vicente huidobro

  • No.109_Clásicos - Vicente Huidobro - Mario Meléndez

    No. 109 / Mayo 2018
    Clásicos


    Vicente Huidobro:
    el eterno pasajero de su destino


    Mario Meléndez
    Fundación Vicente Huidobro


    1

    Cuando hablamos de Vicente Huidobro, reconocemos el papel del creador en esencia, aquel que es capaz de proponer nuevos imaginarios a través del lenguaje, que va más allá de la lógica establecida para instaurar su propia lógica.    

    Aburrido de dejar ese papel a la naturaleza (en cuanto a la voluntad creadora), comienza a edificar los cimientos de un tejido escritural que es la proyección de sus angustias y obsesiones, donde la asociación de palabras y conceptos genera un hecho nuevo (un – pájaro – anida – en – el – arcoíris), donde los neologismos, la anáfora, la fragmentación —que anuncian el fin de una era y tal vez el comienzo de otra, como reza en Altazor,proponen una travesía a través de rutas insólitas e inesperadas.

    Pero toda esta aventura creativa, todo este vuelo cósmico, descansa sobre un soporte fundamental: el profundo conocimiento que tiene de la tradición, porque de lo contrario, sobre qué parámetros podría innovar, cómo sabría que aquello que se propone, ya fue hecho hace siglos.

    Huidobro es la puerta a otras realidades, el oxígeno invisible de nuestra poesía, como lo describiera Octavio Paz. Por eso continúa siendo del mayor interés entre aquellos lectores atentos que estas sociedades de consumo no han logrado vulnerar.

    “Quiero darte una música de espíritu”. De qué nos habla este verso sino del poder del lenguaje, de la virtud reveladora de las palabras.



    2

    Este año, como Fundación, estamos desarrollando una serie de iniciativas, tanto en Chile como en el extranjero, para conmemorar los setenta años de su muerte y también para celebrar el centenario de la publicación de cuatro de sus poemarios, dos de ellos emblemáticos, como son Ecuatorial y Poemas árticos, libros que inauguran la vanguardia en lengua española.

    Además, estamos generando significativos proyectos que partirán en los próximos meses, como son la editorial de la Fundación (un viejo anhelo que el nieto del poeta tenía desde que ésta se creó en 1990), la cátedra Vicente Huidobro, en conjunto con una de las más importantes universidades de Chile, el Primer Concurso Internacional de Poesía, el Encuentro Hispanoamericano de escritores y, para el 2019, el Festival Internacional de Poesía. Tenemos mucho por hacer y mucho también por proyectar.

    La vigencia de Huidobro en el extranjero, hace que permanentemente recibamos invitaciones a importantes festivales de poesía y ferias del libro, así como el interés creciente en la publicación y traducción de sus obras tanto en editoriales como en revistas literarias especializadas.

    Esperamos que ocurra en las letras hispanas un nuevo atentado celeste, como él mismo lo predijo alguna vez.




    Vicente Huidobro
    Poemas de El ciudadano del olvido, 1941



    Vicente Huidobro (Chile, 1893 - 1948). Padre del Creacionismo y uno de los autores más relevantes de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Muy temprano viajó a París donde entró en contacto con las vanguardias. Entabló amistad con artistas de la talla de Pablo Picasso, Juan Gris, Pierre Reverdy, entre otros. De sus poemarios destacan: Adán(1916), El espejo de agua (1916), Horizonte cuadrado (1917), Ecuatorial (1918), Poemas árticos (1918), Altazor(1931), Temblor de cielo (1931), Ver y palpar (1941), El ciudadano del olvido(1941) y Últimos poemas (1948). Su poesía ha ejercido una especial atracción entre públicos jóvenes y ha sido permanentemente objeto de estudio.

     
    Rincones sordos

    El mundo se detiene a medio camino 
    Con su cielo prendido en las montañas 
    Y el alba en ciertas flores que yo conozco 

    Esconde en tus cabellos los secretos de la noche 
    Esconde las mentiras en tu alma de alegres sombras 
    Esconde tus alas bajo tus besos 
    Esconde el collar de suspiros en torno a tus senos 
    Esconde la barca de tu lengua en las fuentes de la sed 
    En el puerto de la boca amarrada 
    Esconde la luz a la sombra 
    Las lágrimas al abrigo del viento que va a soplar 
    Porque tiene derecho a la vida 
    Como yo lo tengo a la más alta cumbre 
    Y al abismo que ha caído tan bajo 

    Esconde las caídas del sueño 
    Esconde los colores al fondo de los ojos 
    Esconde el mar detrás del cielo 
    Y vuelve a subir a la superficie 
    Para ser tú mismo al sol de los destinos 
    A flor de mano como el ciego olvidado 

    Esconde los suspiros en su estuche 
    Esconde las palabras en su fruto 
    Y llora tu vida en el hastío de las cosas 

     


    Para llorar

    Es para llorar que buscamos nuestros ojos
    Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
    En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas

    Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
    Y sobre nuestra memoria de carne
    Es para llorar que apreciamos nuestros huesos
    y a la muerte sentada junto a la novia
    Escondemos nuestra voz de todas las noches
    Porque acarreamos la desgracia
    Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras
    Respiramos más suavemente que el cielo en el molino
    Tenemos miedo

