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fungus skull eye wing, Selected poems of Alfonso D'Aquino
Traducción de Forrest Gander
Copper Canyon Press,
Port Townsend, Washington, 2013. 

Por Yeni Rueda López
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No. 97 / Marzo 2017



Vivir fuera de las grandes metrópolis alimenta —en la mayoría de las ocasiones— actitudes mucho más reflexivas y orientadas a la observación cuidadosa de nuestro entorno, facultades que nos han dado tantos alcances creativos, científicos y tecnológicos. Incluso, en ciertos momentos pareciera que sólo podemos disfrutar orgánicamente de nuestra humanidad cuando tenemos contacto con la naturaleza.

Me atrevo a hacer esa afirmación pues desde hace un año vivo en las laderas de un bosque profundo y siempre activo. Acá, en lugar de los gritos histéricos de las calles o el doloroso chillido de un claxon, escucho el paso del viento entre las ramas de los árboles, cuando la neblina desciende y las gotas de lluvia caen. Cuando esto sucede, trato de imaginar cómo sería vivir inmerso en ese bosque que veo en el horizonte.

En realidad, no tengo que imaginármelo. Puedo saberlo o sentirlo a través de un libro que respira y reverdece entre las manos frías del lector. Me refiero a fungus skull eye wing de Alfonso D'Aquino con traducciones de Forrest Gander, editado por Copper Canyon Press, que reúne —en su mayoría— poemas inéditos hasta la aparición de esta edición bilingüe. Y es que una de las grandes virtudes que siempre encuentro en los poemas escritos por D'Aquino es la invitación a abstraernos a través de los pequeños detalles naturales para encontrarnos a nosotros mismos en ellos, como se puede notar en uno de los poemas más enigmáticos del libro, "13":

Me detengo y levanto una piedra
y este gesto que he realizado infinidad de veces
no sólo en mí sino en cuantos fueron antes de mí
y en los que serán
este gesto de detenerme a medio paso
a levantar una piedra
la misma y otra cada vez
me conmueve más allá de mí mismo
y al mirar en mis dedos
los hilos (violetas) que en ella se concretan
y la forma que tiene
mis ojos se entrecierran fijamente
y descubro
en su peso maravilloso en el hueco de mi mano
en su lívido color de piel insomne
y en las venas sólo por un momento
entrevistas que la cruzan


Sumergirse en la poesía de Alfonso D'Aquino es meter los dedos en el cuerpo y sacarlos llenos de tierra. Y entre esos granos negros y acuosos, se pueden ver los destellos de los minerales que se encuentran aprisionados en el subsuelo, o de las esporas que caprichosas se mueven en el bosque para asirse a la tierra húmeda. En cada uno de los poemas hay una conexión entre el cuerpo humano, lo vegetal y lo mineral, o como Gander lo llama, the non human world. Es como si a través de cada verso, se fusionara una parte corpórea de la voz poética y de nosotros junto con el mundo natural, una simbiosis que encontramos en "Redes":

bajo mi piel de planta
bajo mi cara de animal
bajo mis huesos de piedra
bajo mi carne que es tierra
dentro de esta red de sal a ras cubierto
con el mantillo redivivo del que nazco
disociado de todos mis compuestos
húmedo hebroso verdezco


Escribir en este momento sobre el trabajo que Alfonso D'Aquino y Forrest Gander han hecho en este libro encaja muy bien con su carácter intemporal. Aunque fue publicado hace tres años, los versos no pierden vigencia puesto que no se ciñen a modelos editoriales de mercado o a temas coyunturales, sino a una búsqueda temática que reafirma las aspiraciones literarias de ambos poetas, quienes durante tantos años han escrito e investigado sobre los mismos temas: la naturaleza que los rodea, las piedras, estrellas y las serpientes.

Pero también han llevado, junto con su amistad y las coincidencias temáticas, una larga relación de traducción, ya sea por cuenta propia o con el apoyo del programa desarrollado por la US Poets in México, organización que hace posible encuentros en que poetas norteamericanos y mexicanos dan talleres, conferencias y trabajan en sus propios textos en lugares tan particulares como Xalapa o Tulum. Esta persistencia en el trabajo continuo nos permite tener poemas certeros, bien trabajados, sin ningún espacio a la improvisación. Son como la planta que se riega con cuidado y paciencia para que, llegado su momento, florezca alcanzando su mayor esplendor.

Respecto a la traducción de textos literarios nos podemos encontrar con posturas polarizadas, aunque generalmente recae la idea negativa de trasladar un texto de un lenguaje a otro. Okakuro Kakuzo en El libro del té se refiere a la traducción como una traición al original, la compara con el revés de un bordado: podemos ver el vestigio de los hilos pero no los colores ni el dibujo en su máximo esplendor. Entonces, para él, la traducción es sólo el revés del original y aun cuando sea extraordinaria siempre será más opaca que la primera.

