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El cantar de los oficios
Carlos Villalobos
Uruk editores

San José, 2015.

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No. 89 / Mayo 2016


Arte sano

A los artesanos


El uno es el arte de oficiar el arte,
el otro aparte, es el arte de lo sano.

Uno viaja en tren hacia lo eterno,
el otro tiene un caballo cojo
que solo sabe de caminos en el barrio.

Uno navega el mar en grandes buques y cruceros,
el otro cruza un río en baratos botes de tablón.

Uno es modelo que desfila por la alfombra roja,
el otro, alguien que viste el color de su bandera.

Uno exhibe el corazón en los museos.
el otro lleva un museo en su corazón nativo.

Uno tiene un bisturí de galeno en la mirada;
el otro, hierbas curanderas que curan el olvido.

Uno baila en los teatros de luneta
el otro danza bajo el ojo de la luna.




El ángel guachimán

A los vendedores de carros


Es una sombra. Es un gendarme.
Es un rostro que ladra en el espejo de los carros.

Su armadura es un garrote
y unos ojos de lechuza, su credencial.

Todas las noches se nombra dueño de la noche
y todas las noches, es un ojo de ojo al Cristo por la calle.

Los precios varían según la fiesta y la corbata.
A veces el pago es una sonrisa.
A veces el pago es un váyase al demonio.

Es cierto: no es seguro su seguro,
pero el guachimán es un ángel de la guarda
que aguarda sin dormir.

Es un ángel que espera un ángel
que lo salve cada noche.