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Por Abril Castro |
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Bala primera. Leer este libro es presenciar cómo se carga un revólver y recibir esa carga. Integrado por seis apartados-balas, El Reverso exacto del texto compila el trabajo de más de dos años de experimentación poética de Margarita Sayak Valencia-Triana, tiempo en el que se arremolina en los temas que le taladran: el lenguaje, el acto de escribir, la mujer y su violencia. En este primer apartado, el poema mismo es una bala que penetra el cuerpo de quien lee y de quien escribe. De alguna manera la poética de Sayak busca corporalizarse; me refiero con esto a que sus textos tratan de encontrar un cuerpo al que encarnar, un cuerpo de mujer desde el cual escribir.
La poética de Valencia-Triana siempre regresa de alguna parte. Atraviesa filosofías, cielos, amaneceres y cambios de horarios, jetlags. Parece ser su estrategia pensar la identidad desde fuera de sí misma, ver la montaña desde la otra montaña, convertirse en la otredad al integrarse a ella, verse desde fuera. Desmarcarse. Porque a veces la escritura funciona también como un espejo donde LOS OBJETOS ESTÁN MÁS LEJOS DE LO QUE SE VEN, porque como dijera María Negroni hay “un uso especulativo (especular también) de la distancia como método para complejizar la mirada y reclamar, oblicuamente, una pertenencia”. La poesía de Sayak se caracteriza por su agudeza, su brevedad —prima hermana del aforismo—, puntería certera. Margarita se da licencia para jugar con la prosa poética y adentrarse en una forma que atisba sus habilidades narrativas y reitera sus obsesiones, esas que avanzan al ritmo del poemario y que ya se asomaban en su trabajo previo jueves fausto publicado en ediciones de la esquina. Sayak es una poeta que enarbola en la cabeza y no en la página en blanco. Que piensa y discierne las frases por meses dentro de sí, que luego las escupe en el papel virtual que es la pantalla. Para ella el texto se escribe cuando se piensa de forma definitiva. Héroe en constante caída. Lenguaje, filosofía, traducción de todo. Cuestionamiento constante. La innombrable. La letra F. La femme fatale. La Faquir. Sería necio hablar de este libro sin mencionar el feminismo explícito de algunos de estos poemas. Puedo decir que es el feminismo la aguja que hilvana a la mayoría de ellos. De la poética y su eco. Leo un texto de Valencia que dice “Sé que hasta el silencio escribe un texto” y como he dicho antes, pienso que este silencio debe ser el que sucede en la cabeza de la poeta cuando se detiene y desmenuza una idea preconcebida para convertirla en otra díscola, cuando disecciona una forma, o hurga una imagen para convertirla en texto. Este silencio —frío primero de la noche del poema— debe ser esa quietud que antecede al disparo (del poema).
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