lawrence ferlinghetti

  • No.109_Especiales - Los Beats - ¿Qué es poesía? - Lawrence Ferlinghetti

    No. 109 / Mayo 2018

    Los Beats


    ¿Qué es poesía?*


    Traducción de Luisa Manero Serna



    Lawrence Ferlinghetti


    Poetry is
    the shook foil of the imagination
    It should shine out
    and half blind you


    Poesía es
    la lámina agitada de la imaginación
    Debe brillar
    y cegarte a medias


    *

    It is made
    by dissolving halos
    in oceans of sound


    Se crea
    al disolver halos
    en océanos de sonido

    *

    A poem should arise to ecstasy
    somewhere between speech and song


    Un poema debe elevarse al éxtasis
    en algún lugar entre el habla y la canción

    *

    Poetry is a voice of dissent
    against the waste of words
    and the mad plethora of print


    La poesía es una voz de disidencia
    contra el desperdicio de palabras
    y la enloquecida plétora de lo impreso

    *

    Poetry is pillow-thought
    after intercourse

    Poesía es lo que se piensa en la almohada
    después del coito

    *

    It is the distillation of articulate animals
    calling to each other
    across a great gulf


    Es la destilación de animales articulados
    que se llaman el uno al otro
    a través de un golfo inmenso

    *

    Poetry is a subversive raid
    upon the forgotten language
    of the collective unconscious


    Poesía es un asalto subversivo
    al lenguaje olvidado
    del inconsciente colectivo

    *

    Let a new lyricism
    save the world
    from itself

    Dejemos que una nueva lírica
    salve al mundo
    de sí mismo




    * Estos poemas/aforismos forman parte del libro What is Poetry? (Creative Arts Book Company, Berkeley, California, 2000).


  • No.109_Especiales - Los Beats - Esteban Moore

    No. 109 / Mayo 2018

    Los Beats


    Los Beats: un punto de inflexión
    en la tradición literaria norteamericana


    Esteban Moore



    El año es 1944, Lucien Carr, Jack Kerouac y Allen Ginsberg pasaban largas horas en los cafés y las cervecerías de la ciudad de Nueva York teorizando acerca de la ‘Nueva Visión’ (New Vision), cuyos tres conceptos fundamentales eran para ellos: “la desnudez de la auto expresión es la semilla de la creatividad; la conciencia del artista se expande en el desorden de los sentidos; el arte elude la moralidad convencional.”

    En ese momento estaban persiguiendo fantasmas, no lograban recrear sus ideas en la página en blanco. Tengamos en cuenta que para la aparición de textos fundamentales de la literatura norteamericana contemporánea como Aullido de Ginsberg, En el camino de Kerouac, Un parque de diversiones de la mente de Ferlinghetti, Riprap de Snyder y La señora vestal de la calle Brattle de Corso, aún habría de transcurrir más de una década. No es ocioso recordar que el período estaba atravesado por un profundo escepticismo, producto de la Segunda Guerra Mundial. Occidente y Oriente se hallaban entregados a la guerra y la destrucción, asistidos por el progreso industrial y el desarrollo tecnológico que pusieron a disposición de las partes en conflicto nuevas armas con la capacidad de multiplicar la muerte en proporciones hasta entonces nunca imaginadas. La blitzkrieg (guerra relámpago) germana, ensayada en Polonia en septiembre de 1939, fue el primer paso de una larga serie que transformaría una parte substancial del mundo en un gigantesco campo de batalla. La guerra culminaría en Japón, donde la humanidad pudo testimoniar los alcances del perfeccionamiento científico y su aplicación fáctica en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

    Las opiniones de Percy B. Shelley, incomprendidas en su tiempo y consideradas una exageración de su parte, un exceso de la imaginación, resultaban ahora, a la luz de los acontecimientos, trágicamente reales, y adoptaban en definitiva las vestiduras de la profecía cumplida. En su Defensa de la poesía (1821, publicada por primera vez en 1840) el poeta sostenía:

    El cultivo de las ciencias que han ensanchado los límites del imperio del hombre sobre el mundo exterior ha estrechado, en la misma proporción, debido a la carencia de la facultad poética, los lindes del mundo interior; y el hombre, luego de haber reducido a esclavitud los elementos, sigue siendo un esclavo él mismo [...] ¿De qué otra causa procede el hecho de que los descubrimientos que deberían haberla aligerado han añadido un peso más a la maldición de Adán?
    A partir de 1948 en los Estados Unidos de Norteamérica se oficializarían las políticas de La Guerra Fría, que dictarían durante las décadas siguientes la política interior y exterior del país. Aquel sería el tiempo del senador Joseph MacCarthy, quien asistido por dos jóvenes y ambiciosos abogados, Robert Kennedy y Richard Nixon, iniciaría una extendida caza de brujas para purgar al estado y la sociedad de la influencia de la infiltración comunista, consumando con el correr del tiempo grandes injusticias, muchas de ellas aún sin reparar.

