Josep Pedrals (Barcelona, 1979) es un poeta del sonido y del espacio, del papel y del escenario, un poeta que marca tendencia en el ámbito poético (insisto, escénico y tradicional –en papel–), no sólo en el entorno catalán e ibérico sino mundial, pues organiza y asiste a múltiples certámenes poéticos. Además, ha recibido numerosas distinciones en concursos de recitación y,en 2013, fue galardonado con el premio Lletra d’Or, por obra publicada en catalán el año anterior.
En la pasada edición de Poesía en Voz Alta.14, El Sonido que Delira, uno de los invitados fue precisamente Pedrals quien, además de ofrecer un recital con parte de su obra, impartió un taller de poesía, «Estro y argüello», cuyo objetivo era hallar nuevos caminos de la escritura, creación y expresión poética, esta última en tanto acto performático, como culminación del poema. La entrevista fue realizada poco después de su presentación en el Festival, la noche del sábado 5 de abril.
Diego Alcázar: Con base en lo que hemos visto en tu presentación, ¿cómo es que se prepara un poema para recitarlo en voz alta?
Josep Pedrals: En realidad, se preparan solos para recitarse en voz alta. Hay poemas que los ves ya, que tienen ganas de salir sonando. Y, en cambio, hay otros que se hacen difíciles, que tienen como sus dificultades ya inherentes de explicación, porque hay palabras que tienes que explicarlas bien, en el sentido “entonativo” o de transmisión. Y hay algunos poemas que tienen una fluidez que parecen como que ya quieren salir afuera: entonces se trata de buscar cómo quieren salir. Y darles vuelta, releerlos, entenderlos, ver qué quieres decir con ellos o qué puedes decir con ellos. Tienes que escoger, y cuando tienes escogido lo que quieres de ese poema es cuando realmente puedes decirlo con cierta naturalidad: falsa naturalidad.
Me llamó la atención, con los contenidos del taller y los elementos de tu presentación, esa parte escénica de tus poemas: ¿cómo te preparas para los recitales: como poeta, como actor, como “performancero”?
En principio, empecé dejándome que me saliera como me saliera, y como soy muy expansivo, me muevo mucho cuando hablo, uso mucho las manos y hago muchos gestos –incluso parece, a veces, que bailo–, vi unavez que exagerándolo ayudaba más al poema. Es simplemente una exageración. Exagerar un poco porque además, el escenario ayuda a la exageración; una cosa muy estática [no] (en el cine quizá sí, con una miradita), pero un escenario de los que me gustan a mí: efímeros, que se acaban, puedes hacer aspavientos y mover todo el aire que puedas: hacer ruido escénico, se dice.
Y sobre la poesía. Antes de estar en presentaciones, de ser recitador, ¿qué tipo de poesía te interesaba y qué tipo de poesía te interesa ahora?, ¿la que se nos enseña en las escuelas o cuál?
Yo soy muy clásico: de hecho, he soltado unas décimas y sonetos y cosas así. Me encantan. Yo soy muy fan de todo lo que está muy cerradito. Pero lo que me gusta es cambiarle el tono, es decir, ser un poco irreverente, dentro de la estructura. Y darle también un doble juego, intentar usar un léxico a veces muy rebuscado y, al mismo tiempo, expresiones muy coloquiales y mezclarlo para que quede como un fluir extraño que todo mundo lo acaba entendiendo, pero no sabes por qué.
¿Qué parte de la poesía en Cataluña, específicamente, es la que más te llama la atención y cómo es su curso vital?
