Clemente Rebora

No. 94 / Noviembre 2016


 

 


 

 

Clemente Rebora
(1885-1957)

Traducción de Diego Tapia


Poeta y profesor de literatura italiano quien, no obstante la educación laica, durante la juventud enfrentaría una tormentosa búsqueda espiritual y, después de haber participado en la Primera Guerra Mundial y haber colaborado con algunas de las revistas literarias más importantes de la época como La Voce, se acercaría al catolicismo y se ordenaría sacerdote en 1936, aislándose completamente de la vida cultural. Su obra poética podría separarse en dos periodos en los que el parteaguas sería la conversión religiosa. En sus obras previas al ordenamiento religioso es posible encontrar profundas reflexiones morales y temas como el rechazo a la modernidad, que se oponen a las principales corrientes poéticas de la época, en particular al futurismo, así como referencias a su experiencia durante la guerra, mientras que en la producción posterior encontramos una fuerte inspiración religiosa y una gran cantidad de referencias litúrgicas. Podría decirse que la obra de Rebora refleja una transición de una desazón existencial a una búsqueda simbólico-alegórica y finalmente a una devoción religiosa filtrada por un duro pesimismo. Además de su obra literaria cultivo también la traducción del ruso publicando en italiano algunos cuentos de Gógol, Andreev y Tolstoi.


XLIX1

O poesia, nel lucido verso
che l’ansietà di primavera esalta
che la vittoria dell’estate assalta
che speranze nell’occhio del cielo divampa
che tripudi sul cuor della terra conflagra,
o poesia, nel livido verso
che sguazza fanghiglia d’autunno
che spezza ghiaccioli d’inverno
che schizza veleno nell’occhio del cielo
che strizza ferite sul cuor della terra,
o poesia nel verso inviolabile
tu stringi le forme che dentro
malvive svanivan nel labile
gesto vigliacco, nell’aria
senza respiro, nel varco
indefinito e deserto
del sogno disperso,
nell’orgia senza piacere
dell’ebbra fantasia;
e mentre ti levi a tacere
sulla cagnara di chi legge e scrive
sulla malizia di chi lucra e svaria
sulla tristezza di chi soffre e accieca,
tu sei cagnara e malizia e tristezza,
ma sei la fanfara
che ritma il cammino,
ma sei la letizia
che incuora il vicino,
ma sei la certezza
del grande destino,
o poesia di sterco e di fiori,
terror della vita, presenza di Dio,
o morta e rinata
cittadina del mondo catenata!


XLIX

Oh poesía, en el lúcido verso
que la ansiedad de primavera exalta
que la victoria del verano asalta
que esperanzas en el ojo del cielo inflama
que tripudios sobre el corazón de la tierra conflagra,
oh poesía, en el lívido verso
que revuelve fangos de otoño
que rompe hielos de invierno
que riega veneno en el ojo del cielo
que retuerce heridas sobre el corazón de la tierra,
oh poesía en el verso inviolable
tú estrechas las formas que dentro
mal vivas desvanecían en el lábil
gesto villano, en el aire
sin respiro, en el umbral
indefinido y desierto
del sueño disperso,
en la orgía sin placer
de la ebria fantasía;
y mientras te alzas para callar
sobre el griterío de quien lee y escribe
sobre la malicia de quien lucra y desvaría
sobre la tristeza de quien sufre y enceguece,
tú eres griterío y malicia y tristeza,
mas eres la fanfarria
que ritma el camino,
mas eres la leticia
que conforta al vecino,
mas eres la certeza
del gran destino,
oh poesía de estiércol y de flores,
terror de la vida, presencia de Dios,
oh muerta y renacida
ciudadana del mundo encadenada!





Dall’immagine tesa2

Dall’immagine tesa
vigilo l’istante
con imminenza di attesa –
e non aspetto nessuno:
nell’ombra accesa
spio il campanello
che impercettibile spande
un polline di suono –
e non aspetto nessuno:
fra quattro mura
stupefatte di spazio
più che un deserto
non aspetto nessuno.
Ma deve venire,
verrà, se resisto
a sbocciare non visto,
verrà d’improvviso,
quando meno l’avverto.
Verrà quasi perdono
di quanto fa morire,
verrà a farmi certo
del suo e mio tesoro,
verrà come ristoro
delle mie e sue pene,
verrà, forse già viene
il suo bisbligio.


De la imagen tensa

De la imagen tensa
vigilo el instante
con inminencia de espera –
y no espero a nadie:
en la sombra encendida
espío la campanilla
que imperceptible expande
un polen de sonido –
y no espero a nadie:
entre cuatro muros
estupefactos de espacio
más que un desierto
no espero a nadie.
Mas debe venir,
vendrá, si resisto
a florecer sin ser visto,
vendrá de improviso,
cuando menos lo advierto.
Vendrá casi perdón
de cuanto hace morir,
vendrá a cerciorarme
de su tesoro y el mío,
vendrá a resarcir
mis penas y las suyas,
vendrá, quizá ya viene
su susurro.





Viatico3

O ferito laggiù nel valloncello,
tanto invocasti
se tre compagni interi
cadder per te che quasi non c’eri.
Tra melma e sangue
tronco senza gambe
e il tuo lamento ancora,
pietà di noi rimasti
a rantolarci e non ha fine l’ora,
affretta l’agonia,
tu puoi finire,
e conforto ti sia
nella demenza che non sa impazzire,
mentre sosta il momento
il sonno sul cervello,
lasciaci in silenzio –
grazie, fratello.


Viático

Oh herido allá en el valle,
tanto clamaste
si tres compañeros ilesos
cayeron por ti que casi no eras.
Entre cieno y sangre
tronco sin piernas
y tu lamento todavía,
piedad de nosotros
dolientes y no tiene fin la hora,
apresura la agonía,
tú puedes terminar,
y de consuelo te sea
en la demencia que no sabe enloquecer,
mientras se detiene el momento
el sueño sobre el cerebro,
déjanos en silencio –
gracias, hermano.

1 En Frammenti lirici. Versión tomada de Antologia della poesia italiana, Cesare Segre et Carlo Ossola (eds.), La biblioteca di Repubblica, Roma, 2004, 208-210 pp.
2 En Canti anonimi. Versión tomada de Clemente Rebora, Le poesie, G. Mussini y V. Scheiwiller (eds.), Garzanti, Milán, 1988.
3 En Poesie sparse. Versión tomada de Salvatore Guglielmino, Guida al novecento, Principato, Milán, 1971, II 196-197 pp.