    El campo poético entonces se dividía entre los seguidores conservadores de la Nueva Crítica, para quienes T.S. Eliot era su portaestandarte y aquellos que se inclinaban por el tono más coloquial y vernáculo de William Carlos Williams quien se proponía liberar la poesía de la prisión del Yambo. Se debe señalar que Williams si bien admiraba algunos aspectos de la poesía de Eliot, despreciaba su influencia y aquello que aquél representaba.

    No obstante, estaban sucediendo muchas cosas que el mundo académico se obstinaba en percibir. Hacia finales de aquella década comienzan a producirse diversas búsquedas y el desarrollo de procesos creativos espontáneos: las pinturas chorreadas de Jackson Pollock, el surgimiento del método de actuación del Actor’s Studio, el verso proyectivo de Charles Olson, los cuadros en los que Helen Frankenthaler derramaba la pintura; el primer ‘happening’ en la universidad de Black Mountain y el Cinéma vérité.

    Al resultarle opresivo el medio cultural neoyorquino, Allen Ginsberg decide aceptar los consejos de Jack Kerouac y se traslada a la Costa Oeste. En aquellos primeros años de la década de los cincuenta, cuando él arriba a la ciudad de San Francisco, “...el portal a Oriente de los Estados Unidos de América…” según Rudyard Kipling, caracterizada por Bret Harte como “…serena, indiferente al destino… guardiana de dos continentes…”, “…el último refugio de los bohemios…” en la opinión de Karl Shapiro; ésta era el centro de una intensísima actividad cultural que se desarrollaba en toda la región de la bahía.

    Los poetas Kenneth Rexroth y Kenneth Patchen ya se aventuraban a leer sus poemas en público acompañados por destacados músicos de jazz, estableciendo un antecedente de la performance. Lawrence Ferlinghetti, quien se había instalado allí en 1950 y que en ocasiones participaba de estas veladas en The Cellar (El sótano), escribía en esa época sus “mensajes orales espontáneos”, textos concebidos por su autor para ser escuchados, en los que registra definitivamente la dicción del habla coloquial que ya nunca se ausentaría de su discurso poético. En el centro de poesía de la Universidad local, dirigido por Ruth Witt-Diamant, y en cafés y galerías de arte, se organizaban lecturas de poesía en las cuales era posible enterarse de las últimas tendencias poéticas, o de lo que estaban produciendo el surrealista Philip Lamantia o el casi místico católico William Everson.

    Esta ciudad relajada y tranquila se convirtió en un involuntario punto de reunión para varios poetas: Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Philip Whalen, James Harmon, Michael McLure, Robert Creeley, Gary Snyder y Gregory Corso; quienes en la casa de Kenneth Rexroth podían intercambiar opiniones con Lew Welch, Robert Duncan y Jack Spicer.

    Rexroth era un escritor, poeta, traductor y periodista que al igual que William Carlos Williams, discutía con los más jóvenes acerca de sus teorías estéticas, les brindaba su apoyo y escribía generosas cartas de recomendación a los editores. Su hogar se había convertido en uno de los centros culturales más importantes de la ciudad y, en el programa de radio que dirigía, habría de difundir la obra de Denise Levertov, Amiri Baraka, Diane di Prima y Bob Kaufman, entre muchos otros.

    En octubre de 1955, siguiendo la recomendación de Rexroth, Allen Ginsberg participa en la organización de una lectura de poemas en la Galería Six, una pequeña galería cercana a la zona de Embarcadero, donde exponían su obra los artistas jóvenes de la ciudad y ocasionalmente se realizaban conciertos y lecturas de poemas. Leerían allí su trabajo, la noche del 7, McClure, Snyder, Whalen, Lamantia y Ginsberg. Rexroth se había ofrecido para oficiar de maestro de ceremonias y entre los espectadores se hallaban Ferlinghetti y Kerouac.

