No. 87 / Marzo 2016 |
Catedral pirámide 3 Qué con la gruesa inmovilidad de nuestros miembros y la languidez de la respiración rendida como estos largos pulsos de la tarde desde el desorden de la cama aún deshecha venimos a sentirnos arrojados. Cuán pesado atavío las superficies de la piel maculadas de sudor después de tanto reposo llegábamos tambaleándonos desde el vértigo de una rosa maternal que endereza el florecimiento exterior del conducto de la mente y todas las puertas dejadas abiertas y todas las cortinas cerradas. Cómo el declive se une a la aguja para semejarnos a nosotros dando un paseo con ella por los bulevares abandonados de la ciudad de plata y la arquitectura final del cuerpo donde las cifras tripartitas de la maternidad construida de su alma comunicada de la Coyolxauqui vienen sin sombra el duro resplandor esta ingle luz piramidal Disnea Porque los días para situar la carne en cuyo recinto inadecuado inmóvil: un monolito de lo hablado con frecuencia de lo cual nada es seguro: o abstracto de cuyo género para el uso de todo deseo reconocido habla formal y pronombre para formar las estrellas a través de tu espalda: cuyo músculo endurecido: tremendo delta lateral del cual hasta los hombros: hay un camino desde el sí: el solo interior un eterno tic del ojo izquierdo: un lenguaje no sólo ilegible como la vana traducción de un yo ficticio contradictorio y su consonante verbo ser: sino el cristal del cuerpo que cae a través de una película gris de memoria fallida e incendio en el claro esta medianoche otoñal: para desdoblar (en la forma de tu cuerpo) las esquinas placenteras de un lugar en el que la dificultad de un nuevo respiro y yo somos extranjeros (Traducciones de Gabriel Bernal Granados) |
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