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portada_marginal.jpgMarginal de una lengua que persigue su forma
Alexis Gómez-Rosa
Editorial Gente,
Santo Domingo,
2009.
 

 
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No. 84 / Noviembre 2015



Dominican style

La casa, de invierno a verano,
es algo más que el verano.
Si la miro de frente,
el azul me apabulla
en su proximidad al rojo, puro blanco
destila en el fondo de la imaginación
27 de febrero.
La casa, muy hermosa
para ser realidad,
ya sea de frente
o de perfil, anuncia
las inclemencias del invierno.

 

Ojo en vigilia

El niño pintó un huevo
excesivamente real. El modelo
se deterioró con la eficacia
de un dentífrico,
brilla y da protección
a sus dientes.
El niño buscó un huevo
y pidió sal.
Blanco sobre blanco
del mantel a la página,
sucumbe
una pobre dieta de aminoácidos
y cereales,
frente a la tirilla cómica
de Tom & Jerry.
El niño abandona pradera
en mesa su difteria,
sobre un corral
de blancos gemidos.

 

Más ojo que lengua

La miré y me miró.
Me dijo, no, abanicando las pestañas
de alambre, en un típico rapto
de Chillida.
Sus dientes, impecables,
los despiana riendo;
no así las tetas
que despena, por recomendación
del sicólogo,
fuera del alcance de manos
que ellas inspiran;
cerrado el cuadro ante la posibilidad
de un segundo matrimonio.
Este poema
sucede (sucedió) en Brasil; me dijo, sí,
descendiendo enigmática la escalera.
La garota, de negro vestida,
me llevó a su apartamento
en un carro Fiat,
protegido el busto
por un brassiere de copas.
Natural de Rio Grande do Sul,
durante el día era una empleada
del Ministerio de Cultura.

Como introducción a su amor,
me paseó por la casa y me presentó
niña y mamá.
Para estimularme, habló
del acendrado machismo de Juan
Velasco Alvarado,
ex-presidente del Perú,
repasando su álbum de familia.

 

Cadete de brillante trompeta

Una vez quise ser guardia,
el guardia de la corneta,
para llevar al malecón los aires
de San Lorenzo en una marcha
crucial,
bajo el cielo triunfal,
la mirada en miríada de los pupilos
del César.

Por eso decidí preparar
mis pulmones.
Los inscribí en el gimnasio,
en atletismo,
y a la piscina los llevé al estilo
crawl o mariposa;
mis pulmones con dos fuelles
poderosos,
gracias a las 50 lagartijas
que hago, soplando duro de noche,
día tras día:
lagartijas, lagartijas
y otros bichos.
Sumaba únicamente 19 años.
Una corta visión de 19 años
limitado a distinguir en sonido
el caracol del lambí y la ocarina
(¡vaya sonido!),
del largo estremecimiento
del fotuto.
(El bambú y el fotuto).

En la sangre me brillaba el metal.
Trompeteaba Prudy Ferdinand.

En la piel se acrisolaba el metal.
Trompeteaba Beltré.

Una vez me propuse ser guardia,
el guardia de la trompeta.
Miré hacia el moteado verdor
en San Isidro,
cruzan los aviones un cielo
de cobalto, se cierra y abre
a la celosa soldadesca
de kepis y arrequives:
los militares altos, los muy altos;
los milicos ratoneros.

Boquiabierto me senté a verlos
dejar el bofe por carabinas.
Ver cómo avienta el trompeta
las napias
y a rebatos tocar a rasos
y alistados,
el inconfesado deseo de otros
trompetistas.

 

Boquita milk I

Canoas que abren, cierran,
en su espejismo rouge de caoba
materia,
una volcánica madeja
de palabras desatan que devienen
canoas,
suben y bajan
precipitando, apretando, ese río
de almidonados griticos.


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