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Silencia |
Por Guadalupe Ángela |
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Silencia es el título del libro más reciente del poeta chiapaneco Balam Rodrigo. Esta palabra, escrita como el verbo silenciar y con mayúscula, pasa a ser ahí el nombre de una mujer que aparecerá a lo largo de la obra. Nombre que acuña el autor en el imaginario colectivo, un neologismo que feminiza al silencio o bien lo personifica. La palabra me remite inmediatamente a los versos de Pablo Neruda que dicen: “me gustas cuando callas/ porque estás como ausente”, aunque habría que mencionar que a algunas feministas les molestan porque sugieren que la mujer es bella cuando calla, pero dejando de lado la cuestión de lo políticamente correcto, un ser, ya sea hombre o mujer, deja ver su belleza por la vulnerabilidad que emana cuando está callado o dormido. Ya lo dijo Oliverio Girondo: “Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme”. Así, la palabra Silencia nos remite a una mujer que encierra un misterio oculto ya que no verbaliza sus pensamientos.
En el poemario hay un erotismo que transcurre en el campo, la naturaleza sugiere comunión con todos los seres, con la amada, principalmente. Y me pregunto si no al evocar a la naturaleza estamos ya en el plano de la contemplación, de la poesía. En este ambiente, Balam Rodrigo juega no sólo con la sintaxis sino que hace uso de la sinestesia donde se cruzan unidades de sentido: “Nos quedábamos desnudos bajo la lluvia y cada vez que de lengua/ platicaba yo en tus pechos, a luego descendía lo más arduo/ a beber las cuatro gotas olvidadas en tu ombligo/ Agua/ aljibe de los dioses/ Ojo del pájaro abrilero/ Y sólo sed bebía/ Silencia/ y así/ nomás me daba por llorar y por morder amor sobre tu vientre”. {moscomment} |