    Aquella noche, luego llamada por la prensa local como la del “Renacimiento Poético” de San Francisco, Ginsberg leyó un texto sobre el cual estaba trabajando hacía algunos años y que no tenía intención de publicar Aullido ( Howl). Cantó sus versos, los gimió y en la parte final de su lectura estuvo al borde del llanto. Su interpretación del texto causó una emotiva reacción en el público. Él comprendió entonces que liberando su personalidad sobre el escenario podía conmover a otras personas. La idea de crear una nueva audiencia para la poesía ya no les parecería tan descabellada a estos poetas. Acertadamente llamados por un entonces joven periodista del Washington Post, Al Aronowitz, una “comunidad de mentes lúcidas”, cuyos integrantes se proponían interpretar y consolidar una nueva sensibilidad que se estaba gestando en la época.

    Aullido no solo inicia un tiempo distinto en la literatura norteamericana, también comienza con él un nuevo estilo de composición. Ginsberg sostiene que él sigue el modelo de Kerouac y que su objetivo es calcar en la página los pensamientos de la mente y sus sonidos. Ésta debe ser comprendida como la “escritura de la mente”. Este procedimiento fue descrito por su maestro espiritual el venerable Chögyam Trumpa, como el resultado natural de su consigna: “Primer pensamiento, el mejor pensamiento”. Esta definición, insistiría, es paralela a la de Kerouac: “La mente es la belleza de la forma”. En este poema seminal él plantea el regreso a una tradición que muchos poetas en su país habían desatendido: la de Whitmam, Apollinaire, Artaud, Lorca, Ezra Pound, William Carlos Williams y Mayakovsky.

    El suyo es un intento de expandir la propia tradición insertando voces diversas, combinando los largos versos de Whitman, el tono de ciertos poemas de Christopher Smart (Jubilate Agno), de Percy Bysshe Shelley (Adonais, Ode to the West Wind), las iluminaciones de Blake, con la renovada apreciación de la naturaleza de la forma del cubismo francés y español y la poesía onomatopéyica del entonces olvidado Kurt Schwitters. Acerca de este poema su autor relata que fue estructurado como una letrina construida con ladrillos, parte por parte, dentro de una estructura rítmica que se desarrolla y crece continuamente en sí misma. Podemos agregar que el contrapunto de los sonidos en sus tres niveles: el de las palabras en una misma línea, el de las líneas en una misma parte y el de las partes del poema entre sí, es fundamental para la comprensión de los significados de este texto que podemos comparar con la figura de un triángulo equilátero, en el que el ritmo nace de su vértice superior y se expande hacia la base, modelándose en su propia respiración.

    Ginsberg leyó incansablemente la obra de Pound y en particular Los Cantos, que según él se sostienen a través del ritmo, del contrapunto logrado cuando cada frase enfrenta su propio eco. La reconstrucción sobre la página de lo que él denomina los sonidos de la mente, los compases naturales de la lengua, señalan la importancia otorgada al ritmo en tanto elemento constitutivo del poema. Noción que proviene de Pound quien en su “Treatrise on Metric” lo compara con las formas, como pueden ser “la quilla de un barco o el motor de un automóvil”, antes de declarar enfáticamente: “El ritmo es una forma del tiempo”. Pero, quizás la influencia más grande que podemos percibir en el autor de La caída de América y Wichita Vortex Sutra, es la de su maestro William Carlos Williams, cuya escritura rescata la vivacidad y espontaneidad del lenguaje coloquial norteamericano.

    Jack Kerouac, designado por Allen Ginsberg como uno de las figuras centrales del grupo, fue el autor de una serie de novelas de las que En el camino (1957), su obra más conocida, lo expuso ante una generación de jóvenes que lo transformaron en su modelo arquetípico, exigiéndole que representara en la vida real el rol de sus personajes en la ficción. A partir de esta situación ya no hubo punto de retorno a los días en que él, aún un desconocido, podía decidir qué hacer con su vida; el whisky se convirtió entonces en su válvula de escape, en su modo personal de evadir los días tumultuosos de su fama. En su velatorio John Clellon Holmes dijo que parecía un anciano; sólo tenía 47 años de edad.

    La influencia de Jack Kerouac, dirá el propio Ginsberg, “...es mundial, y no solamente espiritual, a través de la cultura planetaria de los ‘beats’, sino a nivel poético...” Es paradójico que un escritor considerado fundamentalmente un narrador por la mayoría de los críticos académicos (durante años no han incluido sus poemas en las antologías) se destaque por ejercer sus influencias más importantes a nivel poético. Muchos y destacados poetas contemporáneos así lo reconocen.

