Pablo de Rokha. El toro furioso, la desmesura poética
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No. 55 / Diciembre 2012 - Enero 2013 |
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Pablo de Rokha |
El toro furioso, la desmesura poética |
Por Jorge Aguilera López |
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Lo cierto es que las rencillas personales siguen gravitando más que la obra de los autores. Como ha sido acuciosamente documentado por Faride Zerán, la guerrilla literaria que emprendieron los tres grandes vanguardistas chilenos de los años veinte cobró facturas que, a posteriori, determinaron los prejuicios y las simpatías por Neruda, Huidobro o de Rokha. En un par de poemas, Nicanor Parra comete el parricidio habitual contra sus tres mayores y, de paso, los caracteriza en la valoración que la voz popular hace de ellos. En su Manifiesto escribe: Nosotros condenamos Aquí vale la identificación: el “pequeño dios” es Huidobro, frase utilizada por él mismo, en su célebre poema Arte poética: “El poeta es un pequeño dios”. El término “vaca sagrada” alude directamente a Neruda, quien ya para entonces, finalizado en apariencia el periodo de la guerrilla literaria, era El Poeta en el panorama chileno, e incluso en el hispanoamericano. Por su parte, el carácter irascible y furibundo de Pablo de Rokha le valió el mote de “toro furioso”. Años más tarde, en La cueca de los poetas, poema que alcanzó gran fama al ser musicalizado por Violeta Parra, leemos: Pablo de Rocka es bueno, pero Vicente A la luz de estos versos de Nicanor Parra, podemos observar que de Rokha ha sido considerado como un poeta de segundo orden frente al peso ineluctable de Huidobro y Neruda. Sin embargo, hay mucho aún por decir, pero sobre todo por leer, del autor de Los gemidos, un poemario que, a la par de Trilce de Vallejo, de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía de Girondo y de Andamios interiores de Maples Arce, todos ellos publicados en 1922, sirvió para transformar la cara de la poesía latinoamericana y dotarla de su particular vanguardismo, en el cual la crítica al mundo moderno y la vocación social de sus versos buscan “empatar” a la burguesía americana en ciernes: Coke de 100,000 clrias., el dinero calcina la máquina melancólica, artificial, monumental de tu organismo e impele al movimiento tus resortes, bielas y tubos, pernos, tornos, ruedas, ruedas y bombas, el ferrocarril estridente de tu esqueleto deforme, matemático, sistemático y funeral; y pareces un árbol enorme á vapor, un rosal, un rosal FLORECIDO de letras, letras, letras ála vista y desganchándoseáfavor del fruto idiota de la mentira: el $. Como sea, queda el gesto de la desmesura no sólo como rasgo de personalidad, sino también como modo de concebir una poética “de gran elocuencia, no grandilocuente”. Además de Los gemidos, libro que por sí solo ya le valdría un puesto de honor en el parnaso de la vanguardia latinoamericana, su obra posee títulos como U (1927), Ecuación (canto de la fórmula estética) (1929), Escritura de Raimundo Contreras (1929, acaso el título más sólido de toda su bibliografía) o Morfología del espanto (1942); todos ellos, grandes proyectos escriturales que en su unidad despliegan una poética tremendista, socializante, de tono furioso y voz lírica explosiva:
qué ganas de matarse tiene Raimundo Contreras tan apasionado tan atrabiliario y con tanto cansancio arrinconándole tan valerosa Cobardía qué ganas de tener ganas de matarse manera lujosa costumbre luciente y gris de suicidio de otoño semejante al individuo que educa piojos en los sobacos deportista en entrenamiento al estilo de ese que lame vinagre con espanto en la ojera dramática y dinámica para entender el sentido del agua si eso parece que fuese pero no no no hay sistemas del arbitrario del que arde y cunde sin objeto definiéndose como la ola ociosa en acciones truncas nubladas ciegas con la mano derecha del ideal cortada sí el obstinado el cejijunto en la voluntad dispersa y no rasga pero llora el calzón de la amiga sin embargo él va a alguna parte es decir va a ninguna perfectamente en buen caballo con dominio de sus finalidades seguro y soberbio de su egregia incertidumbre abrigado de amargura utilizando los ajenjos de la caída desvencijada en cálculos de alacrán o de asesino o de dios falso o de extranjero en todas las leguas que lo afronta todo por todo porque empuña siempre siempre irremediablemente siempre en condición de amo a plena grandeza de hombre tranquilo en las últimas cosas algo que le defiende ¿qué la muerte?
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