Ideología

Raúl Renán


Las tijeras
cortan las puntas del pasado
el peine las ordena
el cepillo dispersa las inservibles
y el talco las perfuma
con flores de polvo.
Rueda la infancia
en los rizos del manto de lino
y la vejez se mezcla
con hormigas blanquecinas.
La hoja de la navaja
guillotina a los condenados
a rejuvenecer:
piratas gambusinos
o algún profesor de sirenas.
Los gargajos de jabón en el suelo
fueron lanzados desde el trono
donde el rey dormía.
El largo silbido del ujier
prende con alfileres
el carnaval
de la peluquería.


 



Pizzicato

Félix Suarez
Para Verónica

Qué regocijos y alborozos.

Qué lúbricos nos damos.

Tú, lenta y afinada cuerda de violín.

Yo, alegre pizzicato.

Alegre yo de mí,
de mí en ti.

De ti que vuelves a ti de ti misma,
enlunecida, plena.

De mí otra vez, otra vez.

De ti y de mí.

De mí en ti.

Cayendo, ay,
de mí mismo, desde mí.

De mi mismísima ternura.


 



Libertad

Francisco Javier Estrada


Vuelas y vuelas con tus alas de papel
y seda, como si el viento te llevara
sin pensar en fronteras ni ideologías;
vuelas cual lo hace un papalote
o la imaginación enamorada   
por ese espíritu que se llama Libertad,
que se mece en la cuna del amor.

Vuelan mariposas y papalotes, vuelan,
siguen corrientes libres de aire azul,
son sus alas papel de china, vestido
de colores en arcoíris
se adhieren cual si fuera reposo
en falda que baila olas al viento
y danza de un tango.

Mariposas juegan entre manecitas
de traviesa niña; se cuelgan de sus brazos
cual esferas en árbol navideño.

Papalotes multicolores persiguen
enamorados a mariposas coquetas,
y en su vuelo hacia montañas de occidente,
se deslumhran por el oro y el naranja
del crepúsculo amoroso de Morelia.

Transparente es el aire, diáfano es el viento,   
y los ojos que le ven se inundan del azul de un cielo sereno.
Sus labios musitan una oración de escondido amor.

Baila tu falda baila, no se cansa de jugar
con sus cortesanos admiradores,
que tienen por aire el rostro iluminado
ante tanta belleza en flor
y en el silbido admiración
por los sueños de azul plumbago
que es el espíritu de la Libertad.

Baila tu cintura baila, y en los pinceles
que trazan las formas de tu sensualidad
se mete la mariposa para distinguir
el sueño de la infanta que siempre eres
buscando el viento de la creación.






Puerta

 

Sergio García



Por está puerta han pasado parias
hombres de toda laya se han quedado en el umbral
mujeres y niños han tenido hambre
elefantes, ratones y hormigas han pasado inmaculados
un grito silencio ha corrido como el siroco al medio día
la luz oscura del tiempo ha anidado en sus oquedades  
el aliento dulzón del borracho se ha perdido en el vació
ha muerto el puño crispado y ha renacido lleno de descontento
ha muerto la lengua de un pueblo vetusto
más sin embargo, ha madurado como cogollo de un árbol macizo
han salido del quicio arañas y monjes budistas
han andado y regresado en múltiples avatares en forma de gallos
brahmanes, caracoles, plantas exóticas y pavesas eternas.

Esa puerta esta abierta
es una sonrisa, una mueca, un bostezo en horas que se escurren
de lluvia intensa
sus goznes rechinan como dientes
pasa el día, pasa la noche, pasan descalzas las horas
tiran polillas los maderos
sus átomos revolotean y sus moléculas balbucean un canto nuevo
gimen palabras queriendo salir de sus neuronas.

Esa puerta es una semilla, es un tronco, es un árbol
que reverdece en cada andanada del tiempo
un sabio se ha recargado en ella, un obrero le ha regresado su color
un nómada ha dormido y recuperado sus fuerzas
ha querido quedarse por siempre junto a ella   
pero su espíritu de trásfuga malandrín lo invade arrojándolo al camino
al andar que le da sentido al sendero que lo espera.

