No. 90 / Junio 2016


Cómo leer poesía, hoy
Miguel Santos y Radina Dimitrova

Conversatorio con Luigi Amara y Fabio Morábito, en la Biblioteca Vasconcelos, el día jueves 28 de abril del 2016, a las 18:00 horas.

 

El regreso hacia el edén fonológico,
según las meditaciones de un filólogo y un filósofo

This is just to say

I have eaten
the plums
that were in
the icebox

and which
you were probably
saving
for breakfast

Forgive me
they were delicious
so sweet
and so cold

William Carlos Williams

 


Dentro de las actividades que ofrece la Biblioteca Vasconcelos al público en general hay un ciclo que se llama ¿Cómo leer…? En él se han presentado diversos especialistas a disertar sobre un tema en específico: cómo leer un cuerpo, cómo leer a Julio Cortázar, cómo leer el clima, cómo leer un partido de futbol, etc.

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El pasado 28 de abril la cuestión que se colocó sobre la mesa fue ¿Cómo leer poesía, hoy? Y los invitados fueron los poetas Luigi Amara y Fabio Morábito; quienes además de compartir el oficio creativo, comparten raíces extranjeras y han cultivado disciplinas que rebasan las fronteras de la poesía escrita. El moderador a cargo fue Daniel Goldin, director de la Biblioteca.

Para abrir la charla Fabio Morábito comentó que un lector debe acercarse a la poesía sin demasiadas expectativas o prejuicios, la poesía comparte rasgos orales y musicales, que fácilmente la hacen salir de la página; hay que dejarse imbuir por una especie de vulnerabilidad al estar frente al acto poético; es también muy importante no frustrarse ante la dificultad de entender, de hecho "¿la poesía es algo que se tiene que entender?", recalcó.

En su primera intervención, Luigi Amara dijo que un lector debe acercase a un texto poético como si se acercara a una escultura, una pieza musical, o como si entrara a una galería; ese lector no debía olvidar que ante todo estaba frente a una pieza artística y de alguna manera esta visión cambia la lógica de aproximarse a la escritura, pues la reviste de cierta materialidad. Para llegar a ello también se requiere dedicación y tolerancia ante la dificultad.   

Debido a que los dos poetas mencionaron la familiaridad entre la música y la poesía, Daniel Goldin comentó que estas dos artes tienen en común el rasgo de la repetición y que un poema casi de facto exige ser releído.

Morábito reafirmó la idea mencionando que la poesía por lo regular está imbuida por un aura de misterio, y que probablemente se deba a la ruptura que se ejerce en el lenguaje al trabajar con ella, pues no utiliza el habla habitual de todos los días. De alguna manera esto hace que el lector tenga que regresar a ella para tratar de correr ese velo; y no sólo es regresar a un texto en específico sino al camino por el que ha pasado el quehacer poético a través de la historia.

Amara vertió su opinión al respecto mencionando que tanto la música como la poesía proporcionan ritmos y repeticiones que deleitan el corazón humano de una forma muy particular, ya que nos proporcionan una suerte de asideros que sentimos necesarios para permanecer en el mundo; además, estas repeticiones de alguna forma nos hacen volver a nuestro ser primitivo. También agregó que otra de las claves para leer poesía es que se debe comprender que hay muchos tipos y concepciones respecto a ella, si no se advierte esta diversidad se estarán buscando cosas que no aparecerán; hay que tener cierta conciencia de la materialidad del lenguaje, expresó; el poeta no sólo lo utiliza, sino lo muestra y se resiste a su uso habitual, pues es un artista.

En seguida Morábito enriqueció la charla sobre el uso del lenguaje poético, su diversidad y sus mensajes ocultos con el poema This is just to say del poeta norteamericano William Carlos Williams, el cual a simple vista o a una primera lectura puede parecer un sencillo recado matrimonial en el refrigerador. Sin embargo, la charla se enfrascó un rato disertando acerca de cuáles eran las cualidades dentro y fuera de este breve texto para colocarlo en la condición de un poema.

A partir de los comentarios sobre el texto de Williams, Luigi Amara profundizó  que uno puede encontrar poemas o textos poéticos hasta en los lugares menos esperados, como en la casa de bolsa o en un discurso político; pero para lograrlo hay que tener la voluntad de hacerlo, entiéndase estar dispuesto y abierto a la experiencia. En este punto, Goldin argumentó que estas búsquedas poéticas probablemente tendrían que ver con el concepto actual que se tiene del arte poético, ya que seguramente siglos atrás la poesía escrita era percibida como algo más estático. Amara agregó al comentario de Goldin que hay dos actitudes que imperan ante la recepción de la poesía, una tradicionalista (cerrada) y una más contemporánea (abierta); y en México, hasta ahora, la balanza se ha inclinado sobre todo a la primera.

La tercera parte de la charla se dirigió hacia el tipo de entrenamiento o educación que debe tener una persona para leer poesía. Fabio Morábito dijo al respecto que la palabra entrenamiento le agradaba más, ya que hace referencia a desarrollar una cierta condición física y se percibe más lúdica; por el contrario la palabra educación, sobre todo cuando se le agrega el termino formal, a veces siembra una serie de malentendidos que van complicando las cosas, y entre más crecemos se vuelve peor, ya que cuando la gente se habitúa a algo y de repente se le presentan cosas nuevas, por lo regular tiende al rechazo. Luigi coincidió en el punto, añadiendo que a diferencia de los adultos, los niños fácilmente se pueden instalar en el exceso del lenguaje y del sinsentido; esa conciencia del lenguaje como exceso se va perdiendo en la vida práctica y de entrada es difícil salir de ese marasmo lingüístico para volver al inicio, antes de que la educación y la vida nos condujeran a la otra orilla. Es de notar en esta parte que los dos autores concuerdan en que para leer poesía se requiere de un desaprendizaje constante, el cual implica navegar sin ataduras entre las aguas del conocimiento y la obra artística.

Para terminar la charla, Goldin recordó que al principio Luigi Amara comentó que había que acercarse al texto poético como a una escultura y pidió a sus dos interlocutores cerrar con una reflexión al respecto. Amara explicó que hizo mención de la escultura, porque esta irrumpe en el espacio y crea una distorsión que interrumpe la comunicación ordinaria; él así mira el arte y propone que así debe mirarse la poesía, como un meteorito sonoro que forma cráteres, ecos, resonancias, y que además crea vínculos, aunque a veces los poetas se olviden de ello, con otras disciplinas.

Fabio Morábito cerró comentando que las reflexiones de Amara le llevaron a pensar en un fenómeno neurolingüístico que tiene que ver con las habilidades fonéticas de un bebé antes de comenzar a hablar. En esa etapa, el bebé tiene la capacidad de emitir todos los sonidos posibles que existen en las lenguas del mundo; sin embargo, cuando se instaura la lengua materna toda esa riqueza fonética se obstruye para dar prioridad al lenguaje con el que se comunicará el niño; entonces, reflexiona, el precio que tenemos que pagar para comunicarnos es muy alto, y la poesía de alguna forma es como regresar por unos instantes a ese edén fonológico del que algún día fuimos partícipes.

Después de una serie de preguntas con el público, Daniel Goldin terminó el evento anunciando que muy pronto en el séptimo piso de la Vasconcelos abrirá sus puertas una sala temática dedicada a la poesía mexicana; así que no estaría mal en unas semanas acercarse a ver qué sucede en ese séptimo piso, continuar leyendo poesía y ampliar la conversación.

 

Para disfrutar la charla completa puede seguir el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=p_Je1yPYiYU&spfreload=10