editado por Aldus en 2010.
Es licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Tuvo la beca "Salvador Novo" y fue becario del Centro Mexicano de Escritores. Ha publicado las colecciones de poemas El ciclismo y los clásicos (Cuadernos de Malinalco, 1990), Ora la pluma (El Tucán de Virginia, 1999) y Palinodia del rojo (Aldus, 2010). Fundó y dirigió la revista Viceversa (1992-2001). Entre otras actividades, fue director General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Da clases de poesía en la Escuela Mexicana de Escritores, conduce un programa de radio sobre libros en una estación del Instituto Mexicano de la Radio y todos los lunes renueva el contenido de su blog, Siglo en la brisa (www.oralapluma.blogspot.com ). Armando González Torres (Ciudad de México, 1964) Donde se discute la pertinencia, o no, del perdón I Me propongo demostrar el carácter imposible del perdón. Yo, al contrario, afirmo que en este mundo sólo se viene a sufrir y perdonar. Todo perdón deja una marca, como una pequeña verruga, en los labios del perdonador y en las orejas del perdonado. II Hablo de ese mal, tan desconocido al común de los corazones, que exige la invención de una nueva lengua. Porque el mal tiene, finalmente, una implicación lingüística: deja corta la palabra, fuerza la imaginación y el horror más allá del lenguaje. Perdonar, entonces, no es un acto que pueda recurrir a la palabra. No existe, en consecuencia, ninguna frase convencional para perdonar, tampoco para pedir perdón. Quizá ronronear sea un principio apropiado para pedir perdón. Y quizá se pueda perdonar con un exabrupto sibilino, con un poema gutural, con una violenta salida del lenguaje y de uno mismo. III Era yo tan reacio al perdón como propenso a la herida. Ese odio cansino, casi condescendiente, que profesamos a los enemigos de nuestros ancestros. “Mi odio es lo mejor de mí” dice Carlos Drummond de Andrade Mi pregunta, profesor, es ¿cómo se odia mejor a un ser al que la tierra ya ha devorado? Un rencor impersonal, seguido de un perdón anónimo. A veces me fallaban la memoria y el ánimo y, en lugar de sentir rencor, sentía una inexplicable, insultante placidez. Y, de repente, amar, simplemente por cansancio, por reblandecimiento del odio.
Del libro Sobreperdonar, de próxima aparición en editorial Magenta.
Poeta y ensayista. Publica en numerosas revistas y suplementos culturales de México y del extranjero. Ha ganado diversos premios nacionales como el “Gilberto Owen” de poesía y el “Alfonso Reyes” y “José Revueltas” de ensayo. Es autor de cuatro libros de poesía, de los ensayos Las guerras culturales de Octavio Paz, ¡Que se mueran los intelectuales! y El crepúsculo de los clérigos y del libro de aforismos Eso que ilumina el mundo (Almadía, 2006). En 2011 recién publicó Del sexo de los filósofos (Biblioteca Mexiquense del Bicentenario) y La Peste (El Tucán de Virginia-Conaculta). Maricruz Patiño (Ciudad de México, 1950) Bacalar La laguna duerme la siesta en la quietud de su espejo las aguas mansas, azules y cálidas acogen serenas nuestro asombros cuántas brisas qué viento hacen rielar las ondas de la luna que crece irisación del misterio en el instante fecundo desmedido silencio lleno de aves peces de piel obscura pululan mientras sigo la riba que se extiende en el mangle arden los últimos destellos violación de la noche un ave vuela hacia el pez y lo devora he aquí el dolor mudo de la belleza.
Desde su infancia ha residido intermitentemente entre Valle de Bravo y la Ciudad de México. Poeta, ensayista, guionista de cine y televisión. Coordinó la maestría en Apreciación y Creación Literaria en la Casa Lamm (1999-2002). Fue titular de la cátedra de poesía, en la Escuela de Escritores de la Sogem por más de quince años. Actualmente es maestra y socia fundadora de la Escuela Mexicana de Escritores, así como de la Escuela de Escritores del Estado de México “Juana de Asbaje” y es directora del Centro Regional de Cultura “Joaquín Arcadio Pagaza” de Valle de Bravo. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía “Efraín Huerta” de Tampico, 2009 con el libro Arati. Es coautora de la Trilogía Poética de las Mujeres en Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes) (Ediciones La Cuadrilla de la Langosta-Conaculta,FONCA-UNAM-UAM-Fundación BBVA-Bancomer, 2004 y de la antología V Siglos de Poesía femenina en México (Consejo Editorial Mexiquense de la Administración Pública Estatal, 2011). Ha sido incluida en más de cuarenta antologías, nacionales e hispanoamericanas. Libros de poesía: La circunstancia pesa (UNAM, 1979), Voces (Hiperión, 1984), La prosa de un viaje desesperado (Verdehalago, 1990), Otras vidas (Práxis, Dos filos, 1991), Larga vigilia (Tintanueva Ediciones, 2002), Del mundo y otros cielos (Chihuahua Arde Editoras, 2004) y El timón dorado (Chihuahua arde Editoras, 2011).
Eduardo Parra Ramírez
Escribo No son las cicatrices de las horas la escritura de esta caligrafía de silencios Qué callado paisaje entretiene las sombras cómo niega la forma en su espesura Asciendo al mirador donde el mundo pronuncia para el ojo sin mirada pedregales de asombro Entre el ojo y la cosa no hay línea recta sino grieta que declara el desgaste Todo es cuerpo de piedra que nos desobedece endureciendo la memoria del mundo Digo mi tiempo Verbo que brota enfurecidamente como brota la luz del estallido Escribo descendiendo pisando antecedentes El dolor pone rostros en el ojo que llora Vuelvo a mirar antes de abandonarlos por un instante me reconozco en ellos No basta la palabra Un animal penetra por los ojos y fecunda las furias sin sentido con su sangre desnuda Aquí está la ceniza de lo que fue palabra y será olvido Escribo sin idioma para dinamitar Partir sencillamente Sin la liturgia de la despedida Deshabitar la casa del sonido en donde la palabra se cansó de sus propias oquedades Quiero silencio ahora No se amplifique el eco de los pasos La garganta no diga sus adentros No voy a refutar el movimiento el futuro de un viaje que le nace hoy al cuerpo pero que echó a andar antes de que el camino estuviera Nunca vuelven los pasos No hay camino que no sepulte el mapa del regreso Adiós Si logré la distancia no se me niegue olvido Hospital Los rojos pasos sonámbulos dejan atrás la madrugada La cama enferma oscuramente observa los sonidos Encerrado en la paz de tu mañana miras pasar el frío Una línea en tu mano se adelgaza Respiras la sombra de los muertos El aire pesa crepitan los pulmones El corazón inexplicable se repite Temes a la ventana porque parece un ojo Escuchas Por el pasillo alguien algo se acerca
Nació en la Ciudad de México en 1970. Estudió cine y creación literaria. Ha incursionado asimismo en la dramaturgia, la dirección de cortometrajes, el guionismo radiofónico, la música y la docencia. Ha ganado varios reconocimientos nacionales e internacionales entre los que destaca el premio "Ignacio Manuel Altamirano" de Poesía por Refractario, el Calendario Azteca de Oro para guión radiofónico y el Premio Nacional "Juan Rulfo" para Primera Novela por La ira del filósofo. Es maestro fundador de la Escuela Mexicana de Escritores. Parte de su obra ha sido traducida al inglés y al esloveno.
{moscomment} |