Me pregunto cuál será la puerta que en su desesperación
no se abra más
la invada la nostalgia, el gris de la tristeza haga que oculte
los tesoros que se queden mar adentro, de tras de sus maderas
y les llegue el polvo y lleguen otros fantasmas que hagan que rechinen
de un modo diferente los muebles de la casa sin que nadie los escuche
y eso me pregunto qué caso tiene.

Dejemos que la puerta decida su destino.

 




Naguala


Lucero BALCÁZAR

Con las caderas y los senos hinchados De deseo      Amanezco

Hebras solferinas caen sobre mi espalda Lúmenes me inquietan el bajo vientre
¿Dónde están mis seis labios?
¿Dónde la jaula de tu esternón donde me guarecía?
¿Dónde el zurrón donde guardamos
Los cadáveres exquisitos de nuestras tertulias?

Ahora    Ya sin mis seis labios
Guardo tu nombre silencioso
Entre mi vuelo     En lo que te encuentro
,H,

 




La dama de negro

Maria Elena Solórzano

 


La raza humana es inmortal,
nacen y nacen los renuevos
y no llega la salvadora muerte.

El mundo ya no puede contenerlos.
El mar amenaza con devorar los pueblos.

Entonces se escucha el alarido
de una mujer pariendo oscuridades.

Entre el bramido de las altas olas
el Señor del Cielo lo percibe.
La ira lo revuelve,
desprende de su cuerpo
un fuego que todo lo devora.

Los dioses le piden:
"Ya cesa tu castigo".

Modela con su argentino vaho
a una extraña diosa:
Pálida como la cera del panal
de las abejas del Jardín del Este;
los ojos, cuentas de azabache;.
la nariz afilada como cuchillo de nácar.
En la boca hay una delgadez de Luna.

Porta vestido de seda negra con rojas mariposas.
Un manto de viento cubre su friolenta espalda.

De pie,
con las manos congeladas,
con los párpados plegados y en reposo
espera la orden del Señor del Cielo
para cumplir su misión.
"Tú serás la dueña de la vida:
Segarás los trigos antes de cosecha.
Arrojarás niños al abismo.
Tomarás a la doncella
y la llevarás a la senda sin retorno.
Ahogarás al nonato en el vientre entumecido.
Tú serás la que alivie los dolores de los viejos".

La diosa rompió los diques del sollozo
y de rodillas le pidió a su padre
que no le diera esa misión tan cruel.

Sus lágrimas formaron un caudal tan grande
que descendió a todas las veredas de la tierra
y cubrió las oquedades donde los liqúenes reposan.

El Señor del Cielo convirtió sus lágrimas
en un mar de enfermedades
para transportar a los humanos
por el camino de la sombra.

La muerte sonrió y bajo la tierra  
a cumplir su misión triste y necesaria.
Anunciar el fin del tránsito terrestre.
Revelar la transmutación de carne en polvo,
Proclamar el llamado del vientre de la tierra.

El jugo de los muertos es la vida,
los huesos alimentan
a las frondas más hermosas
y a los hinchados ovarios de las flores.

El Señor de los Cielos
sentado en su trono de zafiros
contempla el verdor del mundo.

A su diestra la Estrella del Sur
(lleva cuenta de los nacimientos),
a su izquierda la Estrella Polar
(en un telar de nubes
registra las muertes cotidianas).

El mundo gira en perfecto equilibrio.

 



Soy

Thelma Morales


Soy amante que no quiere
tu desamor
soy corazón mutilado por
las navajas de tu voz
soy las venas de mi sangre
enredadas en tu cuello
soy tormenta que teje
destrozos en el tiempo
soy planta enlazada
entre tus dedos
soy yo, volando entre
el viento
soy yo, que espera
tu regreso
 




Leer reseña...



{moscomment}