Equilibrio variable Viajes de invierno
Cada uno a su turno... Cada uno a su turno lleva el genetlíaco, el día donde muere la propia edad. Enero, el mío, la puerta de las estaciones, cuando cargo mis despojos hacia la brecha, ojo de aguja del año, nudo corredizo y aprieto, angina que me aventa la sangre, dejándome heladera a cuidado del hielo. Helgoland*** Una losa de piedra en el agua, inclinada dulcemente hacia Gran Bretaña, rampa de lanzamiento, verdísima, arbustos y madrigueras de V-Booten, cantera cariada, isla y astillero mimético. Al fin, conquistada, testarla rápido, borrarla de las cartas geográficas, fregando con algodón el borbotón argentino, como para controlar si queda algo. El resto resuena por meses en el hueco del Invierno, sopla sobre el Mar del Norte, dentro y debajo, hasta que la aldea se va sesgando en dos. Ahora sobre el filo de las nuevas escolleras (flamantes, de cuño fresco en el hervor del bricolage litoraleño), su historia está escrita en las capas visibles. Bajo la hierba, las mayólicas de alguna cocina, asfalto, saloncitos, conductos y cableados en una dulce lección de anatomía al aire libre, abierta a los cuatro vientos. Pero el proyecto se detiene, el explosivo no basta, mejor el turismo. Y he ahí el duty-free, estos negocios puerto libre, y la isla sin aduana, carcomida, manoseada, limada, sillita moldeada rengueante, envoltorio para tirar y entonces MARCA, placa mellada, condenada a flotar en miles de medallas-souvenier. Hablan "Hay alrededor una tal quietud que casi se puede oír el tintineo de una cucharita que cae en Finlandia" (I. Brodski)
¿Pero por qué siempre detrás de mi pared? Siempre detrás, las voces, siempre cuando cae la noche comienzan a hablar, ladran o creen a veces que susurrar es mejor (y siento este hilo de aire frío de sus palabras que me hiela, que me ata y me atormenta en el sueño). En los confines del círculo polar una pareja lloraba en su cuarto del otro lado de un muro transparente lloraba, luminoso, blando, como la membrana de un tímpano (mientras yo vibraba, caja de resonancia de aquella historia). Hasta que refaccionaron el techo de mi casa, la tubería, la fachada, todo, y golpeaban por todas partes, arriba, abajo, y golpeaban siempre, parloteando entre ellos, solo cuando dormía, solo porque dormía, solamente para que fuera caja de resonancia de las historias de ellos. Sobre el nombre de un utilitario de la D.D.R. que en alemán significa "satélite" Satélites de un sistema solar que se disuelve, de un núcleo que decae, libera partículas y pierde las perlas de sus hilos orbitales, confites en un repiqueteo que granizando brilla sobre los asfaltos occidentales, TRABANT rosa, beige, verde pastel, carrocitas de dos tiempos, tintineantes armatostes azulinos, trinos trémulos, TRABIS, patrias portátiles, alhajuelas de una clase fósil con estilo, estuche de lata en que se aprieta una temerosa burguesía comunista, hallazgos minerales, conductor de Topolino que escapas de tu piafante asesino,
bienvenidos a Hameln, B.R.D.! Al frente Caminamos por la nieve fría ahora, ahora patinamos pero doblar en esta nube de luz y de aire frío pero doblar es difícil doblar. Después de haber guiado algunas horas... Después de haber guiado algunas horas miro la cara de mi interlocutor y veo que sus rasgos se separan, continúan abriéndose en la fuga de un camino arbolado. Hazme de camino, ahora. Mientras me hablas, yo surco el espacio incontrastado de tu cara. El abrazo Tú duerme a mi lado así yo me inclino y pegado a tu rostro tomo sueño de ti como hace una mecha con otra mecha que le pasa el fuego. Y las dos luces brillan mientras la llama pasa y el sueño hila. Pero mientras hila vibra la caldera en los sótanos. Allá abajo se quema una naturaleza fósil, allá en el fondo arde la Prehistoria, muertas turbas sumergidas, fermentadas, rugen en mi termotanque. En una oscura aureola de petróleo, el cuartito es un nido recalentado por depósitos orgánicos y hogueras. Y nosotros, mechas, somos las dos lenguas de aquella única antorcha paleozoica.
***Isla alemana del Mar del Norte
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