Actualmente en Cataluña hay toda una generación, los de mi quinta y abajo, digamos, y más jóvenes (incluso, el otro día estuve con una chica que tiene diecinueve que escribe unas maravillas que me quedé impresionado) y hay mucha vida a nivel de recitales. Y hay todo un maremágnum de gente, que nadie hace nada parecido al otro: no hay tendencias, sino que hay una “múltiple tendencia” de cada uno a su aire. Es raro: eso debe ser bueno y a la vez debe ser malo. Otro día lo hablamos en unas conferencias, sobre esto, por dónde iba la poesía catalana y salió esto, que cada uno hace lo que quiere. Y luego fui a casa y lo pensé: “¡Hostia! ¿Es bueno que cada uno haga lo que quiera?, ¿hasta qué punto? Nadie ha generado nada últimamente como para que nos podamos sumar.”Es curioso: no hay escuelas. En cambio, a nivel recitativo, sí que hay más: la escuela de Enric Cassases, que fue quien marcó un poco la explosión de los recitales a nivel público. Y a nivel español, pues hay también un mar de gente, pero hay escuelas por lugares, más que nada. En Andalucía se hace un tipo de cosas curiosamente muy modernas; y, bueno, últimamente me he movido poco por las Españas. Pero me encanta Ana María Salgado, María Eloy-García y un montón de gente, Elena Medel…
¿Cómo llegó a ti la petición de Gimferrer [de antologar uno de sus libros]?
Ah, sí. Porque Gimferrer es muy fan mío. Bueno, no es fan, fan. Curiosamente, la gente no lo cree, pero estéticamente tenemos muchas similitudes, por el juego de ciertas cosas de fondo, del lenguaje; la manera como Gimferrer mira el lenguaje es muy extensa: usa el lenguaje con toda su paleta. Y a mí esto me encanta y, a veces, tiendo a imitar ciertos movimientos de éstos que hace él, con otra estética, evidentemente, a nivel de mensaje y de fondo estético, quizá. He dicho “estético” como cinco veces en una frase.
Hubo un poema (en el recital) que me recordó mucho a la “Tirallongadelsmonosíl•labs” de Pere Quart, y a este tipo de juegos en la poesía –y no sólo en catalán– en donde llega a parecer absurdo, pero que nos recuerda que el absurdo posee sentido. El poema “Cor roc”.
Sí, éste lo hice para un circo, para un espectáculo de circo, y como ya he dicho, ahora lo uso yo para mi espectáculo. Era para un momento de un circo en que agarraba un corazón hecho con arcilla, fang, y con un… con un fuet, un látigo, y le iba dando, y se cargaba el corazón a hostias y mientras tanto sonaba eso súper lírico “¡Cor, cor roc! Cor poc, cor…”
¿Cómo decidiste no ser más poeta en papel?
Soy poeta de papel, yo. Mis libros son complejísimos de leer. No me dieron la Lletra d’Or porque sí, por mis recitales.
Pero, sobre todo, esta parte de pasar del papel a las grabaciones y encontrarte en otros “circuitos”…
Son dos cosas que las trabajo de maneras diferentes. Cuando estoy escribiendo un poema, normalmente no pienso cómo lo voy a recitar: escribo un poema. Y luego, hay poemas que no los recito nunca, me gusta mucho para que los lea la gente, pero no para decirlos. He ido para allá, aquí, el recital, más por un gusto que fui encontrando al escuchar recitales y al ver lo que hacía la gente y aprendo un poco las cosas y… quina frase més “chunga”, ¿no?
Y sobre la organización de recitales, ¿cómo se da en Cataluña y cómo se compararía con lo hecho por el Festival?
No sé, hombre, aquí el Festival está maravilloso, “está padrísimo”. Allí, por ejemplo…
La entrevista tuvo lugar después de la presentación de Pedrals, y aún había una poeta más en el cartel, cuyo recital terminó mientras hacíamos la entrevista. Una señora, con su hija, al salir, le dijo al poeta: “Buenas noches. Felicidades. Me encantó tu poesía. Gracias por compartirla.” Y Pedrals, entusiasmado por el gesto, respondió “Gracias, para eso la hacemos.” Al volver a la entrevista también tenía que volver al español.
Què m’has preguntat? Ah, sí. Per exemple, a Barcelona… Por ejemplo, en Barcelona, yo cuando empecé a montar lo del Horiginal era porque nos parecía que había que hacer algo, había que mantener vivo el espíritu de los grandes eventos que salían, cuando hay un festival de poesía de Barcelona o estas cosas, se da un buen rollo, y hay gente, hay público; y los que nos dedicábamos a las recitadas, nos pensábamos: “Hace falta quizá darle una continuidad”; al teatro, por ejemplo, no sólo lo hacen en verano cuando hay festival: hay teatro todo el año. Entonces la poesía también, todo el año; evidentemente, siendo poesía, sin presupuestos. Y aquí no sé cómo está la continuidad, si el festival tiene el público que tiene, algo pasará, ¿no?