    Nuestro cuerpo cruje en el silencio
    Como el esqueleto en el aniversario de su muerte
    Es para llorar que buscamos palabras en el corazón
    En el fondo del viento que hincha nuestro pecho
    En el milagro del viento lleno de nuestras palabras

    La muerte está atornillada a la vida
    Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar
    Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada
    Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria
    Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable
    El viento abre los ojos de los ciegos
    Es para llorar para llorar

    Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces
    Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras
    Paloma de nube y de noche
    De nube en nube y de noche en noche
    Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro
    Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún
    no han nacido

    Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios
    Es para poder llorar es para poder llorar
    Porque las lágrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde

    Es para llorar que la vida es tan corta
    Es para llorar que la vida es tan larga

    El alma salta de nuestro cuerpo
    Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes
    La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles
    La noche llega a paso de montaña
    Sobre el piano donde el árbol brota
    Con sus mercancías y sus signos amargos
    Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo
    La ciudad cae en el saco de la noche
    Desvestida de gloria y de prodigios
    El mar abre y cierra su puerta
    Es para llorar para llorar
    Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino

    Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
    Y la cabellera ardiente de la dicha
    Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma
    Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes
    En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua
    del mañana

    Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
    Y que no apagamos el fuego del cerebro

    Es para llorar que la muerte es tan rápida
    Es para llorar que la muerte es tan lenta

     

     
    Balada de lo que no vuelve

    Venía hacia mí por la sonrisa
    Por el camino de su gracia
    Y cambiaba las horas del día
    El cielo de la noche se convertía en el cielo del amanecer
    El mar era un árbol frondoso lleno de pájaros
    Las flores daban campanadas de alegría
    Y mi corazón se ponía a perfumar enloquecido

    Van andando los días a lo largo del año
    ¿En dónde estás?
    Me crece la mirada
    Se me alargan las manos
    En vano la soledad abre sus puertas
    Y el silencio se llena de tus pasos de antaño
    Me crece el corazón
    Se me alargan los ojos
    Y quisiera pedir otros ojos
    Para ponerlos allí donde terminan los míos
    ¿En dónde estás ahora?
    ¿Qué sitio del mundo se está haciendo tibio con tu presencia?
    Me crece el corazón como una esponja
    O como esos corales que van a formar islas
    Es inútil mirar los astros
    O interrogar las piedras encanecidas
    Es inútil mirar ese árbol que te dijo adiós el último
    Y te saludará el primero a tu regreso
    Eres sustancia de lejanía
    Y no hay remedio
    Andan los días en tu busca
    A qué seguir por todas partes la huella de sus pasos
    El tiempo canta dulcemente
    Mientras la herida cierra los párpados para dormirse
    Me crece el corazón
    Hasta romper sus horizontes
    Hasta saltar por encima de los árboles
    Y estrellarse en el cielo
    La noche sabe qué corazón tiene más amargura

    Sigo las flores y me pierdo en el tiempo
    De soledad en soledad
    Sigo las olas y me pierdo en la noche
    De soledad en soledad
    Tú has escondido la luz en alguna parte
    ¿En dónde? ¿En dónde?
    Andan los días en tu busca
    Los días llagados coronados de espinas
    Se caen se levantan 
    Y van goteando sangre
    Te buscan los caminos de la tierra
    De soledad en soledad
    Me crece terriblemente el corazón
    Nada vuelve
    Todo es otra cosa
    Nada vuelve nada vuelve
    Se van las flores y las hierbas
    El perfume apenas llega como una campanada de otra provincia
    Vienen otras miradas y otras voces
    Viene otra agua en el río
    Vienen otras hojas de repente en el bosque
    Todo es otra cosa
    Nada vuelve
    Se fueron los caminos
    Se fueron los minutos y las horas
    Se alejó el río para siempre
    Como los cometas que tanto admiramos
    Desbordará mi corazón sobre la tierra
    Y el universo será mi corazón.

     

     
    Al oído del tiempo

    Tengo grandes sueños que acumulan tesoros en las raíces
    de los árboles
    Tengo ese oficio que hace morir al mar
    Voy andando en semejanza de cosa alada
    A veces canto porque las lágrimas se hacen demasiado gruesas
    El universo viene a picotear en mis manos
    Los que no saben lo espantan torpemente

    Tengo grandes ansias y vergüenza de todo
    Como una hora que se detiene a pedir pan
    Como aquel que no puede decir lo que quiere
    Enterrado al fondo de su raza

    Contemplo de tan alto que todo se hace aire
    Contemplo el ojo enorme de la tierra
    Qué hacer qué hacer
    La luna insomne pasa dulcemente
    Un río sin voluntad se extasía en silencio
    La luz empapada en sus faroles de puertos angustiados
    No sabe tampoco qué decir
    Ni el faro que ilumina la vitrinas del mar

    El río tiene pena
    Y una tal cantidad de ojos extasiados
    Que la noche podría equivocarse
    Que los árboles podrían hacerse vagabundos
    Luego todo se va
    Y yo miro la tierra y sus distancias desesperadas
    Cuando las olas se hablan entre sí

    No hay formas no hay colores
    No hay seres al fin en esta luz sin luz
    Desaparece la creación y sus augurios
    Sus pensamientos sus sensaciones y también sus imágenes
    Y hasta sus sueños de substancias prisioneras
    La nada luminosa
    Ni luminosa ni oscura
    La armonía de la nada sin armonía
    La nada y el todo sin todo
    Para ver esto hay que resucitar dos veces
    Para sentirlo hay que morir primero