    Gary Snyder dijo: “Cuando leí por primera vez los poemas de Mexico City Blues fui sorprendido inmediatamente por su serenidad, el modo en que el texto se traslada sin esfuerzo —aparentemente sin esfuerzo— al mismo tiempo la constante sorpresa elevándose desde las palabras, algo estaba sucediendo siempre con las palabras.” Michael McClure expresa: “Me inspiré en su musicalidad, en la belleza simple de cómo él entiende lo divino en el mundo cotidiano...La voz más ínfima equivale al más heroico pedazo de materia.... Existía en su poesía el movimiento a través del espacio de una energía, un sistema que actúa para organizar ese sistema. Sus poemas son como un ser viviente.” Robert Duncan nunca ocultó su admiración por él. Robert Creeley, cuando recuerda esa época enfatiza: “Jack poseía un extraordinario oído, ese impecable oído que podía escuchar formas en los sonidos y los ritmos del lenguaje hablado. Extraordinario oído en el sentido que podía controlar una estructura plena de vida e insistentemente natural.” Los músicos no han escapado a su influencia. Bob Dylan relató en 1975 que fue la poesía de Kerouac la que lo impulsó a dedicarse al mundo de la trova. La lista de los que han sido tocados por la voz de Kerouac podría extenderse durante páginas, sólo diremos que las generaciones posteriores han sabido capitalizar la brisa renovadora que comenzó a finales de la década de los 50, cuando muchos escritores norteamericanos comprendieron que para expandir su modelo, o mejor dicho su visión, era necesario trabajar a partir de la oralidad cotidiana de aquello que denominaron ‘nuestra lengua vernácula’. En este aspecto la poesía de Kerouac ha sido fundamental en desarrollar dentro del universo de la lengua inglesa un tono propio y una prosodia con un timbre distintivo.

    La obra de Lawrence Ferlinghetti puede ser considerada un extendido proceso de reescritura, en la dirección de que todo procedimiento literario lo es, si se aventura en la exploración de sus propias raíces. En este trayecto en particular nada es desechado, su discurso se halla sembrado de variadas referencias literarias y culturales, en muchos casos evidentes, en otros de una profunda oscuridad, que sin embargo, refulgen en una nueva luz.

    En su voz se percibe la resonancia en súbitas, repentinas imágenes, de otras voces: Byron, Matthew Arnold, Albert Camus y el Dante entre otros, y alude asimismo a elementos culturales ajenos, los apropia, entrelazándolos en la trama de un territorio multicultural que anuncia lo inevitable:

    Será una voz mestiza
    una voz políglota cantando
    tarde en la noche
    en las extendidas llanuras
    donde la desaparición de las luciérnagas
    señala el amanecer de una época terrible.
    Su mirada, que proviene de “el ojo obsceno del poeta”, siempre atento al universo, expresa sus inquietudes en una modalidad poética en la que se evidencia la intención de regresar a la práctica de los bardos. La comprensión del fenómeno poético como un evento público, donde la recuperación de la perdida capacidad del poeta para difundir su noticia resulta fundamental. No se trata simplemente de una continuidad del modelo romántico (Byron, Shelley) donde el poeta se ve a sí mismo como un héroe, sucesor de Prometeo o de Hércules, que asume roles proféticos. Su intención es la de recrear la confianza en el poder de la inspiración, y transmitirnos su fe en la noción de que el poema, con su energía crítica, operará sobre el mundo y el espíritu de los seres humanos. Expone su visión, la de su vida interior y de las cuestiones que lo desvelan, sin arrojar al olvido la realidad inmediata y los problemas de los tiempos en los que azarosamente le ha tocado vivir. Nada ha de quedar fuera de los límites de su interés, desde la preservación del medio ambiente a las cuestiones políticas y sociales, nada es ajeno a esa voluntad que indaga, expandiendo el radio de acción del poema.

    Al igual que Jack Kerouac y Allen Ginsberg, pertenece a ese grupo de escritores que en la múltiple producción literaria de su época interpretan la voz, el ritmo de su tiempo, transforman su sensibilidad y dan cuenta en su discurso de la traumática situación de una generación que agobiada de mandatos no estaba dispuesta a repetir el comportamiento social de sus antecesores. Ellos reintroducen la idea de la poesía como una “performance pública”, e irrumpen en la escena desafiando las normas cristalizadas y la formalidad imperante establecida por lo que consideraban que era en ese momento la poesía académica u oficial, subvirtiendo el lenguaje institucional, logrando con su arte una cierta expansión literaria en un período de contracción de la cultura.