El Festival se hacía durante muchos fines de semana, lo que provocaba que los poetas no interaccionaran y ahora se tomó la decisión de juntar todos los recitales, en una semana.
Es mucho más práctico. Fíjate, el Festival de Ripoll, que lo llevo yo con un amigo mío, que es el del restaurante El Crocus, el Marc, Marc Agud, el primer año que lo hicimos, lo hicimos durar una vez por semana durante todo el verano, diez sesiones. Y la gente no tenía la sensación de que eso era un festival, entonces lo comprimimos a sólo en agosto, y los viernes de agosto ahora hay el festival. Porque si no, es eso, a nadie le daba la sensación de que era algo con continuidad, aparte del cartel que lo decía todo, que ponía “Festival”.
¿Cómo ves la situación actual de Cataluña y el papel que puede tener aquello que se ha llamado “poesía social”?, y, si la poesía que se recita está en las calles, ¿puede haber todavía una relación entre literatura y sociedad?
Sí, ha habido movimiento. Yo no soy muy de meter política; bueno, con lo del “Bokassa Ceauşescu Suharto”… pero no, no soy muy implicado en ciertas cosas: estuve en Camp Nou recitando para el Concierto por la Libertad [29 de junio de 2013], pero, por ejemplo, no veo que haya la necesidad de una poética del momento para enfervorecer a las masas. No me acaba de gustar. Y hay cosas, como lo de los indignados, hubo un librito de “poetas indignados” y “poetas por la independencia” y “poetas por no sé qué”, siempre hay algo. Pero estas cosas no sé si sirvan más para los poetas que para la gente, o la poesía. Son de esos movimientos que dices “¡Hostia!”, bueno, dejan huella de ciertos sentires, ciertos pesares, pero no he visto nunca que trasciendan exageradamente las cuestiones de poesía social, al menos a nivel literario. Hay himnos y cosas que sí, que han cuajado algunos en el corazón de la gente, pero cosas muy puntuales y que tienen, precisamente, la gracia de ser muy abiertas a veces.
¿Qué es la poesía para ti? ¿Cuál es la definición de poesía de Josep Pedrals?
¿Ahora mismo? No sé. No sé porque cada día para mí es algo más grande. Es que ahora mismo estoy procesando en mi mente todo lo que he estado viviendo estos días a nivel poético y, por lo tanto, es difícil. Es muy difícil ahora mismo hacer cualquier aseveración a nivel poético. Además me gusta, precisamente, no poder hacerlo, el hecho de que la poesía vaya creciendo dentro de uno y la idea de poesía se extienda, sin salir de ser poesía. Porque te podría aquí hacer una imagen de “es la escalera que te lleva a los ángeles, donde cuando estás en las nubes…”, pero no. Es un latir continuo. De hecho, lo bonito de que la poesía no la pueda yo definir en este momento, me parece mágico, en el sentido de que es dinámica. Está viva. Porque mira que llevo años y podría...
Justamente, creo que la poesía es experiencia y la experiencia nunca se termina. Entonces se va viviendo todo y no uno no acaba de cuajar una idea. Pero cuando das talleres y cursos –como “Estro y argüello”–, ¿cómo haces entender que la poesía no es algo fijo, que va más allá de la inspiración?
De cómo lo hago no tengo ni idea.
Pero es algo que se te da, porque parece que la espontaneidad te caracteriza..
Sí, me preparo cosas, pero luego son detalles lo que acabas diciendo. Es una libertad controlada. La poesía es algo que se practica desde una libertad controlada y puedes explicar, quizá, las formas de control, pero la libertad ¿cómo la explicas?
“Las formas de control”, ¡hostia!, qué chungo! Bueno: “las técnicas”, que “las formas” suena muy duro.
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