No. 110 / Junio - julio 2018
Lenguas originarias


Sy (Madre), poema en lengua guaraní considerado el mejor del mundo


Kalu Tatyisavi


Un poema de Cristian David López (Lambaré, Paraguay, 1987) fue ganador del I Premio Internacional de Poesía Jovellanos en 2014.

El poema vale por sí mismo, no es el premio quien le otorga el estatus, no es ya el autor quien habla. No se necesita permiso ni consentimiento ni autorización para considerar un poema poema, pero este “pequeño” poema vale para hacer una reflexión sobre él mismo, sobre la creación, la recepción, el origen, la situación de las lenguas colonizadas…

No citaré ningún verso del poema, lo anexo para que se lea; en él hay una fusión con quien escribe; poema y autor juegan, son cómplices y a su vez se repelen. Cuando un poema ha dado a luz, vale por su fuerza y permanencia, para ello intervienen muchos factores: la difusión, la crítica, el asedio, la posesión; en casi todo interviene lo colectivo, no como constatación sino como retorno, uso, reintegración y provocación.

Cuánta condensación y concentración, qué brevedad; unir letra por letra, buscar una sílaba acorde, tachar una palabra por otra; tanto trabajo. Es decir, darle imagen, ritmo; pensamiento, crítica, reflexión. ¿Cuántas veces lo borró y lo rehízo Cristian? Imposible saberlo, tal vez su agotamiento provocó el abandono.

Pero, creo que el poema no dice, hace decir, hace sentir. Ve, plasma, rompe el oído; su silencio es evidente. ¿Atrás de él que hay? Acumulación, ayeres, noches, lamentos de esperanza. Finalmente, no es el decir del poema lo que importa, sino el estadío de la lengua, de la cultura. Dato curioso sobre la lengua guaraní y algún mundial de futbol: para comunicarse y evitar ser escuchados en el juego, los futbolistas paraguayos se hablaban en guaraní; los árbitros, quienes no podían comprender la lengua, regañaron a los jugadores, ordenando que se comunicaran en español.

Así sucede con las lenguas colonizadas, mantienen esta restricción aunque en Paraguay (que, por cierto, en lengua guaraní significa para algunos agua que viene del mar), mucha gente la habla, sin embargo, muchos dicen que esta lengua es en realidad una mezcla de guaraní y castellano: el Jopara. Por cierto, ¿cuántos nombres de los países provienen de las lenguas originarias, de mezclas, de cruces, de “bautizos”, de malos entendidos, de accidentes o desde el poder? Lo mismo sucede: ¿América Latina, Latinoamérica, Nuestra América? Depende quién lo dijo, lo dice y para qué. El primero es de origen francés; el último fue defendido por José Martí y busca la unidad contra el colonialismo.

Asimismo sucede con nosotros hablantes de la lengua Tu’un savi, el metro de la Ciudad de México es un buen espacio para presentar nuestros rostros y voces, en cualquier lugar lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo, la reacción del otro es la indiferencia que parece más ser un inquirimiento interno: ¿Qué lengua hablan estos intios? ¿Son intíjenas? Ante la sobrepoblación: ¿Por qué no se regresan a su montaña?

México es el país racista por excelencia. Supongo que así como la pérdida de la lengua tiene diferentes niveles en diferentes países, con el racismo pasa lo mismo. En el fondo, es la situación colonial en su sentido más amplio: económico, social, educativa, cultural, ideológico, epistemológico, histórico, psicológico, político…

Ya que “no puedo” hablar del poema de Cristian, tomaré como muestra una anécdota sobre mi lengua: iba viajando en un autobús en Ñuu Savi con un amigo, conversábamos en Tu’un savi, sin miedo jugábamos y reíamos. En eso se acercó a nosotros el checador de boletos; uno de nosotros le preguntó: Nava kuni-nu? Él nos respondió: Ticket, tickets…  

Teníamos el rostro Ñuu Savi, no lo podemos ocultar. No se puede ocultar por más polvos blancuzcos y más títulos universitarios o malas imitaciones. Y para colmo, nuestra escritura, en cualquiera de las lenguas es malísima. Qué decir de los llamados escritores en lengua intíjenas (sic) en México, su escritura en castellano (y literaria) es muy pobre. Al respecto, un funcionario y otro académico me confesaron alguna vez: les damos premios, espacios y becas por lástima. Callé. En primer lugar, no soy nadie para asumirse como líder o cacique cultural intíjena; en segundo lugar, la acumulación de silencio ha implicado mi acercamiento a la literatura, por lo menos ha sido la intención.

Sé que en reuniones privadas se nos sigue calificando de intios (o intíjenas, es lo mismo). ¿Una muestra de estigmatización, racismo y discriminación? En 2015, Proceso reportó el siguiente “diálogo” de Lorenzo Córdova: "'Había uno, no mames, no te voy a mentir, te voy a decir cómo hablaba este cabrón’, dice Córdova, al imitar con voz grave y burlona: ‘Yo jefe, gran nación chichimeca, vengo Guanajuato. Yo decir aquí o diputados, para nosotros, yo no permitir tus elecciones’, y suelta la carcajada el consejero presidente del INE". El racismo está desde el calificativo, desde la historia, desde la Colonia que aún existe, qué decir de la marginación social.

En México hay muchos países desiguales. Por eso no bastan los estudios de antropología, lingüística, arqueología o etnohistoria para comprender la realidad a fondo (¿alguien ha cuestionado por ello a la enah?). ¿Los jóvenes impetuosos se darán cuenta de ello?

Por otra parte, la comunalidad, el comunitarismo que se pregona como panacea, es falso, no existe. Todo está trastocado por el capitalismo salvaje. Los defensores y propagadores de lo comunitario mienten, basta ver sus acciones, van de aquí para allá, son daltónicos y cínicos (en la concepción peyorativa), les da lo mismo ser zapatistas un día, ser demócratas en otro, ser del centro o de izquierda; el objetivo es ocupar puestos y fingir que lo hacen para el bien de los intíjenas. Vaya falacia. Por eso, la ética es lo más importante, el comportamiento cotidiano, la praxis, los principios, la historia individual y social como seres humanos.

La autonomía de los pueblos originarios tiene que partir fuera de la educación oficial, fuera de la repetición llamada tradición, fuera de cualquier religión. Es decir, desde sí misma, desde la crítica, reflexión, autoreflexión; como autocrítica, siempre en movimiento, siempre proponiendo. Un cambio político como el que vendrá es eso, es político, no cambia la esencia de la explotación ni las condiciones sociales.

Por eso el poema de Cristian vale por sí mismo. Tiene el valor de ser consecuente en doble sentido: el primero, la relación madre-hijo (la lengua materna y su situación colonial); el segundo, parte de la madre hacia el hijo, así toma la ruta con vistas hacia el futuro. Aquí se cumple entonces lo que dijo Salvador Mendiola en la introducción de Voces de Hermann Broch: “Quién es poeta por su propio gusto?”.

 

Sy

Ahai nde resa
ha mitãnguéra oma’ẽ.
Ahaí nde juru
ha mitãnguéra opuka.
Ahai nde réra
ha mitãnguéra oñe’ẽ.

 

Madre

Dibujo tus ojos
y los niños miran.
Dibujo tu boca
y los niños sonríen.
Dibujo tu nombre
y los niños hablan.