    Esto lo convierte en uno de los principales protagonistas de estos aires de renovación que comienzan a soplar en la poesía norteamericana a partir de mediados de la década de los cincuenta. Su inconmovible convicción de que la espontaneidad debe estar asociada al proceso creativo, su experiencia de improvisar sobre la página en blanco bajo la inspiración e influencia del jazz, dejando que la imaginación y la memoria sepultadas por el mundo consciente fluyan libremente siguiendo la continuidad de las notas musicales, su concepción de lo metafísico, su confianza en las formas experimentales, una actitud poética que debe reflejar el modo en que se contempla el mundo y asimismo poseer la capacidad de transmitir la nueva conciencia espiritual que se estaba gestando.

    Estos aspectos reflejan de alguna manera las aspiraciones de todos aquellos que en los años sesenta intentaban modelar una sociedad alternativa. Lo que los llevaría a transformarse en las voces prominentes de un movimiento poético que se preocupó por los sucesos del mundo y cuya poesía contrastó con la definición del artista y su lugar en la sociedad que pretendía imponer, lo que los beats denominaron la elite cultural. Su poesía por otra parte no puede ser definida solamente, como han sostenido algunos críticos, como una de protesta o polémica; luego de varias décadas de trabajo se advierte que una de sus intenciones ha sido la de brindarle un status poético a la lengua coloquial.

    La escritura de los Beats emergió en una época en que la literatura norteamericana, según Paul Hoover, estaba caracterizada por un exceso de decoro y formalismo. Ellos encarnaron una actitud poética antiintelectual y antijerárquica, en la que la búsqueda de visiones y revelaciones no está reservada solo a aquellos que pueden darle expresión literaria o artística, sino que debe ser compartida por todos los que rechazan el pasado y el futuro por igual, por todos aquellos que desean aguzar sus sentidos para enriquecer su propio diálogo con la existencia.

    Ellos no deseaban controlar la naturaleza, los eventos o a las personas. Sabían que vivían en un mundo que se encamina a su propia destrucción y que eran necesarias respuestas renovadas. En este proceso que se sucede dentro de los extendidos y difusos límites de lo que se llamó Movimiento Beat, toda forma de conocimiento que permitiera ampliar las fronteras de la percepción fue aceptada. Ellos contemplaron al mundo de una manera diferente a partir de sus lecturas de textos pertenecientes a la tradición del Budismo-Zen. De su creencia en que la interacción de distintas concepciones religiosas y culturales conformaría una nueva conciencia espiritual. De su reconocimiento de las culturas indígenas; del jazz, de los blues, géneros musicales a través de los cuales internalizaron diversos aspectos de la cultura afroamericana, entre otras tantas cosas.

    Todos aquellos que formaron parte de lo que en la actualidad se reconoce como el Movimiento beat o la Generación Beat (denominaciones que pertenecen al mundo de la periodización historiográfica, que podrán denotar, pero nunca connotar la profundidad de la transformación que se opera a partir de ellos en la mente contemporánea) cultivaron en sus discursos distintos grados de diversidad estética, desarrollaron poéticas reconocibles; para ellos las tendencias estéticas, como las lenguas, no se imponen unas a otras: se traducen, se integran, colaboran, realizan préstamos y en este contexto recrean la significación lingüística.

    Lawrence Ferlinghetti explica este fenómeno de la siguiente manera:

    Si has estado leyendo acerca de la interpretación de las poéticas de los Beats (especialmente la de Ginsberg) hallarás en ellas que los términos ‘poético’ y ‘poéticamente’ son en realidad ‘malas palabras’, deben ser evitados. Lo concreto es lo más poético. El detalle exacto, sin bordados adicionales. De esto trata precisamente la ética de los Beats.
    Una ética que asumiera la nueva sensibilidad ante la belleza que se estaba produciendo y que diera cuenta de ella en su percepción poética. Las palabras de Ferlinghetti son de algún modo la traducción actual de aquéllas de Ezra Pound: “El objeto en su naturalidad es siempre el símbolo adecuado.”

