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Poesía y caracol |
Por Daniel Gonzaga Bonilla |
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No. 80 / Junio 2015 |
Rafael Courtoisie, poeta uruguayo nacido en Montevideo, en su poemario Poesía y Caracol, construye lo que se ha nominalizado prosa poética. Este género tan polémico nos remite de alguna forma a creer que no hay intermedios entre prosa y poesía. En este libro se crea una pequeña muestra de la existencia de fronteras invisibles, de que el texto puede jugar a ser dos géneros. El autor evoca una imagen múltiples veces y, a causa de ello, la imagen se evapora, el caracol se fuga dentro de su misterio, las fronteras de géneros desaparecen. Desde las primeras líneas, Courtoisie muestra su idea de hacer una secuencia de manifiestos sueltos que llevan a imaginar el arte poético como un acto de retomar la idea de otros textos y crear alusiones a ellos. Sus manifiestos, a modo filosófico, nos llevan a interiorizar cada una de las palabras. Es un juego en el que Courtoisie nos lleva de la mano a lo más profundo de su pensar como lector e intérprete de la literatura. Su escritura nos permite ahondar en lo que puede re-crearse a partir de otras lecturas previamente hechas. Muestra que el escritor no es un creador de la nada, de un vacío temático; aunque sí, un creador a partir de sus materiales favoritos (en el caso de Courtoisie, el cuento, la poesía y la minificción). Las alusiones que aborda el autor pueden ser desde la parte contemporánea (Monterroso, Alberti y Neruda), hasta textos de índole bíblico cuyo eje de interpretación múltiple le permite reanalizar un acontecimiento. Estos juegos, en algunos casos, se fragmentan, dividen la idea hacia dos nuevas versiones de un mismo texto. No se sabe. Nadie lo dice. Dalila permanece desnuda en la noche del tiempo. Lleva sobre el pecho un amuleto tejido con un mechón de los cabellos cortados a su amante la oprobiosa noche de la traición. Dalila está condenada a no morir. A estar para siempre en la memoria, como un fantasma, oscura, errabunda. Condenada a cumplir las tareas de hetaria, de puta eterna También el humor es importante para sus escritos ya que nos muestra que no hay escritura sin guiños hacia una nueva perspectiva o razonamiento de lo creado, lo leído y no analizado. En las cafeterías, sobre las puertas, se exhibe un cartel que exhorta: Courtoisie reflexiona sobre qué es la poesía, demuestra con su pensar y escritura que la creación es un pequeño caracol. De igual forma, el pequeño caracol es un símil de la serpiente devorando su cola. El caracol, llamado poesía, no es más que la flexión de la reflexión sobre sí mismo y que en consecuencia crea el eterno retorno. Un ciclo sin terminar. Las citas textuales por las cuales desarrolla todo un pensamiento filosófico y moral, nos lleva a ver en qué realidad, o realidades, trabaja el autor. En esta realidad múltiple, o analógica, no existe el infinito, no hay interpretaciones válidas o erroneas sobre un cuento, un poema o una minificción. Esa búsqueda que nos lleva a muchos caminos de la realidad, es en sí misma el encontrar múltiples realidades. El uso de las analogías nos presenta que un texto por más mínimo que sea tiene la capacidad de ser diverso gracias a que la palabra en sí evoca y crea una verdad posible para el lector. Todos estos objetos de este cuento son blancos: perlas, hostias y Poesía y Caracol es una mezcla de imitatio, manifiesto y poesía que no distingue los límites entre géneros literarios. Es el acto mismo de pensamiento filosófico sobre la poesía, la palabra, la interpretación y la verdad en sí, escrito en un género tan sublime como lo es el poema.
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