Alfonsina Storni
Han venido
Hoy han venido a verme
mi madre y mis hermanas.
Hace tiempo que yo estaba sola
con mis versos, mi orgullo… casi nada.
Mi hermana, la más grande, está crecida,
es rubiecita; por sus ojos pasa
el primer sueño: he dicho a la pequeña:
-La vida es dulce. Todo mal acaba…
Mi madre ha sonreído como suelen
aquellos que conocen bien las almas;
ha puesto sus dos manos en mis hombros,
me ha mirado muy fijo…
Y han saltado mis lágrimas.
Hemos comido juntas en la pieza
más tibia de la casa.
Cielo primaveral… para mirarlo
fueron abiertas todas las ventanas.
Y mientras conversábamos tranquilas
de tantas cosas viejas y olvidadas,
mi hermana, la menor, ha interrumpido:
-Las golondrinas pasan…
de Languidez (1920)
Carlos Latorre
La luz Roja
Entre todos los muebles que adornan los mundos interiores prefiero los carnívoros
Los armarios para las noches de tormenta
Mi lecho de reguero de pólvora
Su lecho para la materia que constantemente se transforma
El amor siempre toma la forma de los cuerpos que lo contienen
La casa se adapta a los hijos que engendra
Por eso entre dos mujeres elijo siempre a la del golpe de gracia
La que ama de arriba abajo
Entre ella y yo ponemos en marcha el largo tren del peligro
de Lugar común (1954)
Irene Gruss
Sirena
Ahora que todavía puedes, canta
tu delirio;
después, sirena encantada por marinos
atados a un poste,
después, sirena de voz dulce y
corazón tenebroso, incapaz
de sostener
no la nota sino la cordura
-elige el mar, no el barco-, después, elegir será
más tarde que inútil: tu canto, sirena,
te desviará a ti misma,
te perderás ahí en cubierta,
en la orilla o allá, en tu casa.
Aprovecha la garganta, ahora
que no tienes pies
en la tierra, marea y
ensordece el oído humano
hasta que se canse,
hasta que te canses, y el
estruendo
sea como el de un barco que encalla
en el ojo de la tormenta, no en el sonido
cabal de la tormenta. O canta
esa suave y triste canción
que te sabes de memoria, hasta que el agua misma
se confunda,
o aquella que habla de
cosas alegres,
cosas que duran, cosas
reales, imaginarias, y
tu voz tan real o imaginaria
que consterne. Hazlo ahora, sirena,
ahora que la prudencia,
como la noche, llama víspera,
ahora que la luna, cantante muda,
no te ve ni te altera,
ahora, canta,
sin añorar la muerte y la vida.
de Solo de contralto (1997)
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