    Buenos Aires, 2018




    Esteban Moore (Buenos Aires, 1952). Poeta, traductor y ensayista. En poesía sus últimos títulos son: Partes Mínimas -uno/dos- (2006), El avión negro y otros poemas (Buenos Aires, 2007), Veinte años no son nada (2010) y Poemas 1982-2007 (2015). En ensayo: Primer Catálogo de Revistas Culturales de la Argentina (Revista Cultura, Secretaría de Cultura de la Nación y la Federación de Revistas Iberoamericanas, Buenos Aires, 2001) y ha dado a conocer en revistas y diarios ensayos y artículos sobre distintos autores reunidos en Versiones y apropiaciones (Alción, 2012).
          Ha realizado la traducción de diversos autores de lengua inglesa entre ellos: Lawrence Ferlinghetti: Los Blues de la procreación y otros poemas (Alción, 2006), Jack Kerouac, Buda y otros poemas (Alción, 2008), Allen Ginsberg, Aullido y otros poemas (Alción, 2012), Raymond Carver, Vos no sabés qué es el amor y otros poemas (Alción, 2015), Gregory Corso, Querido Villon y otros poemas (Alción, 2016), Lawrence Ferlinghetti, La poesía como un arte insurgente (Alción, 2018).
          Entre otras distinciones a su obra la Universidad de Carabobo (Valencia, Venezuela) le otorgó en 2012 por su labor poética la condecoración Alejo Zuloaga. Es miembro del consejo editorial de la revista Prometeo (Festival Internacional de Poesía, Medellín, Colombia) y corresponsal de la revista Poesía (Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela). Colabora con publicaciones del país y del extranjero y su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, italiano, alemán, lituano, portugués y Albanés e incluida en varias antologías.
  • No.110_Especiales - Poesía de Mujeres nativas de Norteamérica - Lois Red Elk

    No. 110 / Junio-julio 2018

    Poesía de Mujeres nativas de Norteamérica


    Lois Red Elk

    (Tribu de Fort Peck Dakota)





    Traducción de Paulina Severo


    For Thieves Only

    Don’t tell me
    Your great-great-grandmother was an Indian Princess!

    This Indian’s cheekbones
    Have been kicked by hate
    This hawk-shaped nose
    Smelled her parents’ fear.
    This redskin’s hands
    Smothered a baby to protect a nation

    I paid a price
    I know terror
    I took a life

    Don’t tell me
    Your great-great-grandmother was an Indian Princess!

    This raven hair has been caked with blood,
    And the color was never lost.
    This heathen soul was nailed by a cross,
    And the earth is still my relative.
    This Indian heart was betrayed for 500 years,
    And my people have continued.

    I refuse dishonor,
    I am tradition.
    I have survived.

    I am as keen as a diamondback,
    Know the coming of thieves.
    Meet me at my children’s feet,
    I’ll show you what you never learned.




    Solo para ladrones

    No me digas
    ¡Tu tatarabuela fue una princesa india!

    Estos pómulos indios
    han sido golpeados por el odio
    Esta nariz aguileña
    ha olido el miedo de sus padres.
    Estas manos de piel roja
    han sofocado un bebé para proteger una nación

    Pagué un precio
    Conozco el terror
    Tomé una vida

    No me digas
    ¡Tu tatarabuela fue una princesa india!

    Este cabello de cuervo ha sido cubierto con sangre
    pero el color nunca se perdió.
    Esta alma pagana fue clavada en una cruz
    pero la tierra sigue siendo mi pariente.
    Este corazón indio fue traicionado por 500 años,
    pero mi gente ha permanecido.

    Me niego al deshonor,
    soy tradición.
    He sobrevivido.

    Soy filosa como la punta de un diamante
    sé que los ladrones se aproximan.
    Nos vemos a los pies de mis hijos,
    te mostraré lo que nunca has aprendido.



  • No.110_Especiales - Poesía de Mujeres nativas de Norteamérica - Louise Bernice Halfe

    No. 110 / Junio-julio 2018

    Poesía de Mujeres nativas de Norteamérica


    Louise Bernice Halfe

    (Cree)





    Traducción de Álvaro Cortés Rosas


    Pāhkahkos

    Flying skeleton
    I used to wonder where
    You kept yourself.
    I’d hear you rattle about
    Scraping your bones.

    I opened a door
    You grinned at me through a
    Hollow mouth
    Pierced my heart with your
    Socket eyes.

    Lifted your bony hand
    To greet me… and I
    With a soundless shriek
    Ran.

    Upon my back you jumped
    Clinging to my neck you hugged
    My mound of flesh.

