Graciela Salinas Esquivel en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino

Los encuentros de poesía están llenos de sorpresas. Aunque muchas veces uno conoce a los escritores que van a presentar su trabajo, es verdad que siempre nos encontramos con autores regionales o extranjeros que no habíamos leído. Graciela Salinas Esquivel nació en Ario de Rosales, Michoacán, y radica en Morelia desde 1965.

Graciela Salinas Esquivel en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino

 
Por Ana Franco Ortuño
 
Los encuentros de poesía están llenos de sorpresas. Aunque muchas veces uno conoce a los escritores que van a presentar su trabajo, es verdad que siempre nos encontramos con autores regionales o extranjeros que no habíamos leído. Graciela Salinas Esquivel nació en Ario de Rosales, Michoacán, y radica en Morelia desde 1965.

De niña comenzó a escribir y ha participado en distintos talleres literarios. Obtuvo un par de premios en los Juegos Florales “José Rubén Romero” de Santa Clara del Cobre, y otros reconocimientos.

En el texto que abre su libro Sonata de Artificios, dice: “Allí, en la ladera rodeada por los cerros de El Castillo, San Miguel, La Barra y Tipitarillo, hundidas hasta el fondo de la tierra húmeda y charandosa, están mis raíces.”

Durante el Encuentro de Poetas del Mundo Latino 2009, la lectura de Salinas fue una de las agradables sorpresas que nos llevamos, de ahí mi interés por conversar con ella. Desafortunadamente el tiempo de la entrevista fue breve.

Graciela Salinas es una más de las mujeres que “en su época” tuvo que relegar la escritura para cumplir con la casa y la familia. Aunque ha pasado una larga vida escribiendo, llevó a cabo buena parte de esta actividad a escondidas de su marido, que no la dejaba. Lo platica riendo. El caso de la maestra Salinas fue recurrente a lo largo de muchos siglos, durante los que la producción artística de las mujeres, se mantuvo oculta o, de plano, inactiva, debido a las exigencias de un mundo que no compartía las responsabilidades del hogar. Sabemos que en la actualidad estas costumbres han disminuido. El testimonio y la obra de G.S. son parte de la historia de las mujeres escritoras para quienes la actividad literaria es una pasión y una profesión.

Cuénteme maestra, ¿cómo empieza usted a escribir?, ¿en qué momento de su vida?

Escribir siempre me gustó, desde la primaria, pero en mi época era dificilísimo para las mujeres terminar la primaria, porque estaba una en tercero y decían “mira, ya sabe leer y escribir, y ya para qué”, así que fue una lucha terminar la primaria.

Y usted se empeñó…

Sí, con una maestra que me apoyaba mucho porque veía que yo era de diez, e iba a rogarles a mis papás que me dejaran; y me dejaron. Así fue año con año hasta que terminé sexto. Luego me dieron una beca. Para esto, en la primaria me gustaba mucho declamar, y era declamadora oficial de la escuela porque la poesía siempre me gustó. Escribía, pero me decían que no, y tiraba o escondía mis papelitos.

En mi pueblo, que ahora es ciudad, no había secundaria, y nos íbamos con una maestra que daba taquimecanografía en una carrera comercial; con trabajos, me metí, y de ahí me salí a trabajar a la imprenta de mi pueblo donde me nombraron oficial mayor, y hacían eventos culturales de manera muy abierta. Muy bonito. Y del taller, me casé (ríe).

¿En qué año se casó?

En el 51. Era un marido de mi tiempo.

¿Y él le permitió que siguiera escribiendo o tuvo algún problema?

No, ya no, como que prefería que yo atendiera mi casa.

¿No la dejó continuar con sus eventos culturales?

No, ya no. Me guardé a tener hijos y criarlos.

Y, ¿cuántos hijos tuvo?

Nueve, y así hice mi vida común.

¿Cuándo retoma la escritura?

A mis hijas más chicas también les gustaba la literatura y batallé mucho para que hicieran carrera. Me empeñaba en que las mujeres hicieran carrera; y mis hijos hombres, también, aunque algunos no quisieron. Cuando crecieron me empezaron a animar a que siguiera escribiendo porque se encontraron por ahí algo de lo que había escrito. ¡No qué, yo no tengo tiempo! Y me empezaron a animar y a facilitarme; y si tenía algún evento, ellos me ayudaban con mi esposo. Pero mi marido me decía que andaba yo perdiendo el tiempo.

Luego mis hijas me llevaron a un taller literario de aquí, con Tomás Rico Cano. Mis hijas me dejaban ahí.

¿Era cada semana?

Sí.

¿Y a poco no la cachó su esposo?

No. Luego ya se enteró, mis hijas le dijeron. Ahí empecé a escribir. Cuando el maestro vio mis trabajitos me dijo que publicara en el periódico. Teníamos un periodiquito de dos hojas que se llamaba Voces de la Cúpula. Ya despareció. Murió el maestro y se perdió la publicación. Lo tuvimos muy poquito tiempo. La universidad ayudaba para publicarlo. Yo escribí con un pseudónimo (Giralcea Lassani) porque mi esposo me decía “loquilla”.

¿Su esposo no sabía lo de las publicaciones? ¿Publicaba a escondidas?

Sí. Luego entré a un premio regional ya con mi nombre, pero mi esposo no sabía. Y fui a otros talleres con Ethel Krause y Alberto Blanco, también tomé un diplomado con varios maestros. En eso murió mi esposo. Para esto, cuando yo iba a los talleres, mis hijas le dijeron y él ya no dijo nada. Mis hijos eran grandes así que ya era posible.

Usted cita a Nietszche, cuénteme un poquito de sus lecturas.

Mis lecturas fueron muy disparejas. Yo leía a los modernistas, Amado Nervo y todos los modernistas, pero no tengo muchas lecturas que digamos. Ahora consigo libros y leo constantemente lo que recomiendan en los talleres. (Entre los epígrafes de sus poemas se encuentran también citas de Nabokov, Char y Galeano).

La entrevista tuvo que terminar aquí por falta de tiempo. Confío en poder continuarla más adelante. Hay muchas cosas que me gustaría preguntarle sobre su larga carrera de poeta. En su obra, hay referencias al entorno, al yo y a la escritura que conforman una sola presencia en busca del origen.

 

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