Volker Sielaff

No. 86 / Febrero 2016


Poetas alemanes núm. 86:
Durs Grünbein
Jan Wagner
Kathrin Schmidt
Marcel Beyer
Marion Poschmann
Monika Rinck
Volker Sielaff

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Volker Sielaff
(Lausacia, 1966)


Nacido en la remota región de Lausacia, en la frontera de Alemania con Polonia y Checia, habitada, por cierto, por una minoría étnica autóctona, Volker Sielaff trabaja como escritor independiente en Dresde. Desde 1990 ha publicado poemas, ensayos y crítica literaria en diversas publicaciones, y en 2003 apareció su poemario Postkarte an Nefretete [Postal a Nefertiti], que le valió el Premio Lessing de Estímulo a la Literatura. En 2011 publicó Selbstporträt mit Zwerg [Autorretrato con enano]. Poemas suyos han sido traducidos a diez idiomas.
 



Fliegen


Als Dorfjunge wurde ich mit den Fliegen groß, ihrem
Gesumm. Vor winzigen Fensterscheiben fielen sie
irgendwann einfach herunter, und da war keiner,

der sie dann wegfegen wollte, tagelang lagen sie so,
mit ihren leblosen Beinen, allein auf einen blutleeren
Körper gestützt, der sie schon nicht mehr halten konnte,

in der Regenrinne des Fensterbretts der Toilette, wo sie
noch eine geraume Weile satt glänzten, bleiblau oder
schwefelgelb, während die Flügelmusik der anderen

munter weiterging, wie heute zwischen Kirschbaum
und Himmel, auf halber Höhe des Baumes, während
Meinungen herumgereicht wurden, ich klinkte

mich aus, träger Nachmittag bei Kaffee und Kuchen, der
Blick seitlich zu dem wippenden Auf und Ab, als ob
sie alle an einem unsichtbaren Faden hingen, hier

unter diesem Blau, das nichts mehr zu erzählen weiß
noch immer dieser Schwarm Fliegen der
ein gläsernes Netz in die Sommerluft webt.


Moscas

Niño de pueblo, con las moscas me hice mayor, con su
zumbido. Ante mínimas ventanas se caían
solas de pronto en algún momento, y no había nadie

que las quisiera barrer, quedaban así días,
con sus patas sin vida, tumbadas en un cuerpo,
sin sangre, que ya no fue capaz de sostenerlas,

en el pretil de la ventana del baño, donde
brillaban un tiempo más, hartas, de color plomo
o azufre, y la música de alas de las otras

alegre seguía, como hoy entre el cerezo
y el cielo, a media altura del árbol, mientras tanto
circulaban opiniones, yo me desligué,

tarde perezosa de café y pasteles, de
perfil mirando yo oscilar ese balanceo,
como si todas pendieran de un hilo invisible,

aquí, bajo este azul que ya no sabe más cuentos,
este enjambre veraniego de moscas aún
sigue tejiendo en el aire una red de cristal.