No. 82 / Septiembre 2015 |
Nota de (re)aparición (y de ecos) Hubieron de pasar casi más de veinte años para que Conversación con los difuntos volviera a aparecer en las librerías. Si bien en algunas librerías se hallan aún algunos ejemplares, nuevos o usados, de la edición del 91, no deja de agradecerse que se haya hecho realidad una segunda edición del pequeño libro en que Eliseo Diego nos ofreció una muestra de gran riqueza en lo que a trabajo poético se refiere. Ese trabajo consiste en no poca cosa: Diego presentaba como amigos a los poetas que leía y que, por tanto, lo acompañaban aunque entre ellos y él el existiera un abismo insondable. Los amigos que presenta hablaban en inglés y, para que los conozcamos, Eliseo Diego decidió traducirlos: Todos me hablaban en inglés, idioma muy distinto al nuestro. Sin embargo, ¿no desea uno siempre compartir sus hallazgos de amistad con los que ama? Y así he pedido a mis amigos distantes que me permitiesen siquiera un eco en español en los consuelos, alegrías, deslumbramientos, susurrados por ellos a mi oído. Justamente eso, el eco que de los poetas y poemas en inglés logra percibirse en español por la pericia del traductor (que, aludiendo a su propia figura, es un equilibrista), es lo que hace fuerte al trabajo contenido en Conversación con los difuntos. En sus páginas, donde hallamos la versión «original», leemos lo mismo a Robert Browning que a W.B. Yeats o a Rudyard Kipling y a Edna St. Vincent Millay, poeta que resultó un gran (y grato) descubrimiento para mí. Obviando la discusión de qué es una traducción y quién y cómo ha de hacerla, pienso que lo que Eliseo Diego presenta como traducciones constituye de manera más precisa un «acercamiento» o representa un eco de sus difuntos amigos, puesto que él apunta (siempre a la vista del trabajo y las experiencias propias) que una buena traducción, me parece, no puede aspirar a más que a evocar una sensación similar a la del original en la materia idiomática donde ha encarnado. En este sentido es en el que debe ponderarse su trabajo de traductor (muy similar al de Octavio Paz): hacer de los poemas en otra lengua materia poética en la nuestra y que conserven lo que podemos leer en el original, aquello que aún consideramos poesía (en sus diversas representaciones). |
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