...................................................................

Bailando a oscuras
Odette Alonso
Universidad Autónoma de Nuevo León,
Monterrey,
2014.
 

.....................................................................

No. 85 / Diciembre 2015 - Enero 2016



Bailando a oscuras
 
Fuera del vidrio hay una música insistente
que nos llega en sordina
el jazz de una trompeta trasnochada.
Al son
nos teje una burbuja opaca
en la que no hay nociones
sólo tú y yo danzando el tiempo que nos toca.
Trazan los pies
en círculo
el inicio de un camino.
Sobre el compás de mar de tu cintura
mi mano es una barca a la deriva.



Encrucijada
 
Desnuda sobre mi espalda lo dijiste
no importarán los años
ni la furia del viento que encrespa los océanos
ni la tierra ni el pantano ni el fuego que ilumina.
Con una reverencia
un gesto apenas de cabeza y de cuello
te tragarás la voz.
Allí donde mi alma aceptó tu llamado
me observarás tal vez
desprevenida
hilando en el telar de la inconciencia.
Nunca sabrás si ésta es la encrucijada
o si avanzas por caminos paralelos.
Nunca sabrás tomar la decisión.



Las voces de la lluvia
 

Como un odre vacío
nada puedo ofrecer.
 Damaris Calderón
 

Aquí
sobre la mesa
están las cartas
no las fortuitas del castillo derrumbado
ni las endebles que racionan la fortuna.
Sobre esa mesa están mis manos húmedas
las marcas del vapor en el cristal.
Nada puedo ofrecerte
sólo el calor de mis dedos delineando tu cuerpo
cuatro gotas debajo de la lengua
cuatro piedras cardinales
y un imán.
Llena con tu silencio mi cabeza
ponme sobre los hombros este sorbo de tiempo
apágame las voces de la lluvia.



Esta tarde
 
Oculta entre la sombra te contemplo.
Toda la luz de la tarde está en tus ojos
en esa piel que ardió sobre mis manos.
Ronda la muerte
sobre ella se levantan las ciudades
ella es el rito de la noche
y del amanecer.
Pero la vida resplandece
recipiente del júbilo
música inevitable.
Y yo estoy contemplando este vacío
donde tu cuerpo toma forma
y me sonríe.
 

 
Ponzoña
 
Agrio
el caldo de esta copa bebo
como si de tus labios tomara la cicuta
o en esas manos pusiera el corazón
y tú lo acuchillaras.
Salobre
en la punta del deseo está la lengua
escorce esta mañana que encegueció de golpe
el rayo anaranjado de mis ojos.
Con esa hebra de cáñamo que teje nuestros días
me has lacerado hoy.
Agrio y salobre el viento esparce la ponzoña.

 


Leer reseña...