    For a Thousand years you were
    A companion who would not leave
    Bones heavy.

    You knocked your skeleton
    Skull upon my head
    And I felt your leaden feet.
    I dragged and dragged until

    I could not carry
    Your burden more
    I pried you loose
    Bone after bone.

    We stood face to face
    Pāhkahkos, your skeleton frame
    All exposed
    And I, lighter than I could stand

    I fed you the drink of healing tears
    And you ran your skeleton fingers
    Down your face and onto mine.

    I gave you a prayer cloth
    And weaved a blanket of forgiveness
    And you covered us both, skeleton and flesh

    I gave you the smoke of truth
    And you lit your Pipe to life
    And lifted it to your ghostly mouth,
    And to mine.

    My Pāhkahkos companion,
    My dancing skeleton
    My dancing friend

    We carry our bundles
    Side by side
    Hands helds




    Pāhkahkos

    Esqueleto volador
    Solía preguntarme
    Dónde te escondías.
    Te escucharía traquetear
    Raspando tus huesos.

    Abrí una puerta
    Me sonreíste con tu
    Boca hueca
    Perforaste mi corazón con las
    Cuencas de tus ojos.

    Levantaste tu huesuda mano
    Para saludarme… y yo
    Con un silencioso chillido
    Corrí.

    Sobre mi espalda saltaste
    Y aferrándote a mi cuello abrazaste
    Mi montón de carne.

    Por Mil años fuiste
    Un compañero que no se marcha
    Huesos pesados.

    Golpeaste tu esquelético
    Cráneo contra mi cabeza
    Y sentí tus pies de plomo.
    Arrastré y arrastré hasta que

    No podía más
    Llevar tu carga
    Te desprendí
    Hueso por hueso.

    Estábamos cara a cara
    Pāhkahkos, tu esquelética forma
    Toda expuesta
    Y yo, más ligera de lo que podía soportar

    Te alimenté con el lago de lágrimas curativas
    Y pasaste tus esqueléticos dedos
    Por tu cara y por la mía.

    Te di un paño de oración
    Y tejí una manta de perdón
    Y nos cubriste a ambos, esqueleto y carne

    Te di el humo de la verdad
    Y encendiste tu Pipa a la vida
    Y la alzaste hacia tu fantasmal boca,
    Y hacia la mía.

    Mi compañero Pāhkahkos
    Mi danzante esqueleto
    Mi danzante amigo

    Llevemos nuestras cargas
    Hombro a hombro
    Tomados de la mano



  • No.110_Especiales - Poesía de Mujeres nativas de Norteamérica - Louise Erdrich

    No. 110 / Junio-julio 2018

    Poesía de Mujeres nativas de Norteamérica


    Louise Erdrich

    (Chipewa)





    Traducción de Karla Valeria Navarro Benítez


    Fooling God

    I must become small and hide where he cannot reach.
    I must become dull and heavy as an iron pot.
    I must be tireless as rust and bold as roots
    growing through the locks on doors
    and crumbling the cinderblocks
    of the foundations of his everlasting throne.
    I must be strange as pity so he’ll believe me.
    I must be terrible and brush my hair
    so that he finds me attractive.
    Perhaps if I invoke Clare, the patron saint of television.
    Perhaps if I become the images
    passing through the cells of a woman’s brain.

    I must become very large and block his sight.
    I must be sharp and impetuous as knives.
    I must insert myself into the bark of his apple trees,
    and cleave the bones of his cows. I must be the marrow
    that he drinks into his cloud-wet body.
    I must be careful and laugh when he laughs.
    I must turn down the covers and guide him in.
    I must fashion his children out of Playdough, blue
    pink, green.
    I must pull them from between my legs
    and set them before the television.

    I must hide my memory in a mustard grain
    so that he’ll search for it over time until time is gone.
    I must lose myself in the world’s regard and disparagement
    I must remain this person and be no trouble.
    None at all. So he’ll forget.
    I’ll collect dust out of reach,
    a single dish from a set, a flower made of felt,
    a tablet the wrong shape to choke on.

    I must become essential and file everything
    under my own system,
    so we can lose him and his proofs and adherents.
    I must be doubter in a city of belief
    that hails his signs (the great footprints
    long as limousines, the rough print on the wall).
    On the pavement where his house begins
    fainting women kneel. I’m not among them
    although they polish the brass tongues of his lions
    with their own tongues
    and taste the everlasting life.




