Pedro Lencina
Nació en Río Grande, Tierra del Fuego, el 20 de octubre de 1988. Vive allí actualmente. Publicó algunos textos en Memoria joven, a 30 años del golpe, antología de narrativa y poesía fueguina, donde obtuvo el 2° lugar. Siente predilección por Alejandra Pizarnik y Oliverio Girondo; de los contemporáneos le gusta Susana Villalba y Graciela Cros. Es músico en sus ratos libres y cristiano a tiempo completo.
En el cielo de a parejas alumbradas
En la lluvia de a paredes encantadas
En el orden y el no-orden nuevo impuesto
¡Yo no!
Ni el más recto y recurrente de los verbos
En la risa de la muerte sinvergüenza
En la ruta hacia la nada y de vuelta
¡Yo no!
En la aguja de tus ojos sin el tiempo
la caricia desnudada a caricia
el amparo de un relámpago en tu boca
Sí.
Como
Con la velocidad de un sol
Estrellándose en la boca
como trueno en retroceso, en la memoria
el vacío se nos hace no-vacío
Así como escribiendo un pétalo
tomas al tiempo por las piernas
y me acaricias el alma
Esa pava de té hirviendo...
Esa pava de té hirviendo
entrópicamente libera/ reclama
¿Adónde vas? -lejos del calor- me dice
de la monotonía de estar preso en horizontal
en carnes mojadas
movido a vértigo, movido a plasma
pero retiene materia en el alma
acaso desearlo haga el fuego más líquido/ cercano
andróginamente te vas y me pregunto
si el deseo es nunca-alguien
Hacernos fuego
Quiere hacer el vacío de una piedra quebrada y no,
me conmuevo
vibras y reviento
puede ser tormenta ajena llena de arena fría
pero no,
me conmuevo
y bailo fantasmas aristas de espejos quebrados
sin ser piedra vacía no más:
El vacío toma piedra
y lleno espacios con flores y seres; renuevo
me muevo a través de calores inciertos y ciertos
como el sueño universal del niño crecido que jamás se olvida
que jamás se ha soñado y así,
me conmuevo
y las alas queman, enfermo hasta llorar lágrimas y arterias/
/estallando en corales nuevos conocidos por el alma que habita este momento en que no existo mas que en la brevedad como bomba-espíritu/
No puedo más sentir, me quiebro, ahora no de vacío indecible sino de fuego
Ser ave es más caro al alma que habita en la búsqueda.
Y dan ganas, a veces,
de ser sólo jaula
Cuantos son mi cuerpo
¿Cuántos son mi cuerpo,
de qué están hechas mis manos?
cordeles, hilos resuenan,
hambre de multitudes.
Una alondra está fría,
descansa en sangre de otros.
Unos me quieren ver aire,
otros en jaula muerto.
Ninguno de mí sabe ahora,
ni uno sabe que existo,
a veces me siento carne,
atrapado en cuerpo etéreo.
No reniego mis fantasmas,
cabalgan azul, a lo lejos
mi cuerpo es solo distancia,
mi alma es solo descenso.
¿Qué habrá de ser cuando muera
de este desfile de muertos?
¿Me harán volver como piedra
o en barco me iré con ellos?
Disgregación
Donde sea que mira no se alcanza de uno mismo.
Mi ser habita en espacios vacíos
me pienso solo un recuerdo
¿Mi verdadero yo?
una nada completa de abismos circulares,
una creación de poros y pulsiones fantasmas,
Esa colección entre la noche y la nube que la vida tiende a llamar viaje.
La relación… se sufre.
Se distorsiona ante cada ligero movimiento del aire.
¿A quién parí hoy, esta tarde?
A un vientre materno que observa su propio cumpleaños
un cuadrúpedo vital de solo palabras
que apenas sabe significar algo más
que sí mismo.
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