Año de Hidalgo
Nebulizaciones
“Nos abrimos para la cosa y la cosa se abre
para nosotros”
dice la soberbia de occidente
que pisa los talones
de mi propia soberbia.
Barrada hubiera sido si los árboles
descubrieran el bosque
pero la barra se rompe
y yo, amigas, me caigo a pedacitos
justo
en los intersticios de la historia
siempre ajena.
He ahí, digo, alguna ética
es decir, mi falta de principios
es decir, ningún comienzo
o “la libertad ésa que funda la verdad
y que a la vez –anuncian- la socava”.
De lo que pacta el ser
sólo se escribe en otros cuerpos
mientras (el sombrero es de Beckett)
hablada por lo mismo
me reparto.
Quemadura
Me ahuequé (de golpe),
de golpe tapé la cara
con solución fisiológica.
¿Me volvería pirómana
y el vestido de la tradición
incendiado?
¿Te acordás cuando las tijeras
se hicieron escuchar
en el camposanto?
Desde ahí no pararon:
a cada rato un cizallamiento.
Sh, queríamos silenciarlas.
(Vos querrías. Yo no.)
Claro que te quería.
¿No me querías ver?
Me destapé primero un ojo,
después la mano
y el guante se fue al fondo
de una fosa común.
Esperábamos viendo (-viento)
Quien niega ahora, ¿afirma después?
Quien niega,
¿qué afirma?
¿Quién no va a la ventana?
Las huellas de tus pies
¿volvieran?, ¿todavía?
Trozos
El ojo hacia ahí: el lomo
brilla como el oro.
El ojo se tienta: ¿lomo
de vaca? ¿Oro de yegua?
¿Lomo de ave?
Las miradas (porque reímos)
hacia nosotros.
¿Es que falta la sal?
(¿y el hambre?)
Brilla el lomo como una embajada
de fiesta.
“Zona antifascista”, pintamos
con el jugo, la sal del lomo.
Una mordida a la carne, a la frase
del convite.
Pero el lomo hace de espejo atrasado:
se empaña entre recuerdos,
los dos hermanos también ahí:
el del puro donar trabajo,
el del puro donar vicio.
(Esa cosa, la pureza, improbable.)
Como al final de una película
(o el libro amado), te pregunto:
¿la vergüenza habrá de salvar
el océano crudo-cocido,
el lomo de la humanidad?
Pasajeros
Se nos cansó, decimos, el caminar.
Pares, impares, acostados
miramos las estrellas.
Me arrimo a tu omóplato:
hay un sitio para descansar, digo
y saltamos al vagón.
Esos chicos del tren juegan: bailan
ahora sobre mi esternón
y reímos de los panes en las bolsas.
Residuales, eso somos esta noche,
este día. Y estamos contentos.
Las hojas del árbol, amarillas, entran
por las ventanas, adornan
los cuerpos.
Es de noche, es de día,
los gorriones en las ramas saltan.
Uno vuela sobre la hoja que cae.
Veo cómo te miro
Veo cómo te miro.
Me oigo escucharte
en estado de excepción (lejos
y otro el dibujito del mapa)
¿Te acordás?, Molloy golpeaba la cabeza
de su madre: un lugar común si el hecho
se produce en los límites del espacio
conocido: lacasa, lalengua, lapatria.
Desde antes de los tiempos, siempre,
hijos- hijas, rompen jarrones,
piedras, nudillos
sobre las cabezas de las madres
con justa razón.
Atraídos
a la crueldad del mundo,
alejados de las tetas generosas,
heridos los cuerpos por cifras,
bisturíes, pavos reales, guerras,
noches, días, no hay
otra forma de soportar.
Sólo suma ese golpe a través
de las bruscas generaciones.
(De una función la grieta,
rotunda. Toc – toc.)
¿Hacia dónde?
Ningún nanómetro alcanzaría para cifrar la distracción.
Árboles. La caída de otro nido sobre la vereda. El fragmento
del nido sobre una rama. La hija que fotografía el nido.
Un cuadro: eso habrá de hacer, enmarcarse, enmarcarlo.
La madre atrasa las escaleras. Se ha trepado y salta
hasta aquí: canta.
Canta una melodía a su antojo. Me sigue me sigue,
la melodía está en mis pies.
(Huyamos: distraídas completamente saldremos
de ese trazo).
Que venga el tasador, que tase la distracción.
Sin herramientas (dirá ) y el cielo es celeste.
El cielo es el techo, reclamo mi parte,
la parte que tiraste, distraída no encuentro ni una sobra,
distraída me alejo y me acerco. Es en la hamaca donde
se destina el recorrido. No se agota, no se agota ni más
ni menos que vos en tu anemia, en tu ayuno.
todos/somos/buenos/hasta
Todos
somos buenos
hasta que somos malos.
Dije en medio de una casa (flotante)
y no encontrar lo que había
esta mañana.
Hubiese pulido los vidrios
como aquel judío o no, excomulgado,
que escribía
solitario como una letra en tu ser ésa. Y mi cabeza
hizo su recorrido de amantes
(guerrilleros, desaparecidos,
desocupados, desesperados,
carpinteros y santos).
Ah!, pero a vos te quise tanto a esa hora
que me alejé (ave)
al idioma disperso
de la infancia
(aunque me habría convertido
en tu crística luz).
Te saludé:
no que vayas con Dios (solamente)
aunque tus botas se hayan desgastado
o el anillo gire rote trote (como un trompo).
¿Habías dicho: ¿cabalgando las palabras?
Grisines
¿El vidrio de los anteojos se habría
empañado si no estuviera así, lejos
de una cara?
Me desenlazo en la madrugada.
Un cuerpo, ni propio ni ajeno, deambula
por la esfera o por la casa.
Ahora, seco el vidrio, un verde resalta
sobre el mármol: ¿espejea a mis ojos
un efecto de error, de amor, sobre las cosas
del mundo?
En la trasnoche el hambre nos pertenece.
Muerdo los grisines que criquean como hojas
de este otoño. Ah!, las voces de los vecinos.
Refriegan sus manos, trancan
puertas.
Tiemblo.
Temo que este cric crac te quite el sueño.
Cae
de mirar
tanta
luz
se lastima
(lástima no me tengan dice justo ahora
que antes se me descosió dice el ruedo
justo ahí muestra su invisible
ala)
Antes de comer
Esta luz y vos y yo cuchicheando,
insomnes.
¿Y si me hacés una sopa? De arroz,
blando, no nevado sino de almidón.
Con su agua humedecemos los cuellos,
el delantal de la escuela y el moño
amplísimo
se engancha en las ruedas del tren:
lo detiene.
Un pájaro abre sus alas
a tu risa humanísima.
A solas
a Liliana S
Lejos está el recuerdo y cuando
se acerca
aprieto los ojos. Pero sigue ahí
la hermanita
dando vueltas
entre las paredes austeras, el libro abierto.
Caminan ella, el libro, las paredes,
se le caen las medias.
¿Si ciega una, siega la otra?, ¿y quién
riega las plantas?
¿Había plantas?
No escucha porque lee
en voz alta, lee lo que todavía
rueda hasta que se queda
y le alcanza una sola pared.
Tu cabeza tu cabeza tu cabeza
se golpea
contra
una vez y dos y mil veces
salgo corriendo.
Hasta que la rueda se aquieta,
la pared se aleja y la lluvia
nos mantiene
todavía
despiertas.
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