Una visión menos pesimista se puede encontrar en "Movimiento de traslación: una conversación", dialogo textual publicado en la revista Tierra Adentro, en donde las poetas y traductoras Robin Myers y Tedi López Mills hacen una interesante reflexión sobre sus experiencias personales en esta actividad literaria. Quisiera rescatar una opinión de la traductora Karen Emmerich citada por Robin Myers que se contrapone a la idea de pérdida, y que me servirá como punto de partida para abordar el trabajo realizado por Gander en el libro de D'Aquino: "[…] en lo personal no considero que la traducción sea de ninguna manera un acto violento o destructivo, y creo que hablar en esos términos muchas veces termina siendo ingenuo e insincero… Según lo veo yo, la noción de la traducción como daño o pérdida puede hacer daño en sí misma. Veo cada traducción como una ganancia: puedes ganar poco o mucho, pero siempre que se traduce una obra literaria, sales con más, no con menos'". El trabajo realizado por Gander está lleno de estas ganancias.

En primera instancia, no se trata de una simple traslación gramatical de un lenguaje a otro. La poesía de D'Aquino tiene una musicalidad muy particular en donde confluye el ritmo de las rimas y el verso libre. Esto le da una personalidad propia, dado que hace una verdadera transformación del lenguaje a nivel semántico, sonoro y gramatical. De la misma manera siempre hay una intención gráfica en la composición textual que corresponde con el significado del verso. Estos elementos pueden notarse desde los versos de "Acanto", con los que abre el libro:

No se mueve la estatua             The statue doesn´t
sino su sombra                 but its shadow fits
que a lo largo del día                 through the day
se hace redonda                making a circle

Va trazando una raya                 It traces its own way
entre las piedras                across the stones
y sus dedos alargan                   fingering forward
la línea ciega                     along a blind edge

Por la luz que desciende             The light slanting
sobre su espalda                 over its shoulder
ha dorado las ramas                  tints the branches
rojiza pátina                       with a reddish patina


Se trata de una urdimbre poética compleja, con varios niveles de trabajo que sólo un traductor conocedor de ciertas claves literarias puede descubrir. Leyendo las versiones en inglés, pareciera que Gander, más allá de traducir el poema, lo reconfigura para dotarlo de las mismas particularidades que lo hacen tan especial en el idioma español. El poder contar con una edición bilingüe nos permite identificar estas características que enriquecen considerablemente el trabajo de traducción y reconfiguración de los versos en inglés.

Si pensamos en la analogía de los bordados que usa Okakura Kakuzo para referirse a la traducción, lo que hace Gander es su interpretación del bordado lingüístico de D'Aquino con sus propios materiales. Así, ninguno es el revés del otro, sino dos poemas individuales que se hacen uno. Esto sólo puede ser posible gracias al conocimiento y sincronía que ambos poetas han logrado construir a lo largo de los años. Al final, como no sucede con otros libros bilingües de poesía, ambos autores han creado un volumen único que destaca por su cuidadosa construcción —tanto literaria como editorial—, característica que es muy difícil de encontrar entre la avalancha de libros de poesía que se publican todos los días.

Pero, más allá del contenido o la forma, se trata de un libro vivo en sus imágenes, en su diseño y en su interacción con el lector. Un libro que no sólo se lee, sino que se ve y se siente. Un ejemplo del primer punto —el de ver— es el poema "Esporas", en donde la intención gráfica de los versos se hace más evidente. En este sentido, D'Aquino es un pintor lingüístico que aprovecha los recursos del diseño gráfico del poema para redoblar el significado y ubicar estas células lingüísticas dispersas en la hoja para que en su conjunto germinen en la mente del lector. Pero la vida en los libros de D'Aquino no sólo se da por lo que se ve o se escucha, sino por estimular una apreciación mucho más profunda del ejercicio poético, con la que rastreamos las raíces que lo conforman a través de una lectura cuidadosa y sin prisas, que nos permite vislumbrar cada una de sus distintas posibilidades. Dentro de esta línea podemos ubicar el poema "Zagreo", que retoma la figura del primer avatar dionisiaco, relacionado con los cultos órficos que se vinculaban con elementos naturales. Éste ha sido un motivo constante en la obra de D'Aquino, y en cada libro en que lo coloca ofrece una nueva visión del dios griego, lo que habla de un tópico en constante construcción.

La lectura de fungus skull eye wing nos otorga la experiencia de entrever los misterios que se esconden entre los hongos, la tierra y el cuerpo. No es una experiencia única del yo poético, sino que invita al lector a ser parte de este descubrimiento. El lector debe ser activo, casi un detective interesado por reconocer las referencias culturales, o los términos científicos, o las características propias de un mineral. Sólo a través del conocimiento de estas claves del poema se puede alcanzar su plena valoración. Y en todo caso, ¿no es así como deberíamos vislumbrar todo lo que nos rodea? El gran acierto de este libro, más allá de una apreciación individualista de tal o cuál fenómeno, está en el despliegue de las pequeñas maravillas que desde un destello nos invitan a revelarlas en el mundo con nuestra propia luz.