    Engañando a Dios

    Debo hacerme pequeña y esconderme donde él no pueda alcanzarme.
    Debo hacerme opaca y pesada como olla de fierro.
    Debo ser incansable como el moho y fuerte como las raíces
    que crecen por entre las cerraduras de las puertas
    y resquebrajan el concreto
    de los cimientos de su trono eterno.
    Debo ser rara como la piedad para que él me crea.
    Debo ser mala y cepillarme el pelo
    para parecerle atractiva.
    Quizá si invoco a Clara, la santa patrona de la TV.
    Quizá si me vuelvo las imágenes
    que pasan por las células cerebrales de una mujer.

    Debo hacerme enorme y bloquear su vista.
    Debo ser aguda e impetuosa como un cuchillo.
    Debo meterme en la corteza de sus manzanos
    y partir los huesos de sus vacas. Debo ser la médula
    que él bebe y entra en su cuerpo mojado de nubes.
    Debo ser cuidadosa y reírme cuando él lo haga.
    Debo levantar las sábanas y dejarlo entrar.
    Debo moldear a sus hijos con plastilina azul,
    rosa, verde.
    Debo sacarlos de entre mis piernas
    y ponerlos frente a la TV.

    Debo esconder mi memoria en un grano de mostaza
    para que él la busque tanto que el tiempo se acabe.
    Debo perderme en el respeto y desprecio del mundo.
    Debo seguir siendo quien soy y no dar problemas.
    Ninguno. Así él me olvidará.
    Juntaré polvo y lo guardaré,
    un trasto de un juego de loza, una flor de fieltro,
    una pastilla de forma extraña para ahogarme.

    Debo ser simple y guardar todo
    en mi propio sistema
    para que podamos perderlo a él, a sus pruebas y a sus adeptos.
    Debo dudar en la ciudad del credo
    que aplaude sus señales (grandes huellas
    largas como limusinas, la burda impresión en la pared).
    En la acera donde empieza su casa
    mujeres desvanecientes se arrodillan. No soy una de ellas
    aunque pulen las lenguas de metal de sus leones
    con sus propias lenguas
    y prueban la vida eterna.




  • No.110_Especiales - Poesía de Mujeres nativas de Norteamérica - Tiffany Midge

    No. 110 / Junio-julio 2018

    Poesía de Mujeres nativas de Norteamérica


    Tiffany Midge

    (Lakota)





    Traducción de Rafael Hernández Aguilar


    Written in Blood

    I surrender to Roget’s Pocket Thesaurus.
    I confess my crime of breaking into this container of words,
    and slaughthering this poem with meta innuendo.

    But I needed something. I wanted to gather the dust
    Of 84 warriors & 62 women & children. I robbed
    From this vault of words, language of the enemy, in hopes

    I could capture these people, allow their prayers to
    reach Wovoka in the final hour I end this poem.
    I wanted to know that I’m not grieving merely from the guilt

    of that European blood that separates me from two worlds.
    I need to know that I can be allowed my grief.
    Sadly I have failed. This 1961 Cardinal edition thesaurus

    I depended upon has betrayed me. Betrayed my Indian kin.
    With this language there are times I feel I’m betraying myself.
    In my search for synonyms for murder, I find Cain,

    assassin, barbarian, gunman, brute
    hoodlum, killer, executioner, butcher
    savage, Apache, redskin.




    Escrito con sangre

    Me rindo ante el Roget’s Pocket Thesaurus.
    Confieso mi crimen de allanar este contenedor de verbos,
    y de masacrar este poema con meta indirecta.

    Pero necesitaba algo. Quería reunir el polvo
    de 84 guerreros y 62 mujeres y niños. Me robé
    de este baúl de palabras, idioma del enemigo, con la esperanza

    de poder capturar a esta gente, dejar que sus plegarias
    llegaran a Wovoka en la hora final de este poema.
    Quería saber que mis penas no son de culpa

    por esa sangre europea que me divide en dos mundos.
    Necesito saber si mi pena está permitida.
    Por desgracia, fallé. Esta edición Cardinal 1961 de thesaurus

    de la que dependía me traicionó. Traicionó mi raza india.
    Con este idioma a veces siento que me traiciono a mí misma.
    En mi búsqueda por sinónimos de asesinato, encuentro Caín,

    Asesino, bárbaro, pistolero, bruto
    lacra, matón, verdugo, salvaje
    carnicero, Apache, piel roja.